Estamos acostumbrados a escuchar que “Mendoza es una provincia gorila” o que “incluso el peronismo mendocino es gorila”, o que “Mendoza es una provincia construida por el Partido Demócrata”, y otras cosas que pueden resultar ciertas si nos quedamos en lo que es “visible a los ojos” (perdón Saint-Exupery), en el presente. Si nos retrotraemos a doscientos y pico de años atrás, veremos que Mendoza ya pintaba como provincia progresista, en el más amplio sentido del término.
Así, la misma gobernación del General José de San Martín fue una verdadera revolución económica, política y cultural, si se atiende al hecho de que apoyó la educación pública, creó bibliotecas, apoyó a la industria vitivinícola y hasta a la industria bélica, para cruzar los Andes. Recordemos que fue gobernador de Cuyo, no sólo Mendoza, y no se limitó sólo a preparar el Ejército Libertador, sino que paralelamente pinchaba al delegado menduco al Congreso de Tucumán para que se declarara la independencia, ya que no quería llegar a Chile como un rebelde español, sino como jefe de un ejército de un país soberano: las Provincias Unidas de Sudamérica (eso dice la declaración de la independencia, no está la palabra “Argentina”).
Luego de la precoz muerte de su joven esposa, de quien no pudo despedirse, y de tanta incomprensión por parte de los jefes políticos con Rivadavia a la cabeza, San Martín hizo un último intento por llegar al poder político central junto a los gobernadores Bustos (Córdoba) y López (Santa Fe). Le atraían las ideas unitarias y algunas federales, pero no el centralismo porteño. Al enterarse, Rivadavia comenzó una campaña de difamación, puso en peligro su vida y finalmente se fue del país. Entre 1824 y 1830 San Martín no pudo cobrar sus sueldos como general, derecho que recuperó al llegar al poder el Restaurador de las Leyes Juan Manuel de Rosas, federal.
En 1820 comenzó una anarquía general en todo el país, que algunos historiadores la hacen llegar a 1829 (llegada de Rosas al poder), otros a 1852 (Batalla de Caseros) y otros a 1880 (la “Organización Nacional” de Roca). Tomamos esta última, en tanto hay un dato que tiene que ver con la soberanía: en el período inaugurado por Roca, el “peso moneda nacional” pasó a ser la moneda única y obligatoria en todo el país hasta 1970.
La Primera Moneda Patria había sido acuñada por Belgrano en 1813 en Potosí, Bolivia, pero los españoles volvieron degollando y fundieron esas monedas para volver a poner la cara del rey de España. Se salvaron pocos ejemplares de esa moneda, como así también de la versión 1815 que hizo acuñar Rondeau en el mismo Alto Perú, o sea Bolivia.
Lo cierto es que durante todos esos años desde 1810 hubo anarquía monetaria en las provincias (no tan) unidas. Seguían circulando las monedas españolas, altoperuanas, incluso las conocidas como “chirolas”. Cuando se perdió el Alto Perú, las provincias que pudieron (Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y… Mendoza) debieron hacer sus propias monedas.
En el caso de la provincia donde atiende Dios (no a todo el mundo, se entiende), al no tener oro ni plata, se emitieron, desde 1822, billetes de papel y monedas de cobre (¡siempre dando el ejemplo la Reina del Plata!). La Rioja fue más afortunada, ya que gracias a su cerro Famatina, pudo acuñar escudos de oro (desde 1823) y reales de plata, algunas con el rostro de Juan Manuel de Rosas, donde ya se podía ver que en esa provincia había federalismo y vocación nacional a la vez.
Córdoba hizo acuñar pequeñas monedas de plata, concesionando la acuñación de las mismas a plateros privados, algunos de los cuales eran federales y otros unitarios, lo que se nota por las distintas simbologías en las distintas acuñaciones, todas del mismo valor. Córdoba también acuñó, en el exterior, “patacones” (un peso, un duro u 8 reales, 26 gramos de plata) de muy buena calidad, en 1848.
Mendoza también acudió a plateros privados, pero hay más, lo que nos indica que ya tenía en la sangre eso de “provincia díscola”: en 1823 el gobernador Pedro Molina acuñó una moneda propia, mendocina, fácil de falsificar como se ve en las fotos. En 1822 Molina había enviado a la Sala de Representantes (legislatura) un proyecto para acuñar moneda propia, y le fue aprobado. Dos talladores potosinos fueron traídos a la provincia para tal fin.
De todas formas, a poco de andar, el ejecutivo y el legislativo empezaron a disentir sobre las monedas. ¿De dónde salía la plata? En principio de las donaciones de vajillas de las clases patricias (que ya habían sido un dolor de cabeza para el gobernador San Martín). Pero también aparecieron falsificaciones, ya que eran monedas fáciles de imitar. Algunos ricos sacaron mucho provecho de ello, aprovechando lo que en Numismática se conoce como “Ley de Graham”: cuando coexisten acuñaciones de distinta calidad, la tendencia es a que circulen las monedas falsas y a que se acumulen las de alta calidad. ¿Te suena conocido?
Ante este delito, los representantes dictaron fuertes sanciones, Pero Molina ordenó re-acuñar las monedas, incluyendo las truchas. Algo así como ponerle un sello del Banco Central de hoy a billetes falsificados… Las monedas estaban siendo imitadas en Chile, pero prohibidas en las provincias vecinas a Mendoza.
Finalmente el Gobierno Provincial retiró las monedas, pero eso significó que los tenedores de monedas truchas vieron reducir en un 25 % su valor acuñado. Vino la inflación y de allí a la revuelta popular, la destitución del gobernador, la elección de Juan Agustín Maza (sólo gobernó un día), etc.
Años antes, siendo gobernador San Martín, se registró uno de los primeros casos de malversación de fondos en nuestra historia: dinero enviado por el Directorio porteño para gastos corrientes del gobierno provincial, San Martín los utilizó en otra cosa: equipar al Ejército de los Andes y pagar los sueldos atrasados a los soldados.
Mendoza en la segunda mitad del siglo XX
Estas cosas nos obligan a repensar eso de que “Mendoza es una provincia gorila”. Pero también el pasado inmediato, el del siglo XX: en las elecciones de 1954 el peronismo ganó con más del 71 % de los votos. Había muerto Evita y Perón estaba cerca de ser derrocado. En 1955 el peronismo fue proscripto en nombre de la libertad. Y en nombre de la “república” se derogó, por decreto, la Constitución Nacional de 1949.
Recordemos que Perón había elegido el Congreso Nacional de Filosofía (1), Mendoza, 1948 (que fue más bien internacional), para dar a conocer los trazos de la llamada Doctrina Peronista e imagina un mundo equidistante de las dos opciones materialistas de esa época: EE. UU. y la URSS. El propio Martin Heidegger casi llega a participar, pero dicen por ahí que Perón no creyó conveniente su presencia por haber apoyado al nazismo. Heidegger sería, empero, uno de los principales inspiradores del filósofo peronista Rodolfo Kusch, fallecido en 1979.
Dicho de otra manera, el peronismo pisó muy fuerte en la Mendoza de San Martín.
Al caer Perón la política argentina se fragmentó: socialistas, radicales, trotskistas, democristianos y hasta comunistas se dividieron entre quienes no querían a Perón -ni verlo en fotos-, y quienes empezaron a acercarse al ver que, por lo menos, durante la “dictadura” del General no hubo FMI y los votos estaban allí. Tampoco Perón había bombardeado la Plaza de Mayo ni fusilado militantes en los basurales de José León Suárez, etc.
Esa fragmentación se vería reflejada en Mendoza en las elecciones de 1957: hubo casi 28 % de votos en blanco y el resto de los votos peronistas estaban repartidos en partiditos que surgieron quizás como herramientas que reemplazaran al PJ.
En 1961 los gansos, aprovechando la proscripción del peronismo, obtuvieron 94.000 votos, pero el batacazo lo dio el nuevo partido Tres Banderas, con casi 50.000 votos. Hubo casi 20.000 votos en blanco, lo que indica que, llegados al poder los gansos, los cabecitas negras iniciaban la Resistencia.
Saltamos a 1973 y se puede ver que el levantamiento de la proscripción y la política aperturista del mismo peronismo hizo que el FREJULI obtuviera casi el 50 % de los votos. Habían pasado cosas: la Resistencia, el cambio de mentalidad de la iglesia Católica a partir del Concilio Vaticano II, los Curas del Tercer Mundo, el “diálogo entre cristianos y marxistas”, y el surgimiento de la Gloriosa JP. En el mundo, la Primavera de Praga y el Mayo Francés fortalecían y resignificaban la tercera posición. En el peronismo algunos abrazaron esos nuevos vientos (la Patria Socialista), otros seguían en los viejos corsets, y siguen hasta hoy, y hasta han metido allí a muchísimos jóvenes. Así estamos.
En 1952 Perón se ufanaba del triunfo electoral: “la primeara elección la gané con los hombres, la segunda con las mujeres, la tercera la voy a ganar con los niños”. Lo dijo. Y así ocurrió. El triunfo de 1973 fue gracias a la nueva sangre y el nuevo peronismo, la Juventud Peronista, la “Tendencia Revolucionaria”. Es aquí donde debemos detenernos a estudiar a Alberto Martínez Baca, último gobernador verdaderamente peronista de Mendoza. ¡El último en serio! Recordemos algo de él:
Martínez Baca llegó, como los gobernadores de Buenos Aires, Córdoba, Santa Cruz y Salta, de la mano de esa Juventud Peronista, radicalizada por el proceso de crecimiento de la conciencia política que se dio en el mundo según vimos antes. Obviamente, duraron poco (Martínez Baca 25 de mayo de 1973-6 de junio de 1974). En los casos de Buenos Aires y Mendoza, los propios vicegobernadores, aliados de la derecha peronista, fueron el brazo ejecutor de sendos golpes institucionales.
Martínez Baca había nacido en Tres Arroyos, Buenos Aires, y falleció en 1984 en la Ciudad de Buenos Aires, a los 76 años. Era bioquímico formado en la Universidad Nacional de Córdoba. De joven se había radicado en Gral. Alvear y San Rafael, donde aún hoy hay amigos ex presos políticos (y ex compañeros de calabozo) que lo recuerdan con afecto y admiración. En 1966 había sido candidato a vicegobernador acompañando a Ernesto Corvalán Nanclares. Estaba presidiendo el Partido Justicialista provincial. Fue también presidente del Colegio Farmacéutico y Bioquímico de Mendoza.
Fue Héctor José Cámpora quien lo propuso para candidato a gobernador en 1973 y ganó… por el 71 %, porcentaje superior al obtenido por el FREJULI a nivel nacional
Era un dirigente político clásico, tradicional, pero muy respetado por la “Tendencia”. Fue fiel a esas ideas, a esa actualización doctrinaria que verdaderamente había ocurrido desde las bases, y al trasvasamiento generacional, que el propio Perón había anunciado, sin llegar a ser “montonero” como falsamente se lo acusó.
En Wikipedia leemos: “Durante su gestión, se extendió la electrificación rural por medio de catorce cooperativas fundadas para ese fin, se construyeron once escuelas primarias y dos secundarias, se inició una reforma de las defensas contra las crecidas de los ríos. Se reformó el Estatuto del Empleado Público, se avanzó en una reforma del sistema penitenciario y judicial, y del sistema educativo por medio de un congreso pedagógico y de la Dirección de Enseñanza Técnica. Se suprimieron los aranceles hospitalarios, se lanzó un programa de salud rural”.
Así como suena, electrificación rural, fomento del cooperativismo, construcción de escuelas, fomento a la enseñanza técnica, salud pública, etc. Un “zurdito peligroso”.
Así fue que le inventaron una causa en torno a Bodegas Giol, estatal, y entonces la oposición, con la complicidad de su propio vicegobernador (Carlos Mendoza, vinculado a la burocracia sindical), fue suspendido en su cargo en junio de 1974. Asumió Carlos Mendoza, luego murió Perón y luego Isabel mandó la intervención federal. Martínez Baca sería perseguido por la Triple A y arrestado por “el Proceso” hasta la llegada de la democracia. Moriría al año siguiente en Buenos Aires de un aneurisma.
La derecha gorila-gansa-radical de Mendoza, junto a la derecha-gorila-gansa-peronista son los que escribieron la historia de la provincia, en la que este “zurdito” parece que no existe. Pero sí, existe, existió y nos proponemos sacarlo del olvido (2) (3). Alberto Martínez Baca murió olvidado por sus “compañeros” y pobre, como pobres murieron Manuel Belgrano, su concuñado Juan Manuel de Rosas, Hipólito Yrigoyen y otros.
“Pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla” y el peronismo mendocino desconoce su propia historia, desconoce a sus héroes y mártires, desconoce la obra de éstos. El peronismo está desconectado de sus raíces en todo el país, pero en Mendoza lo notamos más porque vivimos acá. Si no revertimos eso, tendremos Cornejos y Suarez para rato. Tendremos Mendoexit y nuestra provincia será repartida entre capitales extranjeros que la convertirán en todo lo contrario de lo que soñó el General San Martín. Si la Historia de la Patria Grande empezó en Mendoza con San Martin y en el norte con Belgrano, Güemes y Bolívar, ¿por qué hemos de resignarnos a que muera en Mendoza?
Columnista invitado
Carlos Benedetto
Museólogo, espeleólogo, profesor de Historia jubilado y presidente de la Federación Argentina de Espeleología (FAdE). Escritor y periodista. Miembro de la Comisión de Ambiente del Instituto Patria. Director del quincenario Sin Pelos en la Lengua. Fundador del Frente Opositor al Servicio Militar Obligatorio (FOSMO, 1982). Co-fundador de la Biblioteca de la Memoria Jaime De Nevares (2007) y de la Agrupación Luis Barahona (2018).
Nota sobre las iliustraciones
Las imágenes muestran algunas monedas mendocinas de hace dos siglos, y cuadros donde se ve que el peronismo creció cuando fue fiel (y actualizó) a sus propias banderas históricas. Fueron copiadas del libro “DE LA PROSCRIPCIÓN AL PODER. Historia, evolución y luchas del peronismo en Mendoza (1955-1973)” de Yamile Alvarez, EDIUNC, Editorial de la Universidad Nacional de Cuyo.
Notas
1) https://www.filosofia.org/mfb/1949arg.htm
2) https://piramideinformativa.com/2021/09/la-martinez-baca-sigue-abordando-el-drama-de-rios-que-nacen-en-malargue-pero-no-pertenecen-a-malargue-por-carlos-benedetto/
3) https://www.facebook.com/La-Mart%C3%ADnez-Baca-100309072355235/