La tierra es un planeta excepcional porque tiene agua en sus tres estados, aunque la mayor parte se encuentra en estado líquido. Se estima en 1.400 millones de km3 el agua que contiene el planeta y de ellos, 1.360 km3 están en los mares; los 40 millones de km3 restantes se reparten aproximadamente 30 millones en forma de hielo; 8 millones subterráneas y solo 2 millones de km3 en ríos, lagos y vapor de agua en la atmósfera.
La mitad de la población mundial hoy es urbana, en 400 ciudades de más de un millón de habitantes. En esas grandes urbes, una parte considerable de la población vive de manera precaria en la periferia marginal y para esas personas, disponer de los 50 litros de agua limpia que las Naciones Unidas consideran el umbral mínimo necesario para beber, bañarse y cocinar, es un sueño inalcanzable.
Lamentablemente, los dueños de la economía del mundo miran para otro lado y se reúnen en Davos haciendo como que nada saben del problema del agua, mientras siguen apoyando actividades como la megaminería, que es un negocio altamente demandante de ese preciado bien.
En Catamarca, además del cobre y el oro también se llevan el litio, fundamental para la producción de baterías recargables y que se encuentra en las salmueras de los humedales de altura, mayoritariamente en el denominado “Triángulo del Litio” que comparten Argentina, Chile y Bolivia.
Livent Corporation, de Filadelfia, Estados Unidos, explota desde el año 1996 el proyecto Fénix, en el Salar del Hombre Muerto, en Antofagasta de la Sierra, al Norte de Catamarca y Sur de Salta. La población que habita este Salar es de solo 730 personas. O sea, de las regiones con la población más postergada de nuestro país, sale el mineral que precisan la automotriz Tesla y la Unión Europea para sus vehículos eléctricos.
Catamarca pasó 20 años de despojo en La Alumbrera y lleva 25 años de extracción y exportación de litio, pero sigue siendo la tercera provincia en el ránking de pobreza del país; allí la actividad privada tiene 30.000 empleos, pero solo 1.856 están en la minería o sea un pequeño 6%: se habla del impacto “virtuoso” de la actividad minera en el empleo, pero la verdad es que la minería no es una actividad generadora de trabajo, tampoco genera desarrollo en las comunidades donde se radica y muchas veces, termina perjudicando a las otras actividades preexistentes, como el turismo.
Y ni hablar de las consecuencias ambientales. Se estima que por tonelada de carbonato de litio final, se consume entre uno y dos millones de litros de agua, que en el caso de la explotación en Salar del Hombre Muerto, hizo secar el río Trapiche y ya la empresa Livent inició obras para construir un acueducto desde el río Los Patos hasta la mina, poniendo en peligro otro cauce de agua.
Conclusión: el litio, al igual que los otros minerales, sigue viajando hacia los países poderosos del mundo, dejando a la Argentina SAQUEADA; SECADA y CONTAMINADA.
Columnista invitado
Alberto Lucero
Ingeniero Electricista, Universidad Tecnológica Nacional, Facultad Regional Mendoza. Titular de “LENIX Publicidad”. Titular de “INFO POINT SYSTEM”. Co-fundador de las A.M.P.A.P. (Asambleas Mendocinas por el Agua Pura), en Tunuyán.


