Relatos desde el
Camino de Santiago
¡Llegamos!
Queridos míos:
Llegué a Santiago. Llegamos todos, de alguna manera, ustedes como testigos y yo como protagonista de esta magnífica y finalmente breve locura. No sé cómo contarles lo que siento. Es una mezcla de sensaciones placenteras y al mismo tiempo algo amargas, como en la poesía de Machado que aprendíamos en el colegio:
“En el corazón tenía la espina de una pasión,
Logré arrancármela un día, ya no siento el corazón”
La diferencia es que yo sí siento el corazón, incendiado y a mil por hora.
Estos días fueron diferentes, mi amigo Santiago (Chanti) trajo aires nuevos al camino, y más y mejores risas. Por otra parte, ya durante las etapas finales se notaba otro clima; y definitivamente el último día fue algo así como la sensación del fin de curso, todo más relajado y amable. Por otra parte, estando tan entrenado, no me costó nada hacer el final del camino, mis pies podían andar a toda velocidad casi sin cansarme, tenía muy bien calculadas las distancias, había adquirido ritmos y horarios que me eran cómodos, y la mochila pareció haberse alivianado.
Sin embargo, junto a la alegría de llegar, estaba la tristeza de terminar, como en esos pocos sueños en los que uno se da cuenta de que va a despertarse y pretende, en vano, no hacerlo. Pensé mucho en estos días en la analogía de los viajes con los sueños (no en el sentido del deseo, sino en el de aquello que recordamos al despertar). El tema es largo y no tengo en este momento cómo escribirlo, pero en síntesis pensaba que en realidad el despertar está en la esencia del soñar. Si no despertáramos del sueño, no estaríamos soñando, sino delirando. Y ahora que llegué fue como que desperté de pronto. Es como que comencé a recordar bien quién soy y de dónde vengo.
Tras 34 noches de bolsa de dormir, de albergues y de gentes alrededor, dormimos en un hotel, cuyas tres estrellas fueron para mí más que toda una galaxia. Qué alegría dormir en una cama (no en una litera), y tener un baño privado, con bañera, con toallas blancas y mullidas. No se lo pueden imaginar.
Hoy a mediodía fuimos a la misa de los peregrinos. Me emocionó que, cuando leyeron la lista de peregrinos en la que nombraban a medio planeta dijeran “desde Saint Jean Pied de Port UN argentino”. ¡Ese era yo, y ahí estábamos todos nosotros!. Como regalo final, tras una misa de cierta solemnidad y ceremoniosidad, bajaron el botafumeiro (ese turíbulo inmenso que cuelga en medio del crucero de la catedral compostelana), lo cargaron de incienso y fuego, y lo izaron y mecieron. Es algo entre brutal y artístico lo que hacen los ocho empleados de la catedral que tiran de las sogas para que el artefacto de plata llegue casi a los techos tirando humo blanco. Y mientras la nube se elevaba e inundaba todo el espacio, el órgano de la catedral, con toda la trompetería, y un súbito acople de registro de 32 pies, tocaba a pleno ante las miradas atónitas que se mecían de un lado a otro, siguiendo incrédulas el espectáculo de la liturgia y sintiendo en su corazón la alegría del final y en su pecho, fuerte, la vibración de la música.
Tardaré algún tiempo en capitalizar la enorme riqueza que me deja el camino, pero no tardo nada en saberme rebozante de nuevos bienes, y por lo tanto muy feliz. Quiero agradecerles a todos, y en conjunto, por la permanente compañía que me han hecho desde sus mails que he leído con alegría y emoción a cada paso, y que he recordado en aquellas enormes mañanas de caminata solitaria al lado del sol. No se imaginan el bien que me han hecho, y lo que he reflexionado en cada una de sus líneas. Ya volveré a escribirles.
Llueve en Santiago y me preparo para irme esta noche a Madrid. De ahí volveré a Buenos Aires el domingo por la noche, totalmente renovado. Y es cierto que el que vuelva será otro, pero no todo es culpa mía ni de Santiago, sino esencialmente de Heráclito.
Los abrazo a todos. Cada uno sabe bien cuánto los quiero.
Hasta pronto
Ramiro, el que fue peregrino a Santiago
Ramiro Albino
Músico, periodista y especialista en comunicación visual. Desarrolla una extensa labor de estudio y difusión de la música preclásica, con especial interés en el repertorio colonial americano, a través de su actividad artística y pedagógica que lo ha llevado por toda la Argentina y numerosos países de Europa y América. De manera paralela se dedica a la docencia y a la investigación, y colabora con importantes medios de Buenos Aires. En Instagram y Twitter: @ramiroalbino


