El extractivismo es incompatible con las tres banderas justicialistas, pero algunos peronistas ni se enteraron.
En nuestro entrega anterior hicimos una breve introducción a una agenda de temas ambientales que estuvieron desde siempre en el ideario peronista y que por primera vez encarnó, en la función pública, una mujer, Yolanda Ortiz; lo cual no es un dato menor para los tiempos que corrían.
Decíamos, por ejemplo, que la designación de Yolanda al frente de una secretaría dentro de la estructura del Ministerio de Economía, era toda una declaración de principios: no se puede siquiera pensar la economía sin la naturaleza. Las tres banderas justicialistas son la Independencia Económica, la Soberanía Política y la Justicia Social; las tres son parte de una misma única verdad: sin independencia económica de las grandes potencias no hay soberanía política y por lo tanto tampoco justicia social.
No hace falta ser un intelectual brillante para comprender ésto. Manuel Belgrano también la tenía: no podemos venderle cuero crudo a los ingleses y luego comprarles los zapatos fabricados en Inglaterra con nuestro cuero. Si los producimos acá, además de tener vacas tendremos obreros argentinos trabajando en fábricas argentinas y los exportadores de zapato seremos nosotros. Ese mismo esquema, a no dudarlo, debe aplicarse al auge de “la minería”, sin un razonamiento previo de qué clase de minería queremos.
Ser exportadores de materias primas e importadores de manufacturas hace que la economía sea dependiente y enclenque. Si hay tres sectores básicos en economía, ellos son 1) la producción de materias primas, 2) la industria, 3) los servicios. Cuando falta lo del medio, no hay independencia económica posible.
Aunque para beneficio del puerto de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas también vio ésto cuando en 1836 empezó a aplicar la Ley de Aduanas, mediante la cual se aplicaban fuertes impuestos a las manufacturas producidas fuera del país, para así favorecer la producción de nuestras propias manufacturas.
El desarrollo de un mercado interno para la producción local fue, desde esa época, la condición sine qua non para que hubiera independencia y soberanía. Esto no es un invento nuestro. Y justicia social, ya que todo eso supone gente con más trabajo.
No hay nada nuevo bajo el sol, ya que en la Francia de hace 350 años, hubo un ministro del rey Luis XIV llamado Juan Bautista Colbert (1619, quien fue precursor en eso de “proteger lo nuestro”: el mercantilismo como puente entre feudalismo y el actual capitalismo). Colbert venía de familia muy acomodada y ocupó varios cargos públicos, desde donde fortaleció como nunca la economía francesa, hasta convertirla en una potencia mundial. Logró que Francia construyera su propia flota marina (como haría Perón 300 años más tarde), construyó caminos, se propició la obra pública y la producción de excedentes para exportar y generar divisas. Subió los impuestos a quienes más tenían. Dio independencia económica y financiera a Francia y obtuvo una balanza de pagos excedentaria. Favoreció el comercio, protegió las ciencias, las letras y las artes. Alentó desde el poder la investigación científica y las artes. Acopió las producciones de los estados limítrofes y desarrolló manufacturas propias para poder ser autosuficiente en especial de cristales, tapices y… zapatos; o sea que Belgrano sabía de qué hablaba.
Hay que recordar que uno de los hijos de Manuel Belgrano se crió en la familia de Juan Manuel de Rosas, por lo que no es alocado decir que El Restaurador heredó muchas de esas ocurrencias. Pero caído Rosas, la filosofía fue otra, y se “organizó” al país como productor de materias primas e importador de manufacturas. Esto generó riqueza para pocos y pobreza para muchos. En esa misma época: la “Organización Nacional” de Julio A. Roca, nombre que sería retomado cien años después por la dictadura del ’76, que no por nada se autodenominó “Proceso de Reorganización Nacional” y no por casualidad tenía ese objetivo.
O sea que los militares del “proceso” vinieron a reorganizar algo que estaba desorganizado, al menos para ellos.
¿En qué consistía la desorganización?… resumiendo: 1) la irrupción del radicalismo, que impuso la Ley Sáenz Peña y abrió las compuertas de la participación popular y la nacionalización de los recursos petroleros, 2) la irrupción del peronismo, que hasta se atrevió a reformar la Constitución Nacional y declarar que los recursos naturales pertenecen a la Nación. Para rematar, Perón se negó a que el país integrara el Fondo Monetario Internacional (FMI), que era algo así como la frutilla del postre de la torta de las tres banderas; nacionalizó el Banco Central y los depósitos bancarios, repatrió capitales y hasta se dio el lujo de crear una marina mercante propia para no pagar fletes a los barcos extranjeros; y repartió la torta. Restableció relaciones diplomáticas con la Unión Soviética y avanzó seriamente en la integración latinoamericana, sobre todo con Chile y Brasil (para empezar), sabiendo que ningún país latinoamericano puede ser independiente y soberano si los vecinos no lo son también y si no trabajan mancomunadamente.
Todo eso comenzó a ser destruido (para los gorilas fue “re-organizado”) en 1955, incluyendo la derogación por decreto de la Constitución, violando así también el principio de la jerarquía de las normas: una norma de rango inferior no puede contradecir a una de rango superior.
Pero no les fue fácil a los cipayos (“herodianos” los llamaban los democristianos de los ’70, recordando el lameculismo ante el Imperio Romano del Herodes de tiempos de Jesucristo), porque Perón seguía molestando y “desorganizando” desde el exilio y el pueblo peronista resistió, ya que le había tomado el gustito a eso de vivir dignamente.
Recién tras la muerte de Perón fue posible dar el golpe y “reorganizar” al país, o sea destruir las industrias, entregar la banca al extranjero: al día de la fecha nadie propuso ni avanzó en la derogación de la Ley de Entidades Financieras que nos dejó esa dictadura.
Bien lo dice Gustavo Koenig (hermano de uno de los primeros en “invadir” el ranchito de Joe Lewis en la Patagonia -bandera argentina en mano- junto a Jorge Rachid) (2) (3), cuando rememora el discurso de Perón en la Cena de Camaradería de las Fuerzas Armadas en 1953, conde se confirma lo inseparable de lo ambiental, lo económico, lo político y sobre todo lo geopolítico. Dicho en criollo básico: si las empresas extractivistas se han adueñado de nuestra Cordillera es porque ya se piensan a sí mismas como un Estado paralelo, y en ese contexto, el Mendoexit de Cornejo es sólo la parte visible del Iceberg; concomitantemente, en el litoral, el control de las vías navegables (recuerden Vicentín) es volver a la época anterior a 1836. Además de ser, el Paraná, una sangría para el propio Litoral (como en su tiempo fueron los ferrocarriles), lo es también para las provincias cordilleranas, ya que los productos de la megaminería se van por allí.
¿Se acuerdan de la Batalla de la Vuelta de Obligado de 1845?… Una escuadra anglo francesa quiso penetrar de prepo por el río Paraná. ¿Quién gobernaba Buenos Aires y tenía a cargo las relaciones internacionales del país?, Rosas. El mismo que 9 años antes había hecho la Ley de Aduanas.
¿Y ahora… qué les parece si hablamos de Vicentín?. Mejor lo dejamos para otro día.
En ese año 1953 Perón llegó a decir que la cuestión de los recursos naturales era un tema de DEFENSA NACIONAL. No por nada Koenig es miembro de la Comisión de Defensa de la conducción nacional del PJ, aunque políticamente sueña, nos lo dijo, con un “peronismo verde”. Una especie de cuarta bandera. El Lic. Koenig no sólo toma las banderas ecologistas del último Perón, pero hunde el cuchillo en la doctrina sentada en 1953 por el ex Presidente, donde asocia la cuestión ambiental con la geopolítica. Los recursos naturales como el tema central para toda política soberana y para la independencia económica parecen ser temas que ya no podrán volver a separarse. Y esto significa que los problemas ambientales son, o deberían ser, un tema de Defensa Nacional. O sea que deberían involucrar necesariamente a las Fuerzas Armadas, aunque de manera diversa a la que impuso la Doctrina de la Seguridad Nacional de la última dictadura.
“La Barrick Gold consiguió lo que no pudieron San Martín y Bolívar: la unidad de la Sudamérica andina, pero con un criterio de dominación imperial y no de independencia”, sostiene Koenig reiteradamente.
Luego de la dictadura destructora soberanía, independencia y justicia, el peronismo ya parecía domesticado. (4) El neoliberalismo le había robado el alma al peronismo y lo había convertido en “menemismo”, que cerró industrias y propició una reforma constitucional opuesta a la del ’49… una reforma que da a las provincias el control de sus recursos naturales y las deja indefensas frente a las presiones de las mineras y petroleras transnacionales.
¿Está claro por qué sostenemos que Menem fue más gorila que peronista?. Menem terminó cerrando el círculo que empezó a trazar la dictadura. Menem fue quien terminó de organizar al país a la medida del imperialismo y las oligarquías locales. En su Ley de Inversiones Mineras, Menem dejó claro, por orden de Bush padre, que el Estado Nacional tiene prohibido invertir en minería. Menem, dicho claramente, privatizó todos nuestros recursos naturales y todavía nadie hizo nada para derogar esa ley. Por eso es que resulta loable, y el gorilaje salió a criticarlo, que el gobernador riojano anunciara, la semana pasada, que el litio es un recurso estratégico y suspendió por 120 días las exploraciones privadas (´).
Luego del menemato vendría el restaurador Kirchner, que volvería a “desorganizar” al país. Pero eso ya es otra historia.
Volviendo a los ’70, en esta película histórica, entonces, tenemos que ubicar a Yolanda Ortiz.
El tercer Perón colocó a Yolanda en un cargo dentro de la órbita del ministro de Economía José Ber Gelbard, empresario nacional (y nacionalista) que cayó en desgracia tras la muerte de Perón. Gelbard, ¡el injustamente olvidado Gelbard!. El problema ambiental, sin Gelbard y con una Yolanda Ortiz maniatada, había dejado de ser un problema económico. Y todo eso dentro de un gobierno peronista, el de Isabel.
El liberalismo de la Organización Nacional estaba, cual huevo de la serpiente, enquistado en el Movimiento Nacional y Popular… López Rega, en los ’70, fue precursor del Menem de los ’90. El ministro de Economía de López Rega fue Celestino Rodrigo, quien en 1975 lanzó unas medidas económicas liberales de un saque, como quiere hacer Macri si vuelve. El país colapsó, la CGT salió a la calle, Rodrigo debió recular, pero ya estaba todo cantado: a los pocos meses vendría la dictadura neoliberal y Celestino Rodrigo pasaba a la historia como el Juan Bautista del redentor Martínez de Hoz, que predicaba, expresamente, “hay que cerrar fábricas para que no haya tantos obreros y no haya tantos sindicatos que entorpecen el desarrollo económico”. En esa dictadura hubo 440 intendentes civiles radicales, pero también 140 “peronistas”, nunca hay que olvidar ese detalle.
Yolanda, en ese contexto, pudo avanzar en pocos temas pero que, para esa época, eran revolucionarios.
Se había iniciado, como toxicóloga, en estudiar los casos de obreros que trabajaban en ambientes insalubres y gracias a eso fue becada en La Sorbona, Francia.
En 1972 prestó especial atención al “Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo” de Perón; “la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biosfera” y apelaba a una necesaria transformación de las conciencias: “La concientización debe originarse en los hombres de ciencia, pero sólo puede transformarse en la acción necesaria a través de los dirigentes políticos”.
Muchos años más tarde la misma Yolanda diría que “Perón tuvo una visión como ningún estadista, vio muy claro que el tema del ambiente no era un problema más, sino ‘el’ problema”.
“Planteamos que no era posible que las empresas no considerasen el ambiente: si se llevaban las ganancias, no podían dejar arruinado el ambiente de donde sacaban las materias primas”, sostuvo al prohibir la habilitación de las empresas que no declararan qué destino tendrían sus desechos. Luego el liberalismo haría la trampa: para una empresa contaminante era más barato pagar fuertes multas que dotar a sus plantas de descontaminantes. Como siempre, la relación costo-beneficio, y el ambiente que se joda.
Muchos funcionarios de su propio gobierno la criticaban, ya que consideraban que medidas de ese tipo frenaban el desarrollo de la sociedad. ¿No les suena familiar y actual?
“No se puede plantear cualquier tipo de solución a los problemas por parte de la economía, que va a priorizar el lucro, que va a priorizar la tecnología, que va a priorizar las reglas propias y no las que tienen que ver con la naturaleza. Hay mucho para hacer. Los temas ambientales son ante todo cuestiones económicas, no se puede lograr un desarrollo sustentable sin superar la pobreza e integrar a los trabajadores. Hay que lograr una armonía entre la producción y el medioambiente” decía Yolanda y nos preguntamos cuántos peronistas se acuerdan hoy de ésto.
Promovió la educación ambiental para la construcción de una sociedad consciente y en equilibrio con la naturaleza. “Lo primero que hice fue un convenio con el Ministerio de Educación, porque para mí era el componente de mayor valor estratégico para cambiar los hábitos y la visión de desarrollo”. Pero eso también terminó en el tacho de basura (las citas textuales pertenecen a una entrevista realizada con el diario Página 12, en el año 2013).
Los funcionarios peronistas que la criticaban no se quedaron quietos, se reprodujeron y sus herederos ideológicos siguen actuando dentro del peronismo y trabajan mancomunadamente con los ideólogos del otro lado de la grieta, como pasa en Mendoza con la Ley 7722, donde no se sabe quién es peronista y quién es gorila.
Seguiremos avanzando sobre ésto.
Columnista invitado
Carlos Benedetto
Museólogo, docente jubilado y presidente de la Federación Argentina de Espeleología. Escritor y periodista. Miembro de la Comisión de Ambiente del Instituto Patria. Director del quincenario Sin Pelos en la Lengua. Agrupación Luis Barahona, Biblioteca de la Memoria Jaime De Nevares, Malargüe.
Notas
(´) durante mucho tiempo se asoció a la Republica Socialista de Cuba con la prohibición de inversiones extranjeras y con la preponderancia de la producción y exportación de azúcar. Eso es falso: desde la caída de la URSS Cuba debió reconvertir su economía y abrió las puertas a los capitales extranjeros, eso sí, en sociedad con el Estado Cubano, quien retiene el 51% de los paquetes accionarios. Hay inversiones italianas, canadienses, mexicanas, etc. El azúcar pasó a ser el tercer rubro económico, ya no el primero. Este lugar lo ocupa ahora el turismo, y el segundo lugar es el de la minería del níquel, pero con condiciones puestas por el Estado Cubano, no por la Barrick Gold. ¿Se entiende?
(1) https://marcelosapunar.com/2023/01/08/quien-se-acuerda-de-yolanda-ortiz-por-carlos-benedetto/
(2) https://www.revistamovimiento.com/politicas/eco-peronismo-para-volver-mejores/?fbclid=IwAR0bKA1f-4CI0p7Ex3UUBR7Onk1Kt3mesa7PC5KZ1QFca_KXJKi_upDC5ZE
(3) https://youtu.be/o94Cci434BU
(4) https://marcelosapunar.com/2021/05/25/reflexiones-sobre-el-25-de-mayo-y-el-peronismo-por-carlos-benedetto/



Excelente recorrido histórico que desemboca en un análisis imprescindible. Gracias Compañeros