Ante la destrucción de la Argentina, que no es otra cosa lo que genera el Presidente Javier Milei, más del 70 % de los habitantes de nuestro país se expresa en forma contraria a sus objetivos. El significativo vacío que sufriera en instancias de la presentación del Presupuesto en el Congreso Nacional el domingo próximo pasado, es una respuesta inequívocaa que, a pesar de no haber sido instigada ni premeditada, deja muy en claro que va de salida en la consideración pública, más allá de cierto núcleo duro de odiadores seriales.
Sus equipos de funcionarios nunca fueron tal cosa, incluso desde su arribo a Casa Rosada ya son más de 50 las personas que abandonaron su cargo de alta responsabilidad, o porque fueron echados sin más o porque sus propios mandantes les recomendaron dar un paso al costado. Este es el gobierno de las corporaciones trasnacionales y tiene, entre otras espadas que lo sostienen, nada más y nada menos que al “fondo de inversión” BlackRock, que atesora en su patrimonio tantos activos que conforman el tercer PIB mundial.
Recuerdo cuando algunos que creen saber de política, a una semana de la asunción de La Libertad Avanza decían ver una gestión frágil, a lo que trataba de explicarles que tal cosa no era así. En las nebulosas de esos primeros días y antes que la presentación del famoso DNU impulsara la generación de cacerolazos en las principales ciudades del país, comenzábamos a comprender que la ultraderecha a cargo de los destinos de esta tierra promisoria a la que desean convertir en colonia, ya había logrado su cometido principal.
El topo se halla a cargo del timón y desde ahí no detiene la sumatoria de desaguisados con las cuentas públicas, mientras impera también la Ley Bases, otro de los escasos pero abigarrados instrumentos con los que produce una reforma constitucional en los hechos. En apretada síntesis, esta es la nueva deriva en la que fuimos embarcados a partir de la soberanía del voto popular. Por lo tanto sólo queda mirarnos entre quienes nos hallamos en la vereda de enfrente de la entente narcocapitalista anarco colonialista.
En lo que podríamos considerar el ancho mundo de las ideas del campo nacional y popular me llamó especialmente la atención que ocurrieran dos hechos muy significativos con diferencia de escasas horas. Por un lado la renuncia de Ricardo Alfonsín a la Unión Cívica Radical, algo que dijo venir pensando desde hace 10 años y que ocurriera ante la evidente derechización de las máximas autoridades del partido que fundaran Alem e Yrigoyen. Por otra parte, los chisporroteos en el contexto de Unión por la Patria se salieron de madres y vimos que Eduardo Wado De Pedro daba a entender que Sergio Massa debía dar explicaciones por algunos hechos que lleva adelante el oficialismo.
Si bien es dable reconocer que la oposición mayoritaria al entreguismo oficial se mantiene unida en lo atinente a las cámaras de diputados y senadores, más allá de algunos tránsfugas que se desmarcaron votando junto a los depredadores de nuestra nación, recordemos aquella denuncia que hiciera el dirigente social y ex precandidato presidencial Juan Grabios ante la requisitoria periodística del diario La nación.com.ar, cuando sin ambages señaló al Frente Renovador de haberle garantizado los candidatos al macrimileísmo.
Largo sería realizar aquí el análisis de todo lo que ocurriera en la previa de la última elección presidencial, pues con ánimo de producirle bajas de votantes a las expresiones políticas opuestas dando entidad a la novedad que encarnaba Javier Milei, a varios el tiro les salió por la culata. Asimismo creo que en algún momento será necesario encarar de frente la discusión respecto de todo lo que ocurriera, cuyo resultado hoy se lleva puestos los sueños y hasta la vida de amplios sectores de la vida en comunidad. La casta terminaron siendo los pobres.
Mientras el tigrense aún evalúa cuándo será el mejor momento para hacer su aparición pública, como si tal cosa fuera sinónimo de algo que le aporte a la lucha de nuestro pueblo contra el hambre, no somos pocos los que pensamos que se muestra tal cual es y hasta que la embajada yanqui no le diga que aparezca, quizás sólo para hacer más ruido hacia el interior de la oposición panperonista, la cosa seguirá tal cual hasta ahora. Esto demuestra, por cierto, una frialdad propia de un especulador al que poco le importa el sufrimiento popular.
Cuando el ex Presidente Néstor Kirchner asumiera con poco más del 22 % de los votos decidió encarar lo que llamó transversalidad, en el convencimiento que parte de las estructuras partidarias tradicionales habían demostrado ser demasiado permeables al Poder real, en tanto entre los afiliados y militantes lo más probable es que hubiera una cantidad enorme de coincidencias. Peronistas, radicales, socialistas, comunistas, independientes estarían llamados a agruparse para darle volumen a lo que luego conociéramos como kirchnerismo.
Al caso de esa aberración que algunos llaman “cordobesismo” hay que agregar el apoyo logrado para este liberalismo brutal por parte de algunos otros gobernadores de extracción peronista. Allí quizás resida un hecho clave en todo lo que tiene que ver con el reseteo del mapa político en cercanías del derrumbe del laboratorio del que somos presa y que pretende terminar con la Argentina como Estado nación. Quizás haya que volver a pensar en un armado que sepa hilvanar nuevas coincidencias programáticas entre personas y agrupaciones.
Ante el peligro de profundización de un fascismo que por ahora sólo utilizan para asustarnos -más allá de algunos hechos que demuestran por goteo que nos gobiernan quienes fueran la pata civil de la última dictadura- quienes nos hallamos enfrentados en forma rutilante y sin regreso contra todo lo que emana de Balcarce 50, necesitaremos extremar recaudos en la conformación de nuevas mayorías populares. El camino de la transversalidad parece asomar en línea de horizonte. Prestemos atención. En buena medida, de esto depende lo que viene.


