Relatos desde el
Camino de Santiago
Todos los tiempos, el tiempo.
Queridos amigos de las aventuras (¡sobre todo de las ajenas! jajaja).
Hoy les escribo desde Ponferrada. Estoy en un albergue parroquial inmenso y muy bien puesto, con internet gratuita y gran bullicio. Unos pocos estamos en la sala-biblioteca, leyendo o estudiando mientras en la planta baja un peregrino sardo toca la guitarra y canta a los gritos para el deleite del resto.
Ayer asistí a algo que jamás hubiera imaginado, una procesión medieval, pero en nuestro veloz tiempo.
El mes de mayo es, en estas latitudes, especial para los labriegos. Durante la semana de la fiesta de San Isidro Labrador hubo rogativas y los curas de los pueblos salieron a bendecir los campos, rodeados de vecinos que llevaban imágenes del santo con flores y cintas que ondulaban al viento. Aunque también hay otras devociones, como la Virgen de Castro (una imagen de un pueblo que se llama Castro, cerca de Astorga), a la que sacan todas las primaveras para pedirle, con una gran procesión, que llueva durante el verano.
Esto último me lo explicaron el sábado en una pequeña iglesia de un pueblo llamado Valdeiglesias. Había entrado para ver el retablo y encontré allí a cuatro viejitas armando ramos para el altar, con MUCHÍSIMAS flores de todos colores. Me acerqué y les pregunté si había un casamiento o era la fiesta del pueblo. Me miraron sorprendidas y me dijeron que no, que por qué preguntaba eso. – Por las flores – les dije. Se miraron entre sí y una me dijo que por supuesto que no, que ponían tal cantidad de flores porque al día siguiente era domingo, y así lo habían hecho toda la vida (y suponían que así se haría en todas partes), que decoran la iglesia con flores que acercan los vecinos cada mañana de sábado. Disimulé la vergüenza que sentí súbitamente y me ocupé en seguir la charla, que derivó en mi llegada a Astorga y la romería de la Virgen, de la que participé, obviamente.
Domingo, 7 de la mañana. Misa solemne en la catedral, y a las 7.30 salvas de cañones y campanas a vuelo (por supuesto que nadie piensa en los vecinos que puedan despertarse un domingo a esa hora; claro que no, eso no importa tratándose de la Virgen). Salió la imagen, precedida por toda la gente.
Cada parroquia de las cercanías estaba representada con una cruz procesional de plata o bronce (a cuál más linda), decoradas con flores frescas, con las que comenzaba la romería. Seguía una serie importante de obispos y purpurados, con sotana y roquete, algunos con capas y muchos con bonetes (¿de dónde sacarán todo eso?, era como un museo viviente). Luego de andar unas cuadras, la procesión llegó a la ruta y ahí vino lo más impresionante: cuarenta pendones, uno por cada pueblo de la zona, de aproximadamente 10 metros de altura precedían a la Virgen, y cada uno era llevado por un hombre forzudísimo que lo sostenía apoyado en un cubilete que colgaba de un inmenso cinturón de cuero que llevaba en su cintura.
Una de las cosas más vistosas era el izamiento de cada estandarte: unos cinco hombres ayudaban al que lo cargaría, y lo ponían en el cubilete mientras un grupo de músicos acompañaba con redoble de tambores y carretilleo de castañuelas (lo que daba una sonoridad un tanto circense), hasta que el palo era colocado en su sitio, y entonces tocaban un pasodoble o algo similar entre los aplausos de los que estaban cerca, mientras corrían las damajuanas de vino y la tela flameaba con el viento fresco de la mañana. Ver la hilera interminable de estandartes multicolores y los leones rampantes azotándose en el cielo, mientras se escuchaban las músicas mezcladas (mucha flauta y chirimía, castañuelas y tambores; los más pudientes tenían algún bronce entremezclado en el ensamble) era verdaderamente conmovedor, créanme… algo así como un clip viviente del Vexilla regis (jajajaja).
Vexilla regis prodeunt: fulget Crucis Mysterium
(aparecen los estandartes reales / resplandece el misterio de la Cruz)
Los dejo hasta la próxima. Gracias a todos por sus respuestas, me alegra mucho que puedan disfrutar tanto con mis relatos, y me alegra más que gracias a ellos ya haya quien poco a poco planea su primer camino a Compostela.
¡Besos y abrazos!
Ramiro
Ramiro Albino
Músico, periodista y especialista en comunicación visual. Desarrolla una extensa labor de estudio y difusión de la música preclásica, con especial interés en el repertorio colonial americano, a través de su actividad artística y pedagógica que lo ha llevado por toda la Argentina y numerosos países de Europa y América. De manera paralela se dedica a la docencia y a la investigación, y colabora con importantes medios de Buenos Aires. En Instagram y Twitter: @ramiroalbino