El interés y la curiosidad por conocer de cerca el proceso revolucionario de Venezuela, nos llevó a la obvia reflexión: si tanto y tan mal habla la derecha argentina, y el gobierno de los EEUU, pues algo está pasando allí. Nuestro maestro Ramón Ábalo siempre estaba al tanto de lo que aquí sucedía, “hay que prestar atención a lo de Venezuela con Chávez”. Con todo eso, nos largamos -Marta y yo- p’al Caribe en 2017. Quedamos asombrados, en Venezuela le dan duro a lo que nosotros llamamos la batalla cultural. Y parecía que en esos días la iban ganando. Luego tomaríamos conciencia que esos años -2016, 20017 y 2018- fueron los más duros para el pueblo venezolano. Faltaba comida…
Veinte días no alcanzan para conocer un país, ni siquiera una ciudad. Decidimos volver.
Hoy estamos de nuevo en Caracas. La militancia en la defensa de los Derechos Humanos en el seno de la Liga Argentina por los Derechos Humanos nos permite, o nos obliga, a convertir este segundo viaje de jubilados turistas en una mayor participación con las compañeras y compañeros que hacen lo propio aquí.
Es así que compartimos estas pretenciosas crónicas de indias al estilo de aquellos curas -los únicos que sabían leer y escribir- de hace quinientos años, pero un poco más berretas.
La mención de la parroquia de San Agustín produce algo, siempre. Allí donde nació el grupo musical “Madera”, también el barrio que ocupaba el tercer lugar en las estadísticas de violencia de toda Caracas. “Eso antes de Chávez” dicen ellos. Hablar de la parroquia de San Agustín siempre produce algo: el pibe que se baja de su auto, apurado, a comprar dos porciones de sopa para cenar con su esposa que acaba de parir su primer hijo -con cesárea, aclara impresionado- y nos habla orgulloso del grupo Madera, de su barrio que tiene teatro y no sé cuántas cosas más. O el dueño portugués del negocio que, cuando se va el padre primerizo, destila asco y temor por lo que llama “esa zona”.
Allá fuimos. De La Candelaria al Sur, cruzando la autopista, como quien dice “extramuros”. Consulta con un policía muy jovencito que se desvive por explicarnos el camino (ya nos empezamos a acostumbrar a andar por rumbo). Vaya por esa calle y… Lo que llamaba calle es un pasillo entre la comisaría (o como las llamen aquí) y un edificio de dos plantas, de 1,20 m de ancho que atraviesa la manzana. Nos advierte el policía que nos andemos con cuidado. ¿Y qué nos pueden robar a nosotros? Le contesto… otra sorpresa: no se refería a eso sino a los puentes, las escaleras, el tránsito, y aclara, no, aquí no roban. Algunos dicen que aquí pasa eso, pero no es cierto. En San Agustín no roban. El policía de la Guardia Nacional dixit.
En el Teatro “La alameda” nos recibieron sus directores Reynaldo Mijares y Gustavo Brizeño, con el entusiasmo y el orgullo de quienes se sienten seguros de lo que hacen. Allí dictan clases de danza, música, teatro y otras disciplinas. Nos muestran la pizarra donde está la grilla de las innumerables actividades. En la sala principal estaban ensayando una coreografia para el 8 de marzo, el día de la mujer: trescientas mujeres, las madres de las alumnas, que no han subido jamás a un tablado. Emocionante. Con razón, se jactan de haber ”pacificado” el barrio con el arte. La semana anterior el teatro y el barrio fue visitado por el embajador argentino Oscar Laborde.
Volvimos cayendo la tarde, sanos y a salvo de los monstruos que acechan tras los muros del odio de las almas blancas y puras de los colonizados. Felices como si hubiéramos visitado el museo del oro o el Machu Pichu.
Esta mañana, paseo al Petare, el barrio tricolor.
Caracas, 2 de marzo 2023
Columnista invitado
Fernando Rule Castro
Referente de la Liga Argentina por los Derechos Humanos. Ex preso político de la dictadura cívico eclesiástico empresarial militar. Militante político. Escritor.


