El flamante jefe de asesores de la presidencia, Antonio Aracre, aseguró que es necesario trabajar en una reforma laboral e impositiva para alcanzar acuerdos con los partidos opositores y así desactivar la grieta.
Aracre se acaba de jubilar como CEO de Syngenta. Se supone que como empresario debería aplicar su experticia hacia las políticas públicas. No me imagino a este señor manejando las relaciones de dicha empresa con, supongamos, Monsanto como propone lo haga el oficialismo con la oposición.
Propone que el oficialismo debe arriar sus banderas de protección social y derechos de los trabajadores e implementar las propuestas de la derecha de reducción de los derechos laborales, y de reducción del Estado en general. No creo que los dueños de Syngenta permitieran que le entregara gratuitamente la producción y venta de sus productos a Monsanto, tal como le propone al oficialismo para mejorar su relación con la oposición.
Los empresarios creen estar capacitados para administrar el Estado, mientras que no son capaces siquiera de reconocer la diferencia entre hacer ganar dinero a una empresa privada con incrementar el bienestar social, que es el rol principal del Estado.
La formación del primer gabinete de Macri es un claro ejemplo. El esperpentoso “mejor equipo de los últimos 50 años”; cuyos resultados fueron cuanto menos lamentables. Eso sí, el incremento de la desigualdad social y la reducción de los salarios no fueron errores, sino objetivos alcanzados por dicho gobierno, cuyo carácter clasista se evidenciaba cada vez que estos ex CEOs devenidos a funcionarios hacían declaraciones.
También sería recomendable que el Sr. Aracre antes de emitir consejos, particularmente al hacerlo en medios de amplia difusión nacional, se informara acerca de estrategias políticas, e incluso de los formatos de guerra asimétrico desarrollados desde el imperio, y tal vez entendería que la grieta no es algo casual. No son casuales las revoluciones de colores de Europa oriental, ni la llamada “primavera árabe”, ni que países como Venezuela, Brasil o EE. UU. se encuentran con situaciones de polarización política capaces de llevar estas sociedades a una confrontación civil. Somos todos productos de la misma ingeniería social.
Me cabe la duda respecto si las recomendaciones de estos empresarios deben analizarse como manzana envenenada. No puedo olvidar la experiencia de Ricardo Zinn, que fue secretario de Programación y Coordinación Económica de Celestino Rodrigo, pero trabajó como infiltrado, con el objetivo de hacer fracasar al gobierno de María Estela (Isabel) Martínez de Perón.
Claramente el empresariado en su conjunto ha apoyado la fallida experiencia de gobierno de los CEOs, ha saboteado la economía en los últimos años mediante prologadas corridas cambiarias, provocando disparadas inflacionarias (producidas por los formadores de precios), e incluso las entidades gremiales empresarias mostraron masivamente su apoyo a los miembros de la Corte Suprema y descalificaron las razones para su enjuiciamiento, incorporándose a una discusión que nada tiene que ver con cuestiones empresarias, mostrando así una clara toma de posición político partidaria.
Aracre propuso otra versión de la flexibilización laboral y de reducción de impuestos y de aportes patronales. Los empresarios piden reducción de costos laborales, pero no se hacen cargo que esa mayor rentabilidad no lleva al incremento del empleo, sino que solo aumenta la fuga de capitales. Los dirigentes peronistas Pablo Moyano (camioneros), Héctor Recalde (histórico abogado de la CGT), la senadora bonaerense María Teresa García (cuadro del kirchnerismo), entre otros (se siguen sumando), salieron con los botines de punta a desacreditar la propuesta flexibilizadora.
El recientemente designado asesor ha dado un muy mal consejo. Cabe preguntarse respecto de su capacidad para la tarea que pretende desempeñar, o siendo más suspicaz si pretendió aportar para el fracaso del gobierno. De última, la culpa no la tiene el chancho sino quien le da de comer.
La economía en el corto y el largo plazo
Las novedades respecto del corto plazo (inflación y tipo de cambio), siguen siendo tranquilizadoras. La inflación de diciembre fue de un 5,1 %, levemente superior al 4,9 % de noviembre, consolidándose en niveles lejanos a los valores de julio y agosto, de 7,4 y 7 % respectivamente; incluso pese a las habituales alzas de precios de las fiestas de fin de año. La inflación de 2022 acumuló un 94,8 %; no alcanzó los 3 dígitos (100 % o más) como insistían en anunciar los opinólogos asalariados de los dueños de Argentina.
Sin cosechas ni programas especiales para los sojeros, en enero disminuye el flujo de divisas, y es esperable un aumento del dólar fuga. La situación está lejos de ser dramática, pese a las habituales noticias alarmistas de la tevé. Es verdad que la brecha cambiaria tuvo un cierto aumento, pero no llegó al 90 %. Considero que se está afianzando la estabilización económica, aunque el costo es la aplicación de la política de fuerte ajuste del gasto público, y por tanto la ralentización del crecimiento.
Volviendo al nuevo asesor del presidente, si este hombre fuera más astuto se dedicaría a aconsejar respecto de lo que sabe. La empresa que dirigía es una industrial que elabora diferentes agroquímicos: insecticidas, herbicidas, fungicidas, productos para el tratamiento de semillas, además de prestar servicios al sector agropecuario.
Es claro que conoce los requerimientos del sector agropecuario, y el desarrollo de las industrias proveedores de insumos para éste. Se trata de un sector que cuenta con escala suficiente, dadas las dimensiones del agro argentino, para constituirse en un motor para el desarrollo, y las producciones biotecnológicas y farmacológicas aplicadas podrían constituirse en una de las bases para nuestro desarrollo.
Hoy desde el gobierno solo parecen pensar en promover producciones para la exportación, como el litio o el gas de Vaca Muerta, con producciones en factoría, donde los productores de las maquinarias y de los insumos productivos, al igual que los mercados del producto, están en el exterior: extractivismo.
La actividad económica se caracteriza por los encadenamientos, y lo que debe hacerse es crear o fortalecer los eslabones de la cadena, particularmente cuando se cuenta con una producción con escala suficiente para permitir que el conjunto de la cadena alcance la competitividad internacional. Así se construirá la auténtica solución a nuestra sistemática escasez de divisas.
La industria es una construcción humana, y su competitividad internacional también lo es. La elevada productividad agropecuaria de la pampa húmeda nos fue otorgada por la naturaleza y sin esfuerzo alguno para alcanzarla, y ha dificultado el desarrollo de sectores productivos capaces de generar ocupación para el conjunto de los argentinos.
El ex ministro Matias Kulfas es un reconocido académico, estudioso de la industria argentina, y su nombramiento, más allá de sus escasos logros, estuvo determinado por la idea de establecer una política de desarrollo industrial.
Cuando nombraron a un CEO de la industria supuse que vendría a intentar nuevamente políticas de desarrollo. Aracre debería ponerse a elaborar propuestas en ese sentido, dando utilidad social a sus conocimientos del mercado agroindustrial, sus capacidades y potencialidades, en lugar de opinar de lo que no sabe ni menos entiende.
Mientras tanto en la Corte
Las novedades políticas se concentran en el enfrentamiento del gobierno con los jueces del poder económico. Ríos de tinta han corrido al respecto, pese que recién el viernes 13 se conoció la presentación oficial ante la comisión bicameral.
Finalmente, el presidente decidió ponerse a la altura de su investidura y enfrentar al poder, en su rama judicial. La relación de fuerzas de la Cámara de Diputados nos permite ya saber que, pese a lo que pudiera suceder en la comisión, la oposición amarilla jamás permitirá se destituya a “su” Corte.
El gobierno puede probar y comprobar que sus fallos no son justos, y que los jueces de la Corte están totalmente comprometidos con los intereses de los grupos económicos. Rosenkratz, cortesano designado por Macri, fue abogado del grupo Clarín, ese que invitó a los jueces al lago Escondido; pese a lo cual no se apartó de los casos de su ex cliente. Pero esta oposición los absolverá de todo.
La discusión será en la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados, y la idea oficial es provocar un desgaste tal a los jueces de la Corte que prefieran renunciar antes de continuar sufriendo el “escarnio público”. Este es el escenario en el que comenzará la campaña electoral.
Pero los peronistas votan a sus gobiernos por lo que hicieron, no porque los otros sean peores. El gobierno deberá hacer algo para las mayorías. Hoy los indicadores sociales y laborales muestran números lamentables, y la batalla mediática contra los jueces amarillos no cambiará eso. Es necesario mejorar los ingresos de asalariados, jubilados y de los trabajares no registrados y de la economía popular. Sin un esfuerzo por hacer política económica peronista, es difícil conseguir que los peronistas voten a su favor.
Columnista invitado
Hugo Castro Pueyrredón
Licenciado en Economía en la Universidad de Buenos Aires (UBA) en 1993. Trabaja en la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación desde 2004 como asesor en temas económicos del Frente de Todos. Especializado en el rol del Estado en la economía, finanzas públicas y análisis presupuestario. Participa en la evaluación de diversos proyectos de inversión. Además, ejerce la docencia universitaria en la UBA desde los años ’90.


