El 25 de octubre de 2019 las calles de Santiago sorprenden con una protesta juvenil que no veíamos desde hace unos cincuenta años. Según algunos cálculos, entre uno y dos millones de manifestantes – pues las movilizaciones se produjeron en varias ciudades además de Santiago – se largaron a las estaciones de subtes protestando por un aumento de $ 30 del boleto. Saltaron los molinetes y asaltaron los vagones sin pagar. Al día siguiente ya surgió la consigna “no son treinta pesos, son treinta años”. Hartos de la miseria a que sometió al pueblo chileno la política neoliberal iniciada el 11 de setiembre de 1973 por el asalto al poder de las fuerzas armadas, ordenada y auspiciada por Estados Unidos para aplicar las recetas de Friedman. En realidad, se cumplían 46 años desde el golpe y 28 desde el período democrático…pero ningún gobierno se animó a desmantelar el orden económico ni la constitución redactada por los milicos. Los reclamos eran los más visibles: educación pública, salud pública y llamado a una Asamblea Constituyente para crear una nueva constitución.
El foco de la protesta fue la Plaza Baquedano, que fue rebautizada Plaza Dignidad. Rebautizo que vino muy a cuento, pues el tal Baquedano no fue más que un militar que además de la estatua ecuestre tuvo un par de medallas, una por robarle parte del territorio a Bolivia en una guerra ordenada por empresas inglesas, y otra por perpetrar un genocidio en el pueblo mapuche mandado por la oligarquía chilena ansiosa de talar los árboles nativos de la Araucanía. Fueron más de treinta días y sus noches ocupando la Plaza, las calles, enfrentando a la policía, que no ahorró balas de goma, ni de las otras, dejando centenares de presos, heridos, tuertos, ciegos y muertos. Luego vino la pandemia del covid, pero el susto de los momios y las señoras cuicas obligó a los partidos políticos a convenir un plebiscito para decidir si el pueblo quería abandonar la constitución del pinocho, la del año 1980, o no. Se realizó el 25 de octubre de 2020 y el 78% de los votantes dijo que sí, que debía redactarse una nueva carta magna.
El 15 de mayo de 2021 se realizaron las elecciones para elegir a quienes conformarían la Convención (que no Asamblea) Constituyente. Ganó ”Apruebo Dignidad”, una coalición de izquierda, con casi el 20%.
También se convocó a elecciones presidenciales – y todos los cargos electivos, ejecutivos y legislativos – para el 19 de diciembre de 2021. Triunfó Apruebo Dignidad, que llevó a Boric a la presidencia, con el 56%… pero con un dato que nos comenzará a espantar: el segundo fue un partido de ultraderecha, que obtuvo el 44% y proponía a un tal Kast para presidente. Esto de “partido de ultraderecha” no es opinión personal, así se llaman ellos. Hace pocos años, cuatro o cinco, conversando con un carabinero en un pueblito de la zona de Temuco, en la Araucanía, afirmó convencidísimo que “la única solución para Chile es la ultraderecha”. Ante mi sorpresa a ese lenguaje que en Argentina no se usa, le pregunté por el nombre de algún líder de esa fracción, “Kast, respondió, en la última elección sacó el 7%, pero ya va a ver usted…” Está loco, pensé. Pues…
El 4 de setiembre de 2022 se plebiscitó el texto de la constitución elaborado por la Convención. Fue rechazado por casi el 62%.
El 7 de mayo se realizaron las elecciones para elegir una nueva Convención, que redactará un nuevo texto constitucional. Ganó el Partido Republicano, de Kast, con el 43%.
Resumiendo:
Octubre 2019: enorme protesta exigiendo una nueva constitución.
Octubre 2020: plebiscito para cambiar la constitución. 78% por el SÍ.
Mayo 2021: elección de convencionales. Ganó Apruebo Dignidad con el 20%.
Diciembre 2021: elecciones presidenciales. Gana Boric (Apruebo Dignidad) con el 56%.
Kast saca 44%.
Setiembre 2022: plebiscito para aprobar la nueva constitución. El 62% la rechaza.
Mayo 2023: elecciones para formar un nuevo Consejo Constituyente, que redactará otra constitución. Gana el Partido Republicano (la ultraderecha de Kast), con el 43 %, los que siempre sostuvieron la constitución pinochetista de 1980.
¿Qué enseñanzas se pueden obtener de estos tres años y medio?
Pues, advertidos que aún quedan, en este proceso de hacer una nueva constitución, al menos dos pasos: la redacción de un nuevo texto a manos de esta Convención dominada por la ultraderecha, y otro plebiscito para aprobarla… o no, más el convencimiento que una comprensión cabal de este período histórico sólo lo dará el paso de los años, podemos intentar un par de provisorias enseñanzas.
La primera, de carácter coyuntural táctico, es que una gran movilización popular, histórica como lo fue la de la Plaza Dignidad de octubre del ’19, no necesariamente resuelve por sí misma, ni marca, el rumbo de la historia. Particularmente cuando no tiene una identidad política clara y definida, un programa, un liderazgo que la conduzca. También habría que hacer un estudio de la composición de clase de los movilizados, teniendo en cuenta que el neoliberalismo -del que Chile constituyó el modelo para el mundo- destruyó la clase trabajadora tal como la conocíamos anteriormente en ese capitalismo neocolonial remedo del estado de bienestar.
La segunda observación, creo que fue anticipada por el sociólogo Daniel Feierstein.
Esquemáticamente, si un genocidio se implementa para convertir a un pueblo en otro que adopte las formas -economía, cultura, ideología- del opresor, el perpetrador del genocidio (Lemkin), y tal transformación se realiza en los años y generaciones subsiguientes, la magnitud y los aciertos de la resistencia del pueblo a esas consecuencias, hará que esos objetivos del opresor triunfen o fracasen. Por supuesto, la realidad histórica de los pueblos no es tan sencilla y esquemática. Nada es blanco o negro en la historia ni en la vida. Pero provisionalmente podríamos observar dos fenómenos genocidas exitosos en la historia reciente: la de una parte muy importante del pueblo de Europa Central, particularmente las masas subalternas de origen judío azkenazi -Alemania en el norte, Polonia, la Bohemia, costas del Báltico- que a causa del genocidio de 1939 al ’45, adopta las formas y la cultura del nazismo y crea, con ayuda de Inglaterra y Estados Unidos, un Estado racializado y terrorista, el estado de Israel.
El otro ejemplo podría ser Chile. Pues ¿qué idea tiene una gran parte del pueblo chileno de la Democracia? ¿Cuánto la sueña y desea? Aún no lo sabemos a ciencia cierta. Pero abrazamos la esperanza, tenemos la convicción, que el pueblo chileno derrotará las consecuencias del genocidio de los ’70 y ’80 junto a los demás países de Nuestramérica.
También sabemos que nuestro destino, el de Argentina, está ligado principalmente a lo que suceda en Chile, Uruguay, Brasil, Bolivia y Venezuela, además del de toda la región.
Mendoza, mayo de 2023
Columnista invitado
Fernando Rule Castro
Referente de la Liga Argentina por los Derechos Humanos. Ex preso político de la dictadura cívico eclesiástico empresarial militar. Militante político. Escritor.
Muy acertado el paralelismo que hace mención Fernando Rule aunque a muchos Judios no les gusta mucho esta comparación.
Saludos 🖖 desde Berlín!