Memoria, verdad y justicia -siempre-, aunque trates de no revivirlo todo, todos los días.
En mi libro “Páginas Encontradas”, recuerdo el angustiante episodio vivido mientras me encontraba detenido en dependencias del Tercer Cuerpo del Ejército, en Córdoba. Una fuerte custodia me rodeaba, en tanto Menéndez me apestillaba, rodeado por el general Mujica, el coronel Villarruel (luego, ascendido a general) y el mayor Dardo Washington Herrera (Jefe de Inteligencia).
El terrorismo de Estado cívico-militar, empresario y mediático -muerto Perón-, había crecido en crueldad y recrudecido el genocidio, en ciernes. Para ser justo, debo reconocer que el mayor Herrera -tal vez, el mas capacitado, pese a ser el de menor rango-, me trató mas que bien, frente al ensoberbecido trío que me juzgaba, rodeado de soldados.
Ello, como si -realmente-, yo fuera aquél “terrorista”, que debió huir y exiliarse, ante la aplicación de esa ley, de la cual hizo gala Frondizi -aquél miserable claudicante, que traicionó a quienes lo votaron y pobló las cárceles, especialmente con los sindicalistas que lo habían apoyado-, yo no acepté ese trato pampa y se lo manifesté al mismo Perón, a quien le dije: ni loco lo voto.
Recuerdo que me dijo: “me parece perfecto”, ya que ya se había dado cuenta de la traición al malhadado pacto. También recuerdo que quien gestionó el tratado, fue otro delincuente (por entonces, se los citaba “Fri-Fró), su socio, Rogelio Frigerio. Sí, el abuelo del corrupto Frigerio, cuyas últimas hazañas tenían que ver con los incendios en Entre Ríos, para plantar soja, junto a Etchevehere -Dios los cría y el fuego los amontona, en tierras robadas-.
Todo esto lo revivo ya que tiene que ver con todo. Cuando hablamos de terrorismo de Estado, surgen nombres de civiles y militares aborrecibles. Hablar de Villaruel, me revuelve el estómago. Pese a lo asesinos que fueron (hipócrita y cínicamente), hicieron gala de su impunidad, no justificándolo, como hace esta laya, sino ocultándolo.
“No están, ni vivos, ni muertos, están desaparecidos”, decía el infame Jorge Rafael Videla, mientras se apropiaba de cuerpos y almas, de una generación diezmada, víctima de un terrorismo mayúsculo; como ocurrió con Franco -en España-; con Pinochet -en Chile-; con Stroessner -en Paraguay- y con mil tragedias mas, ligadas a los dueños del poder; dueños de las invasiones, genocidios y saqueos del planeta, habitantes de ese norte cabeza del Eje del Mal.
Muy mal debe andar nuestra amada Argentina para que dos de l@s candidat@s -de l@s cinco vigentes-, hagan ostentación de su calidad de extranjeros -nacidos casualmente en el país-, defensores y amantes de Inglaterra, EE. UU. y el Estado de Israel, mientras afirman que las Malvinas son inglesas (EE. UU. y OTAN, que son lo mismo).
Con la misma idea nazi que manifiesta la derecha en varias partes del mundo, se inclinan por destrozarlo todo y sumir al pueblo en la esclavitud. Para colmo, proclaman la teoría de los dos demonios y enlodan la memoria de muchos jóvenes idealistas, que se enfrentaron con un monstruo -pertrechado con un poderoso arsenal-, para liberar al país.
Onganía volvió del norte con la misión de implantar el Plan Cóndor y el pueblo -movilizado-, se lo impidió. Pero no se pudo, con el otro -que también vino del norte- y lo implantó. Nada es casual, ya que tuvieron que pasar a retiro a una impresionante cantidad de generales, para que Videla fuera ascendido -violentamente-, pasando por arriba de ellos y haciéndose cargo del Ejército -primero- y del país, poco después.
El y Massera fueron los mas sanguinarios e infames, pero personajes como Villarruel no lo fueron menos. Los ligados a esa tragedia, integrantes -o no- del maléfico Proceso, que corren por el mismo andarivel, tienen las manos ensangrentadas. Mas quieren retornar a la crueldad y a la sangre, mediante su accionar político y su prédica.
Si la ciudadanía lo permite, no hemos aprendido nada. Los jóvenes son ignorantes de la realidad y -quizá-, sus mayores, queriendo olvidar esa brutal demostración -de odio y de sangre-, no se lo narraron, o no les importa.
4 de setiembre de 2023
Columnista invitado
Carlos Valle
Docente, economista, historiador, periodista y escritor. Enlace de la Resistencia (1956). Presidente de la Asociación de Periodistas Latinoamericanos (1965-1976). Decano de los periodistas de Radio Nacional. Sindicalista y asesor gremial y político (CGT hasta 1991). Exiliado en 1962.


