Esa mañana ya es inolvidable. Amaneció gris y levemente fresca, a pesar de los extendidos calores del cambio climático. Cuando llegó al bar y me regaló la primera sonrisa, confirmé mis deseos de encontrarme con esta artista formidable. De allí surgió la charla que podrás escuchar en nuestro diario, donde los abordajes fueron diversos. Sus inicios musicales daban paso a la selección del repertorio. Las anécdotas sobre el escenario se confundían con las de grabadora de jingles.
Todas fueron excusas para que ese café compartido fuera una vuelta vital por todo lo que nos conforma, de lo que estamos hechos. Disfruté con la artista de voz clara y alta, que desgranó en mil espacios distintos y a lo largo de años, canciones entrañable. Paseó por el folclore nacional y el tango, pero también interpretando clásicos de la música del Brasil, como si se tratara del ensayo en la cocina o el comedor de una casa de barrio. Desde el fondo de sus ojos Leonor reclama el amor que se los hace brillar.
Sus versiones del folclore cuyano son antológicas. Entre las carcajadas de nuestro intercambio, que le salen frescas y divertidas como formidables es su caudal de voz, su interpretación sencilla y decidora; nos contamos la vida. Pienso que sería hermoso volvernos a encontrar para que prosiga esta comunión. Ella es una de las mejores cantantes de entre las nuestras, una de las enormes artistas que siempre pensamos que deberían poblar las horas mediáticas. Digo gracias, por el amor y la amistad.
Entrevista: Leonor Poblet, cantante, 10 de marzo de 2023
Chacarera de un triste
Viejo corazón
Zamba del tomero


