¿Se puede ser más argentino cada día? La respuesta que me surge, en una noche de viernes, y después de la derrota argentina frente a Francia 1 a 0 con el gol de Mateta en los Juegos Olímpicos de París me lleva a decirme que sí.
Es difícil que el fútbol no nos congregue mucho más que un pibe que meritoriamente se ganó el oro saltando con su bicicleta. Sin embargo, el fútbol pareciera que es de todos. Y estaría tentado de pensar que hasta ese pibe hubiese festejado más un gol para un empate agónico de Argentina frente a Francia que su propia medalla dorada. Porque claro, ya lo han declarado diferentes deportistas, como El ‘Mago’ Coria quien sentenció, hace tiempo, que cambiaría toda su carrera por algunos minutos con la camiseta de River.
Lo mismo dijo Maravilla Martínez, el boxeador, también pensando en la banda roja de Núñez. Del Potro, fanático xeneize, hubiese entregado la ‘Ensaladera de Plata’ por ponerse la de Boca. Y creo que así todos nosotros, los 45 millones de argentinos y algunos más que andan por el mundo y que gustan de la celeste y blanca, porque ser argentino se está transformando en una doctrina, en un compromiso con la patria, esa identidad que tanto nos marca, ese sentimiento por la hinchada, esa forma tan particular de ser, mezcla de tanos, polacos, gallegos, criollos, y tantos otros más, entonces ahí están los que saltan por nosotros, quizás muchos de ellos se nos parecen, sobre todo desde el corazón y la entrega.
No hay mucha diferencia en la pilcha de Diego, en Fiorito, con la de los pibes de Bangladesh o de algún otro lejano lugar del mundo que, al ver un triunfo argentino, o al observar la entrega de los nuestros, creo que tiene que ver con eso, no dudan ni un segundo en enarbolar nuestra bandera y arriba de motos o algún viejo camión, a puro bocinazo, como si fuera cualquier barrio de cualquier parte de la Argentina, disfrutan de nuestra victoria. Y estuve a punto de decir como si fuera de ellos, pero yo creo que también lo es. Y para eso estamos, para eso estuvo siempre el argentino. Porque tenemos 10.000 defectos, y creo que 11.000 virtudes, y una de ellas es esa, la solidaridad, la empatía, abrazar al otro, aunque nos nieguen. aunque nos quieran hacer creer que por seguros y convencidos de nosotros mismos somos soberbios siempre hay un brazo argentino tendido para cualquiera. Vengas del lugar del mundo en donde vengas. Argentina es eso. Argentina te alberga.
Por eso los yanquis, los gallegos, los italianos que aparecen en redes sociales y que se quedan a vivir acá se transforman rápidamente en un argentino más. No me puedo pensar no siendo argentino. Me resulta imposible y al mismo tiempo agradezco y me siento tan bendecido de serlo.
Quizás el fútbol en el que no ahondé en detalles me llevó a meterme en este berenjenal de palabras, el deporte fue una excusa, porque esta columna va dedicada a nosotros, y fundamentalmente al agradecimiento.
Yo creo que la puntita de los dedos del ‘Dibu’ Martínez, o la tapada con la pierna en el final contra Kolomani, es lo que nos hace hoy ser un pueblo que disfruta de las pequeñas cosas. Quizás sin el fútbol, que como dijo Valdano es lo más importante de lo menos importante, estaríamos perdidos.
Columnista invitado
Ezequiel Martín Rozada
(Venado Tuerto, Santa Fe, 1988). Técnico superior en Periodismo Deportivo y jefe de redacción del suplemento de deportes del Diario Pueblo Regional. Al mismo tiempo, el ‘Loco’ es el cantante de la banda de rock ‘La Vieja Putrefacta’, con la que ha sacado tres discos y escrito la letra de más de 30 canciones. Gracias a su amor por la pelota y la buena voluntad de sus amigos, Rozada fundó un equipo de fútbol denominado ‘Figlio di Puttana’, el cual fue el punto de inicio y musa inspiradora para empezar a escribir su primer libro. En sus comienzos trabajó en radio y televisión, fue relator de la Liga Venadense de Fútbol, pero dejó todo eso para poder ser protagonista de su propia existencia, plasmando sus múltiples experiencias en canciones, cuentos y actuaciones, que siempre salen de una pluma decidora y cargada de verdades.


