Celebración de todo aquello que nos desborda y entonces emerge en forma de versos, para ilustrarnos a nosotros mismos y luego a la posteridad acerca de los perfiles vitales con los que convivimos. La necesidad de contar esas emociones, lo que vemos más allá de lo aparente, lleva a quien escribe a compartir lo que su pluma hace florecer por los entresijos de los dobleces. Por ello son bienvenidas las palabras nacidas de lo profundo de todas y cada una de las personas que se permiten ese ejercicio que ha generado bellísimas obras de arte.
Crear mundos al tiempo que describimos los que forman nuestra condición, en medio de las fragilidades con las que debemos lidiar. suele estar destinado a solazarnos al tiempo que nos espeja en nuestras emociones mas vívidas. La perspectiva de quien compone un poema oficia de bálsamo ante la dura existencia. Cobran valor entonces tanto la abstracción como el ojo de quien nos comparte lo que ha producido en tanto vector de la creación. La base de las canciones es la poesía, aunque muchas veces lo olvidemos.
Lo manifiesto de este modo para dejar a la vista que a todos nos hace bien el fenómeno de lo poético, aunque existan quienes trabajan para aislar esta forma artística poniéndola en una especie de limbo para pocos, o espacio al que no sería positivo arrimarse. Nuestras líneas, reunidas en diarios personales o cuadernos que atesoran las propias experiencias, quizás estén destinadas a ser un montón de hojas ocupando un lugar en la mesa de luz. Otras veces es posible animarnos a sacarlas para darlas a la luz pública, para hacer la comunicación.
Mi tierra
Es un lugar en la Tierra
donde las montañas
se funden con las nubes
y solitarios cóndores
danzan un vals en el celeste.
Armonía…
tensas cuerdas sonoras
vibran en el sereno silencio
de sus noches estrelladas.
Dicen que, en ese valle,
donde la razón era el desierto,
tierra yerma, aridez, sequía,
el realismo mágico
de sus inspirados habitantes
pintó un oasis de vegetal simetría.
Una excelsa sinfonía de verdes
que realza el intenso colorido
del multiforme paisaje natural.
Cuando esta tierra ignoraba
su futuro de vino y de guitarra.
Mendoza era el valle de güentota,
patria de agrelos y de huarpes,
territorio del puma y el matuasto.
el agua remansaba en las lagunas
o se perdía mansamente en el desierto.
Ahora con prolijidad discurre
por miles de acequias y canales,
con un rumor que semeja una tonada
y cambia de ritmo cuando,
alguna pendiente la acelera en cueca.
Es donde ahora,
los álamos hablan con la luna
y el sol es una presencia permanente
que todo lo aclara, que todo lo ilumina.
Es la tierra donde las uvas
son más grandes, son más dulces.
Los racimos superan los dos metros
y sus granos llegan a ser como melones.
Dicen que sus habitantes,
hacen del amor y la amistad
un rito mágico que asombra al visitante.
¿Será cierto que, el imponente paisaje
parece una gran ocurrencia humana,
con higiene rigurosa y aire climatizado?
A mí me parece que exageran.
No creo que las uvas
tengan granos del tamaño de un melón
ni sus racimos superen los dos metros.
Lo de las acequias,
puede ser un truco de audio
con artefactos y cables escondidos.
No imagino a la luna
hablando con los álamos,
ni un paisaje con aire acondicionado.
Pero Mendoza,
y esto sí que podría hasta jurarlo,
es un lindo lugar para vivir
o por lo menos visitar de vez en cuando.
El río cambió de nombre
Un estruendo de improviso
estremece las montañas,
se prolonga por el valle
tremolante y misterioso.
Los forasteros se asustan,
se quedan tensos, callados,
mientras los huarpes de allí
siguen tranquilos, serenos
como si nada ocurriera.
Tuni an dice uno de ellos,
Tuni an repiten otros.
Tuni an; almas caen,
les traduce el lenguaraz
y señala la silueta
del gigantesco volcán.
Los huarpes creen que el ruido;
estertor ahogado y denso
que ha inundado todo el valle,
son las almas de los muertos
que caen por el volcán.
Y todos, cerca de río,
cuando estalla aquel estruendo
lo explican de esa manera:
tuni an, tuni an; almas caen.
El volcán se está apagando,
el hielo lo ha adormecido
y ese ruido impresionante
son sus últimos quejidos,
bramidos de despedida
del gigante que agoniza.
El río Malon Putú,
que baja de las montañas,
es vecino desde siglos
del volcán Tupungatito.
Ya no es más Río Amarillo,
antiguo Malon Putú.
Hoy su nombre es Tunuyán.
Las aguas que ahora riegan
viñedos y manzanares
se estremecieron entonces
con un retumbar de almas
cayendo por el volcán,
eran tuni y eran an,
tuni an, tuni y an.
Es tan larga la edad de un río
que hasta puede mudar de nombre.
Por su tono sulfuroso
y los ocres que refleja,
se llamó Malon Putú,
es decir; río Amarillo.
Y por la unión de dos palabras
que un misterio en la montaña
pretendían explicar;
el tuni an de los huarpes
se convirtió en Tunuyán.
La tonada
No es fácil encontrarla en recitales.
No es motivo para grandes auditorios,
ni requiere de lujosos escenarios.,
La tonada es la distancia de un abrazo.
Es un acto de amistad y de cercanía,
entre quienes ya comparten tiempo y años
o recién se conocieron hace un rato
y ya son como compadres, bien amigos.
La tonada es para el patio y la cocina,
la reunión bajo el parral o la enramada
y se presta muy bien a una ventana
cuando va trasnochando en serenata.
La tonada es puntana, es sanjuanina,
mendocina como el Cerro de la Gloria.
En la música se hermanan los cuyanos
compartiendo la costumbre, el sentimiento
y entonando con las cuerdas bien templadas
lo que nace desde el pecho y la garganta.
El cogollo que florece entre las coplas
en la boca del que toca o del que canta,
con sus versos de espontánea ocurrencia.
Es un homenaje que dedica la tonada,
cálido arte de halagar improvisando
tradición tan propia de cuyanos,
cuando suelta el acorde una bordona,
y ya estamos destapando otra botella.
Columnista invitado
Avelino
Avelino Domínguez es recitador, poeta, dibujante y fileteador. Miembro fundador y primer presidente de la “Asociación de Escritores Independientes Quipus”. Actualmente es vicepresidente del Círculo de Poetas de la Ciudad de Boulogne, Buenos Aires y Cónsul en San Isidro del Movimiento Poetas del Mundo. En 1995 publicó con el seudónimo de “Avelino” el poemario Los Verbos Conjugosos Editorial Argenta Sarlep, que fuera presentado en Casa de Mendoza en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ha publicado cuatro poemarios y participado como poeta e ilustrador en catorce antologías publicadas por el Círculo de Poetas de Boulogne. Ha colaborado en tres antologías publicadas por editorial Dunken. También en la antología trilingüe “Senda Poética” editada en Chile por el movimiento Poetas del Mundo, además de en otras tantas editadas en distintas localidades y provincias argentinas. Y es coautor junto a otros siete sobrevivientes de la dictadura del libro No Nos Pudieron publicado por Acercándonos Ediciones, Buenos Aires, Argentina. Difunde también sus trabajos en el formato de video-poemas en su canal de youtube; @videosdeavelino