Es imprescindible respetar el derecho a una vida digna que tienen los jubilados y pensionados, además de todos los trabajadores en actividad.
La libertad y la democracia comienzan por el respeto por el otro. Nada ni nadie tiene el derecho de tronchar la vida de sus semejantes. De dejarlos morir por inanición, arrebatándole sus ingresos y su trabajo. Enfriar la economía (estancarla) y liberar ilimitadamente los precios de alimentos, servicios, medicamentos, etc., es condenar a muerte y padecimientos, a la mayor parte de la población.
El Estado (que somos todos), no puede quedar librado a su suerte, no percibiendo los tributos que deben ser útiles para la educación pública, para la salud pública, para la seguridad, para todo lo que significa protección y derechos, de la población toda. Barco parado, no cobra flete, se decía antiguamente. La expansión productiva y económica de un país, no se debe paralizar, ya que, solo con un desarrollo sostenido, que significa crecimiento, con pleno empleo, mercado interno y exportaciones, de productos manufacturados, de diversas industrias y de la agraria, en particular (no primaria, sino manufacturada, decimos), hacen posible la libertad, la independencia y la soberanía, efectivas.
No se debe hambrear a un pueblo por dependencia colonial y por falta de conocimientos esenciales de cómo funciona una economía moderna. Nadie puede afirmar la necesidad de volver a la situación que se vivía hace mas de un siglo. La Argentina tuvo -siempre-, excedente nutricional, pero, quien dice que es lo mismo alimentar a una población de cuatro millones de habitantes, como señala el censo de fin del siglo XIX -o sea, el primero que se realizó en el país-, que a mas de cuarenta y seis millones, carece de las facultades mentales imprescindibles para conducir a una comunidad que pretende ser organizada.
En un país donde la ausencia del Estado permite un contrabando anual de cuarenta y cinco mil millones de dólares, no puede haber un solo niño desnutrido, con riesgo de su crecimiento mental, como -tampoco-, un solo adulto mayor al borde del abandono y de la muerte, por falta de recursos. En tiempos en que la mayor comunidad, económica y poblacional del mundo, el BRICS, acepta a nuestro país (nuestros dos mayores compradores, Brasil y China, la integran), no se puede condenar a la población, a la condición inhumana que se proyecta.
En tiempos de guerras y hambruna universal, la Argentina alimentó a buena parte de ese mundo. Gran Bretaña era deudora de la Argentina, por una importante suma, en libras esterlinas y jamás la pagó. Perón tuvo que negociar la compra de los ferrocarriles que ya le pertenecían -por las décadas de explotación inglesa-, siendo, no obstante, bloqueada por EE. UU. e Inglaterra.
Sufrimos las consecuencias de la falta de importaciones, pero, por la visión que se tuvo, montamos, activamente, las industrias liviana y mediana, saliendo indemnes, de la grave situación planteada. Recordamos esto para que se entienda que “podemos vivir con lo nuestro, podemos vivir con lo puesto”, como afirmara Aldo Ferrer. Por otra parte, en lugar de gesticular y aseverar falsedades, sabe el planeta -todo-, que mientras EE. UU. invadió -mucho mas de 300 veces-, a distintos países, produciendo genocidios y saqueos, China jamás invadió a nadie.
Obligan a este Concejo Superior Confederal de adultos mayores a poner de manifiesto todos estos acontecimientos, en forma pública, porque hace ocho años que no somos escuchados, ni recibidos, por ninguno de los tres gobiernos (incluido, por lógica, el que ingresará el 10 de diciembre y que se ha negado a escucharnos). La mora con nuestro sector -el mas grande y con mayores problemas-, es enorme. Hemos retrocedido décadas, en solo ocho años, en materia de poder adquisitivo de nuestros ingresos y se nos amenaza, no obstante, con sufrimientos mucho mayores.
Recursos hay y la Argentina es una potencia. ¿Pero como habrían de actuar de otra manera, si son súbditos de otros países, a quienes nos quieren obligar que sirvamos?. Para nuestra desgracia, los extranjeros (extraños), nacidos en el país, son muchos e integran todas las agrupaciones políticas. Nuestra Confederación, por contrario imperio, representa a todos -sin excepción-, sean de la ideología que sean y tengan la condición religiosa que deseen.
Nuestra lucha es en defensa y por la elevación de nuestros representados, que tienen sobrados derechos a vivir dignamente y con ingresos justos. Exigimos, por tanto, que se extraigan recursos reales y auténticos, de donde deben sacarse. Como venimos haciendo, reiteradamente, nuestros equipos técnicos se ofrecen, sin cargos, ni retribuciones, para explicarles de dónde deben extraerse tales recursos.
No creemos -sinceramente-, que no lo sepan. Nos preocupa, sí, que se haya ido a EE. UU., para pedir la aprobación de un plan económico que los argentinos desconocemos. Que se ponga de garantía -una vez mas-, a ANSES y a su Fondo de Garantía de Sustentabilidad. Esto pone en grave riesgo nuestro futuro y nuestra propia vida. Mientras esto ocurre y en coincidencia con los anuncios de avasallamientos de todos los derechos habidos y por haber, las empresas ya dejan sin empleo a miles de trabajadores y -en muchos casos-, cierran -parcial o definitivamente-, fábricas, talleres y comercios.
También esto nos preocupa, dado que parte importante de los recursos de la previsión social, provienen de los aportes de tales trabajadores, futuros jubilados y pensionados, cuyo mañana es -cada día-, mas incierto. Mientras exigimos se actualicen nuestras remuneraciones por lo menos en $ 100.000.- -que es muchísimo menos que lo perdido-, estamos -lamentablemente- en la instancia crucial, de defender nuestro sistema previsional argentino; nuestra obra social (PAMI), que no es del Estado, ni puede ser privatizada, -sino normalizada- y en la imperiosa y vital necesidad de establecer un frente de unidad, con todos los trabajadores, por la supervivencia argentina.
30 de noviembre de 2023
Columnista invitado
Carlos Valle
Docente, economista, historiador, periodista y escritor. Enlace de la Resistencia (1956). Presidente de la Asociación de Periodistas Latinoamericanos (1965-1976). Decano de los periodistas de Radio Nacional. Sindicalista y asesor gremial y político (CGT hasta 1991). Exiliado en 1962.


