(viene de la edición anterior)
Resulta que me sacaron de akí, vaya a saber cuándo y cómo, además del título de la Universidad del Comahue y los estudios de la Universidad del Sur, la partida de nacimiento y la constancia de secundaria. Los tres colegios donde estudié: 1º y 2º año en el Colegio del Huerto, Tucumán; 3º año en la espantosa escuela del Barrio General Belgrano, ahora nuevamente Evita, que entonces estaba en una especie de pabellón de lata y para una ex alumna de escuela privada católica, era inconcebible la sumatoria de infraestructura tan inadecuada y el grupo de salvajotes de mis compañeros cuando cumplí los 15 años. Y 4º y 5º año en el Colegio Nacional de Bahía Blanca. Allí, por habernos mudado justo al comienzo de las clases caí en 4º E. Que a 5º año llegáramos la mitad de los alumnos me inspiró varias hojas de narrativa extraviada en el ciber espacio con la vieja compu. De esos cursos fui compañera de quien fue intendente bahiense y ahora es legislador.
En la noche previa al eclipse leí lo que había escrito esos días. Haber recordado este período tan denso me descentró totalmente.
A las 06,06 hs era el eclipse solar y según la Reina de Fuego era el mejor momento para una buena cosecha de pencas para hacer la tintura de aloe vera. Pero solamente pude recuperar el equilibrio haciendo las mágicas meditaciones de YouTube MANTRA LUZ DORADA DE SABIDURÍA varias veces cantando en sánscrito esos sonidos que me recordaban cuando los hacía en el embarazo, haciendo las rotaciones del chi kung y después MEDITACIÓN GUIADA PARA EXPANDIR LA LUZ DIVINA.
Quedé como nueva para la hora del eclipse.
Entonces corté las hojas más grandotas de la planta de la ventana del sur que había trasplantado Pablito y que era hija o nieta de la que trajo mi hermana de la casa de mi hermano bahiense. Eran tres aloe vera. Una llevé al ranchón y quedó allí. Otra se llevó a la casa donde tenía su librería-mercería a dos cuadras de la placita Serrano y el padre de sus tres hijos menores -asombrosamente parecido al actual presi- tenía la bicicletería delante de la hermosa selva urbana donde ubicó la planta de aloe vera bahiense. Ese caserón había sido donde el abuelo tuvo una lechería. Los chicos fueron al mismo colegio al que había ido su papá.
Fui a comprar carne picada para darles con ajo bien picadito, al Churry, Manchita y Pitágoras. para después escuchar por la radio pública el programa de Aliverti. El entrevistado es el director de la cooperativa “La vaca” y de “La Mu” de excelente edición.
Comenzó contando el tema del periodismo que fue otro desde Yabrán y el asesinato de Cabezas.
Entonces recordé que el Primer Encuentro de Escritores Rionegrinos en las Grutas, lo encabezó el director de la Biblioteca de San Antonio Oeste, igualito a Yabrán.
Lo escribí y lo hablé con mi hermana que me dijo algo así como: -Ya conocemos el tema de los arquetipos… Tenemos en todo el mundo seres que son como… Después me pasó otra vez con el programa de una universidad privada por la tele. También al director, le vi un extraño parecido a Yabrán. Supuse entonces que era el tema de los zombis. Akí, en la Argentina, pero fundamentalmente en Las Grutas, vaya a saber por qué aparecen de pronto los muertos.
Creo que fue entonces que sólo me centré en el tema de los edificios públicos. Porque yo reconozco que la sumatoria de una miopía y mi olvido de usar los anteojos, sumado a esas ideas fijas de los que somos medio persecutas hace que todo sea confuso.
Por el tema de la salvajada de querer tirar abajo el Hospital Borda, y es de imaginar que después irían al Moyano por eso que había leído o escuchado por ahí en algún medio de unos negociados inmobiliarios para avanzar sobre la zona sur de Buenos Aires. Después de Puerto Madero sonaba a un negoción.
Describí en “El arte todo lo kura” que se notaba que la edificación del Moyano tenía algo similar a la del Zoológico. Pero en tantos años vi las reformas al zoo por los derechos de los animales y por los derechos de las pacientes internadas en el Hospital Moyano, jamás supe absolutamente nada.
Lo había recorrido hace unos pocos años cuando estaba haciendo los trámites para la jubilación intentando buscar a mi excelente psikiatra cuando salí de la plenitud.
Hace unos diez años, estaban los mismos palacetes llenos de telarañas y grela y recuerdo cuando entré a uno preguntando por mi doctor y vi unas mujeres encerradas en un estado tan terrible que cuando yo les pregunté a unos doctores que estaban de impecable guardapolvo blanco, solamente me sacaron sutilmente de allí. En tantos años de democracia nada había cambiado en ese lugar.
Y lo mismo parecía pasar en el hospitalito local, con la sala de rayos que parecía rezago de la primera guerra. ES DECIR QUE LA INVERSIÓN EN LA SALUD PÚBLICA LOCAL BRILLABA POR SU AUSENCIA.
Pero hay otro problema en la salud pública: LA PRIVATIZACIÓN ENCUBIERTA DE LAS OBRAS SOCIALES.
Justo regresaba de haber estado con mis hijas y saber los terribles tratamientos del cáncer a dos personas muy cercanas: ambas tuvieron la aparición en una mama de un tumor del tamaño de un guisante. Y me encontré con la compañera ex presa política a quién ya le habían hecho la masectomía de una teta y empezaba la quimio y los rayos. Estuve con ella en el sanatorio porque era cuando yo había decidido parar en un hotel para ir a ver al psikiatra por el tema de mi cobertura social pampeana. Porque estos temas me ponen demasiado densa y decidí ir a un lugar neutral para que mis hijas no se pongan mal por mi estrés.
También a Nancy Vecchio, compañera profe del terciario de Catriel, le habían detectado un tumor del tamaño de un guisante. Ya estuvo akí después de su kimio y antes de la operación en que le van a sacar los dos pechos para luego ponerle un implante. Y el doc para hacerle una buena operación le había pedido $ 23.000 además de lo que paga la obra social rionegrina… Ahora logró que al doc se lo pague el IPROSS. En algún momento habría que contabilizar cuánta guita se paga por un tratamiento así.
Cuando llegué del viaje apareció el tumor del Churry. Y por supuesto comprendo que a los oncólogos no les debe resultar interesante esto de preparar la tintura de aloe vera. Tal vez en otro tiempo se hubiera podido hacer. Recuerdo que los compañeros chilenos que llegaron a Bahía luego del pinochetazo contaban cómo se encaraban estudios de fitoterapia en las universidades para verificar qué era realidad y qué contraproducente.
Pero la situación de Anita es peor. Ella declaró en el juicio por la represión en Tucumán. Y yo conocí al esposo, dirigente gremial, que era igualito al abogado desaparecido que está en el libro que fotocopié y retiré ayer, por esos temas de las cosas que desaparecen del iglú.
El libro es “ABOGADOS DESAPARECIDOS” de la Comisión de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones políticas, de octubre de 1988.
En la página 54 hay una foto de Giordano Cortazzo, Héctor Orlando, abogado uruguayo desaparecido, que cuando leí el libro me resultó asombrosamente parecido al entonces esposo de Anita, docente tucumano. Sin tener posibilidad de corroborar o refutar dicha hipótesis, y preguntándome sobre el tema de mis anteojos y mis delirios.
Estaba escribiendo mirando el hermoso programa “Puentes de esperanza” y Valeria Schapira, su autora, presentó su libro “Dolores del alma. Un viaje del dolor al buen amor”. Manchita gruñó entonces y comprendí que era tiempo de ir a dormir por ese tema del perdón y perdonarse que ni ella ni yo aceptamos, por ser de MEMORIA ACTIVA.
El sábado tenía la clase de percusión con el profe del hermoso coro grutense. No fui porque estaba escribiendo o corrigiendo. Pero sí decidí ir al recital o concierto de percusión de la Fundación Cultural Patagonia en la Casa de la Cultura y la Historia. Era a las 21,30 aunque jamás voy a esa hora. Con la costumbre de ser madrugadora, sé que me duermo. Y me pasó. Me parecía absolutamente imposible dormirme con un recital tan hermoso, con esa polenta de los percusionistas. Ni sikiera me quedé a saludarlo al hijo de la directora de nuestro querido colegio de 25 de Mayo, La Pampa, que era uno de los artistas. Estaba casi segura que fue alumno mío. Podría haberle preguntado por la posibilidad de hacer la peli grutense porque el INSA, hoy Universidad de las Artes, tiene esa carrera. Pero eso de haberme kedado dormida era un papelón espantoso. Tal vez porque allí tuve la certeza que era al dope seguir con las clases de percusión. Tenían los músicos esa alegría, firmeza y soltura de los percusionistas que lograban les bailaran las manos en la marimba. Tal vez alguno de ellos era el gran amigo de quien me contó tenía un problema en las manos o muñecas que le impedía tocar cuando era lo que más amaba. Y que supuse se curaría tocando solo percusión en esos bongós inmensos, de puro cuero y tronco de árbol y lejos de los instrumentos electrónicos que tocaba uno de los músicos con esa alegría candombera.
Y debe haber sido que me dormí pensando en que una música de candombe no iría para la peli de “CALEIDOSCOPIO” que tendría que ser en tonos de milonga pampeana, supuse, porque soñé con el ranchón y la peli para construir ese jardín de infantes con la onda de María Montessori, por los niñitos abusados en la escuela especial. Soñé que lo limpiaba muy a fondo e incluso que restauraba el mural que pinté con los dedos y tiene la frase de I Corintios, 13: “Si no tengo amor no tengo nada”.
Debe ser que soñé con el ranchón por el llamado de mi ex alumna, poetisa de bellísimos poemas luminosos. Me contó que estaba mal, muy mal, que se había desmayado en la calle y que no reconocía a nadie, ni a sus hermanas. Pero me kería avisar que durante todo el mes de septiembre en la biblioteca harían talleres de encuadernación artesanal.
-Quieren internarme otra vez. Y yo no kiero.
-Viajaré para allá- le dije, impulsiva. Los recuerdos de nuestro gran poeta pampeano, Bustriazo Ortiz, a quién una internación por alcoholismo en el hospital le kitó para siempre la poesía, me alteró.
Pero me di cuenta por el Churry que recién salió adelante, que no era el momento apropiado.
(continuará)
Columnista invitada
Lucía Isabel Briones Costa
“Mi pecado fue terrible: quise llenar de estrellas el corazón de los hombres” decía el poeta… Desde los lejanos años de estudiante del profesorado en Historia en la Universidad Nacional del Sur, dediqué mi vida a la educación. En los tiempos previos a la dictadura de 1976 enseñaba en una vieja aula de la Facultad de Agronomía el bachillerato de adultos, tarea compartida con los compañeros, casi todos presos políticos después en Bahía Blanca. Cuando era rector Remus Tetu se hizo una razzia contra docentes, no docentes y estudiantes, especialmente contra los alumnos de Humanidades, Sociología y Economía. Estaba terminando mi carrera, cursando las últimas materias cuando fui detenida y puesta a disposición del PEN, el Poder Ejecutivo de la Nación, durante tres años y tres meses, hasta diciembre de 1978. Estuve en las cárceles de Villa Floresta, Olmos, Devoto y los tres últimos meses en la U20, la cárcel dentro del Hospital Borda, donde un prolijo tratamiento con drogas psiquiátricas hizo borrar totalmente mi memoria. Así me dejaron en libertad, diciéndole a mi padre: “Su hija es irrecuperable, será un vegetal hasta el día de su muerte. Que Dios les de la Santa Resignación”. Gracias a haber encontrado la ayuda adecuada pude recuperar, poco a poco, la razón perdida. Y me fui a La Pampa, donde fui docente de escuelas primarias y secundarias en la pequeña localidad de 25 de Mayo y en el Terciario de Formación Docente de Catriel, Río Negro. Recién en 1997, pude terminar mi profesorado en la Universidad del Comahue, para cuando mis compañeras de promoción de la Universidad del Sur ya estaban por jubilarse. Luego comencé la maestría en Historia Latinoamericana de los siglos XIX y XX, la cual se interrumpió cuando la Universidad no podía pagar a los docentes, varios doctores en Historia. En ese tiempo de docente rural comencé a escribir narrativa, tarea que continué al jubilarme en el bello mar de Las Grutas, en Río Negro. Seguí escribiendo con la alegría de dar un legado en su educación a mis hijas: la mayor psicóloga y la menor, maestra y profesora de Historia, ambas egresadas también de la Universidad del Comahue.