Cordoba, verano de 2022
El tórrido sol de la tarde descarga sus rayos inclementes sobre el adoquinado del centro de La Docta mientras un joven, banquetita plegable en mano, portando además una pequeña tarima, osa desafiarlo.
No es el único. Detrás de su silueta estilizada, embozada en un elegantísimo traje de papel, polainas de cuero, zapatos lustrosos y un chambergo de ala ancha que lo protege de la furia del impiadoso astro, una pequeña comitiva de estudiantes y profesores de la Facultad de Medicina; filósofos y bon vivants de la Universidad de La Calle, lo siguen en jocosa peregrinación portando sombrillas, paraguas, reposeras y sillas.
Con solemne cadencia, arriban a la esquina de Buenos Aires y San Jerónimo. La claqué toma posición estratégica frente al improvisado púlpito aplaudiendo elegantemente, y al grito de “que viva el dotor” de la ilustre banda de atorrantes que lo secunda, Enrique Badessich comienza su discurso: Mis estimados cófrades, compañeros de reivindicaciones y quimeras, un tiempo de cambios sociales se aproxima. Y los nuevos tiempos exigen nuevos conceptos para nuestro Partido y para la Nación toda. De ser elegido diputado propugnaré el amor libre, la separación de la iglesia del Estado, el acortamiento de los hábitos sacerdotales para, con la tela economizada, hacer ropa para los chicos pobres…
¡QUE VIVA EL DOTOOOR! – gritan al unísono Deodoro Roca, José Ingenieros y Saúl Taborda.
¡Badessich!, ¡Badessich!, ¡al Congreso Badessich!, corea la claqué eufórica, desde donde varios de los autores y propulsores de la Reforma Universitaria de 1918 -de quienes se decía que habían emprendido una humorada para intentar marcar otro hito: demostrar que un cualquiera podía llegar a ser diputado nacional- buscan legitimar al absurdo personaje.
… abogaré para lograr la supresión de las esquinas, a fin de evitar los accidentes de tránsito; de ser electo voy a «electrocutar las aguas» de consumo para eliminar los gérmenes del tifus, e incluso propondré la supresión del Ejército por antisocial y anacrónico… y no descansaré hasta lograr la implantación de la República cordobesa con representantes confidenciales ante los países de Europa y América, Argentina incluida…
El novel Partido Bromosódico Independiente llegaba así a las puertas de las elecciones de aquel año con propuestas tan descabelladas como bizarras para la época, y sus adherentes festejaban a su representante, el “loco” Badessich, una mezcla de quijote y moderno mosquetero, un excéntrico que pertenecía a una familia de artistas e intelectuales en la que se había ganado el mote de «rebelde número uno”. Actor, escritor, literato, ganapán, bohemio irreductible, había sido elegido como el adalid de más de 300 mitines en las esquinas cordobesas para lograr que su partido “de papel” llegara a cumplir sus máximas aspiraciones: tener un diputado en el Congreso de la Nación.
El 2 de abril de 1922 Badessich se presentó como candidato a diputado provincial por los bromosódicos, y a instancias de las divisiones políticas locales, el domingo de los comicios, apenas 6.761 de los 31.485 sufragantes de la “docta” acudieron a las urnas. Granillo Barros, del Partido Demócrata, con 3.200 votos fue electo primer diputado, el conservador Manuel Paz quedó segundo, con 3.100 votos, y para asombro de muchos, horas después de la elección, Enrique Badessich del Partido Bromosódico Independiente se impuso en el recuento final por 716 votos contra 694 del candidato del Partido Tradicional Católico Manuel Maciel, resultando electo como diputado por la minoría.
En el paroxismo del festejo por la victoria, el diputado electo Badessich prometió 716 casas económicas para cada uno de sus votantes, citando además: «Mi próximo paso es la gobernación de Córdoba».
Venía de resistir durante el comicio un rumor de detención por la Policía por sus locas propuestas, y atrincherado en la Legislatura -donde sólo se alimentó con pan y salame- manifestó luego de saberse triunfante: “Era mi última defensa, porque preso no podía ser electo. La policía estaba en la puerta, pero yo no salí y tuve que comer allí lo que me alcanzaron mis amigos”.
Ya electo, Badesich se presentó para recibir su diploma y asumir la banca que le correspondía, pero la mayoría conservadora rechazó su elección. El argumento: es una persona notoriamente incapacitada para ejercer como legislador.
Esto dio pie para que el diputado electo por el Bromosódico Independiente iniciara una épica resistencia para defender sus derechos. La Voz del Interior clamó en su defensa que haciendo “cátedra y escuela con el sainete cómico”, el bromosódico había rescatado “reformas sociales voceadas con anterioridad por el pueblo”, y que además tenía “más títulos que toda la cámara junta para ocupar su banca”. El 27 de abril, por codicia de los vencidos aspirantes y presión de los sectores más conservadores, la Comisión de Poderes de la Cámara de Diputados resolvió que Badessich era “una persona notoriamente incapacitada para desempeñar las funciones de legislador” y, paso seguido, el órgano entero rechazó su diploma “por decoro del cuerpo”. Días antes, José Ingenieros había proclamado: “Sus ideas me han parecido más sensatas y armónicas que la mayoría de los discursos parlamentarios que suelen publicar los diarios de Buenos Aires”.
Desde ese momento, Enrique Badessich emprendió una marcha inagotable en defensa de los derechos de sus electores. Tras denunciar la medida en su contra, Badessich viajó a la Capital Federal con la promesa de varios allegados al vicepresidente electo, Elpidio González, de conseguirle una reunión con Yrigoyen. Ya en la gran ciudad, sólo logró ser recibido el 26 de mayo por el ministro del Interior, Ramón Gómez, quien según La Nación, “lo atendió con amable curiosidad”.
Encaró la lucha en la Capital, y tras dos conferencias profusamente cubiertas por Crítica, realizadas en el hoy desaparecido Hippodrome, de Corrientes y Carlos Pellegrini, reclamó la intervención de su provincia y advirtió que si eso no ocurría, haría “volar por los aires” la Legislatura mediterránea.
En otro mitín, días después sostuvo: “Hay que practicar el amor libre. Ciudadanos… si queréis tener una buena mujer, paz, sosiego y tranquilidad en vuestro hogar, no la mandéis a la iglesia. En Córdoba, yo y 199 muchachos hemos puesto en práctica nuestras teorías; y puedo afirmar que, como me llamo Badessich, lo que se llama cuerno no existe”. Y sobre el casamiento, aseveró que no era necesaria la participación de “ningún empleado público ni de ningún fraile”, al tiempo que puso la lupa en el “galante accionar de los curas en el asesoramiento matrimonial y confesión de las novias.”
El 12 de octubre al asumir Marcelo T. de Alvear, el bromosódico depuso su actitud de combate, pero seguió formando parte por algún tiempo de la cofradía de los escaños de café de los más conspicuos escenarios porteños.
Marchó a Santa Fé, donde creó y dirigió un medio gráfico, tal vez creyendo que la vuelta del hijo pródigo a Córdoba no le sería beneficiosa. Su estrella se fue oscureciendo con el paso del tiempo, y tuvo pequeños destellos, como cuando al salir en defensa de Hipólito Yrigoyen luego del golpe de Estado de 1930, fue detenido por una presunta incitación al asesinato del dictador José Félix Uriburu. Y dos días antes del 17 de octubre de 1945 sorprendió presentando un recurso de “hábeas corpus” en pos de la libertad del entonces coronel Juan Perón. Volvió a las secciones policiales en los años ‘50 por un par de estafas y una denuncia por robo de la que logró ser sobreseído.
Sin pena y con algo de loca gloria, el 8 de agosto de 1961, Enrique “EL LOCO” Badessich murió en Buenos Aires. Nadie reclamó su cuerpo.
Quedan como réquiem sus palabras: “Yo soy pobre de metálica fortuna pero millonario en libertad”.
Buenos Aires, 16 de noviembre de 2023
Tal vez, el fantasma o el alma de Enrique Badessich estén cercanas en el etéreo universo de su Córdoba adoptiva oyendo el discurso vehementemente encendido del nuevo “utópico libertario”.
Tal vez rememore su alma etérea el día en que la esquina de las calles San Luis e Hipólito Yrigoyen que aún no llevaban esos nombres, fueran mudos testigos de sus fogosas propuestas.
Recordar cuando fuera electo diputado, sin nunca jamás poder asumir su escaño.
Su émulo, cien años más tarde, ya es Diputado Nacional y en pocos días podría ser electo Presidente de la Nación.
¿Qué ha pasado en Argentina? se pregunta el bromosódico al ver la multitud vehementemente eufórica que viva a su némesis, una mezcla de aquel personaje de Mary Shelley que solía leer en los folletines de antaño, y un león trasnochado y desmelenado que jamás hubiese imaginado en sus más fantásticos delirios, y se expresa en un número que ni reuniendo a todos sus votantes y elevándola potencialmente él hubiera podido emular.
Tal vez, elucubra el poeta, sus mentores no estaban nada equivocados, y su experiencia fue solo el comienzo de una nueva quimera política que el tiempo ha sublimado y ejecutado en su máxima expresión…
Un coro de roncas máquinas aserradoras le provocan un escozor en la espalda, sabe que no pueden lastimarlo pero quienes las ostentan hablan de destrucción, de exterminio, de eliminación… propuestas muy lejanas de las del amor libre que sus filípicas proponían.
El hombre sale desencajado, salta al escenario y saluda desaforado, grita “VIVA LA LIBERTAD”, la multitud lo corea, pero él propone que “es el rey de un mundo perdido”.
¿Habremos perdido La República? se pregunta Badessich.
Mis postulados, que eran bizarros, panfletarios y descabellados han sido defenestrados por otros aún más temerarios… ¿en ésta época sí podría haber llegado a ser Presidente?
Sabe que esta vez las máquinas infernales que llevan las noticias de un lado a otro del planeta, también los rumores, la mentira, la verdad, las matufias políticas, las buenas razones que esconden terribles intenciones dominan el mundo. Conoce la historia del hombre que está en este gigantesco y moderno púlpito.
Sabe que como él, fue creado de la nada. Que como él, tuvo mentores creativos y tal vez, mucho más poderosos y menos escrupulosos que sus ilustres amigos. Tomó conocimiento que salió de una caja boba que graba y repite voces e imágenes, tal como una radio a galena omnipresente en este futuro pasado.
También sabe que dos hombres de la cercana Mendoza son los millonarios padres del monstruo, quienes parecen pobres lauchas comparados con sus omnipotentes amos, locales y extranjeros. Cien años más tarde, han emulado su épica estudiantina con un pasmoso estudio social corregido y aumentado. “TODO ESTÁ GUARDADO EN LA MEMORIA” suena en el éter una tonada de ritmo desconocido para él, pero que pareciera un oximorón de lo imposible. Pareciera que nada ha quedado guardado en la memoria de esta horda.
Increíblemente, estas personas del futuro vivan las propuestas de eliminar los derechos por los que los pueblos lucharon por años, destruir lo que junto a sus cófrades lograron cuando su lucha terminó con la REFORMA UNIVERSITARIA que puso las bases en nuestra sociedad para que la Educación fuera posible para todos, y luego GRATUITA.
Desconocen y reclaman que se eliminen los derechos de los trabajadores, esos que se consiguieron luego de interminables matanzas desde el poder económico a lo largo y ancho del país cuando “la libertad estaba en pañales”, Y HOY QUIEREN DESTRUIR EN NOMBRE DE LA MISMÍSIMA LIBERTAD.
El enajenado candidato a conducir el país propone dedicarse a derribar una a una las conquistas e instituciones que se han instaurado a lo largo de años y años de pasión y lucha, de vidas, sangre y muerte regadas en, y por nuestra Patria. Propone la venta de los cuerpos, y hasta de las almas. Enteros o trozados. Propone la “demolición” de la sociedad conocida y la “destrucción” del enemigo, desconociendo la palabra adversario.
Un ejército de fantasmagóricos personajes lo han ido adulando, adobando, envalentonando, para ser un devorador de personas, almas, garantías, leyes e instituciones por el solo mandato de su reinado omnímodo, y hoy, como zombis de una derrota inesperada siguen esperando su caída en la locura que secretamente ellos mismos buscan desatar.
El fantasma de Badessich sabe lo que es vivir con el sambenito de la locura colgado de su persona. Pero pareciera que un siglo después, la locura que a él le endilgaran es un símbolo de coherencia.
¿Los asesinos, desfalcadores, tramoyeros, capangas, “patroncitos”, agentes extranjeros y cipayos de cabotaje se enseñorearán en el poder?
Enrique Badessich visita su tumba, y ruega por su alma perdida en el inframundo para que ésta pueda ingresar al cielo, o al infierno, y no ser testigo de este infierno sobre la tierra que amenaza en solo veinticuatro horas terminar, exterminar, destruir toda una era, para dar un nuevo comienzo a los tiempos más oscuros de la ignorancia y la violencia enseñoreada en el poder.
Triste, casi derrotado, se pierde entre las nubes de los tiempos lanzando un grito desesperado:
mujeres y hombres coherentes y de buena voluntad: ¡MILEI NO!
Columnista invitado
Juan Rozz
Historietista, guionista, cuentista, escritor. Columnista en Revista TUHUMOR, edición digital, colaborador en NAC & POP Red Nacional y Popular de Noticias. Autor del libro “Historias de Desaparecidos y Aparecidos”, Acercándonos Ediciones. Creador de “El Caburé Peña de Historietistas” y “El Caburé – Cooperativa Editorial”. Creador, productor radial y columnista de “Gorilas en La Plaza” – EfeEmeUnydos. Colaborador en “Rebrote de la Historieta Argentina”. Colaborador en “Web Guerrillero” – Periódico Digital Internacional. Colaborador en “Museo de la Palabra” – Fundación César Egidio Serrano.


