Susana Rinaldi, vida y obra de una artista completísima
Parte 7
(viene de la edición anterior)
«Vida privada
«Rinaldi se casó por primera y única vez con el bandoneonista y director de orquesta Osvaldo Piro, el 23 de diciembre de 1969, cuando ella tenía 34 y él 32. Ambos se habían conocido por intermedio de Cátulo Castillo en el café-concert Michelángelo a fines de los años de 1960. El matrimonio tuvo dos hijos: Ligia —cantante de jazz—, en 1971 y Alfredo Piro —cantante y compositor de tango—, en 1973.
«El fuerte carácter de la pareja y el eclipse de la figura de Rinaldi llevó a un divorcio en 1975, apenas cinco años después de su casamiento. Más tarde en el tiempo, la cantante señaló en una entrevista que «yo no terminé de amar a ese hombre como tendría que haberlo hecho» y que «así como fui amada, fui olvidada», en referencia al hecho de que Piro contrajo matrimonio nuevamente. Permanecieron como amigos durante toda la vida y hasta volvieron a trabajar juntos en varias oportunidades.
«En sus años de exilio, domiciliada en Francia, conoció al escritor Julio Cortázar luego de que un amigo en común, el fotógrafo Pepe Fernández, los presentara. En una entrevista a El País, Rinaldi señaló que:
««Yo estaba sentada, me giré y no terminaba de levantar la cabeza de tan alto que era ese hombre. No lo reconocí al instante. Luego recordé que esa cara la había visto en la solapa de sus libros y… ¡me di cuenta! Quise levantarme y me dijo: «de ningún modo». Y se sentó junto a mí, en el suelo. Me dijo: «Yo te he traído esto». Eran discos. No cedés, nene. ¡Discos! De 33 revoluciones, que él había comprado en Buenos Aires, en el año ’73. Ahí estaba ese hombre que sabía todo, que comprendía todo. Con una amabilidad, con un gesto protector, que parecía decirme: «yo te comprendo, sé por lo que estás pasando. Vamos, adelante».»
«En otra oportunidad, relató que:
««Yo venía caminando por esa avenida y no me había dado cuenta quién estaba parado frente a la vitrina. Faltando poco para llegar descubrí que era Cortázar. Yo no lo conocía personalmente y justo cuando avancé, él se dio vuelta. Entonces, lo miré y, como si hubiese estado con él toda mi vida, le dije: “Pero mirá, te das vuelta —además tratarlo de vos— justo en el momento que yo voy a pasar delante de ti”. “No, yo previne que vos venías de ahí”. Ahí nos juntamos y empezamos a hablar de mil cosas. Nos unimos así hasta el momento, quince días después de este encuentro, que me dijo que se iba para Argentina y que nos íbamos a encontrar en Buenos Aires. Nos encontrábamos mañana, tarde y noche.»
«Rinaldi comenzó una amistad con Cortázar que derivó en un breve amorío que perduró hasta la muerte del escritor, poco tiempo después, el 12 de febrero de 1984. Hacía dos años, él había enviudado de la fotógrafa y traductora estadounidense Carol Dunlop. La cantante, que siempre mantuvo en reserva su vida personal, sólo comenzó a referirse a él en los últimos años y lo definió como «uno de los hombres de su vida» y «una presencia en mi vida personal y en mi vida artística inolvidable».
«Por su parte, Cortázar le dedicó en 1974 una poesía, A la voz de Susana Rinaldi, donde escribió: «No sé lo que hay detrás de tu voz… paredes de palabras con glicinas y vos detrás, inalcanzable siempre». En una dedicatoria a la cantante en 1976, también le manifestó:
««Susana, hay amigos que se conocían y se querían mucho, antes de encontrarse en algún lugar del mundo. Se que vos y yo somos esos amigos y que escucharte y verte tal como sos me ha dado una grande y maravillosa felicidad. Te quiero y te admiro.»
«En 2015, Rinaldi hizo pública su bisexualidad y manifestó que «nunca tuve una historia de amor con una mujer, quizá porque no me lo permití». En la actualidad, reside en el barrio porteño de Belgrano y, además de dos hijos, tiene cinco nietos. Cuando se le preguntó acerca de la política, Rinaldi dijo: «Nunca he sido peronista ni lo seré», aunque sí se manifestó a favor de las políticas socialdemócratas y de la izquierda radical, y apoyó abiertamente los gobiernos de Raúl Alfonsín, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.
«La revista Siete Días, en relación con su personalidad, afirmó en 1968 «es impulsiva y tiene humor. Sabe reír con ganas. Y es eso, justamente, una de las cosas que más la emocionan: reír, reír mucho, con franqueza. Sin embargo, pese a esa alegría que la invade por momentos, Susana guarda en su intimidad una cierta melancolía… y tiene arrebatos de vergüenza… Melancólica y tímida, casi adolescente… le dicen «la Tana» porque gesticula como una vieja matrona peninsular». Esos excesos de confianza y entusiasmo en sí misma a veces se traducen en que puede ser controladora y difícil, sobre todo en el escenario. En una oportunidad, cuando oyó a uno de sus espectadores en la entrada del teatro decir: «¿Susana Rinaldi también canta? Ahora se les da a todas por cantar… ¿no era actriz ella? Un día de éstos también yo agarro el micrófono…», la cantante aprovechó su salida al escenario para hacer un paréntesis y se desquitó en el escenario: «Alguna gente —dijo—, en vez de oreja, tiene una cala con un tallo que se achica y alarga cuando quiere. Eso, precisamente, es lo que me pasa a mí. No importa cómo, pero escuché, en la entrada, un diálogo muy curioso entre un señor y su esposa… Hoy quiero decir que estoy totalmente harta: me pasé 14 años estudiando música en el Conservatorio Nacional, lo cual no significa que cante bien, pero sí que puedo cantar tangos».
«Su hermana menor, Inés Rinaldi, es cantante de música popular argentina y latinoamericana, y está casada con Juan Carlos Cuacci, guitarrista, pianista, arreglador, director y compositor. Sus sobrinos son la actriz y cantante Anita Cuacci, y el pianista Juan Esteban.
«Estilo, influencias y legado
«Irene Amuchástegui señaló en Clarín que «la reelaboración de diversas y exquisitas tradiciones de la canción popular y la proyección de una personalidad avasallante se combinan en Rinaldi de un modo tan enteramente original…» que el poeta e historiador Horacio Ferrer tomó una definición de la propia cantante en un capítulo de El libro del tango: «Creo que soy una mezcla de Mercedes Simone, la más grande cantante de tangos que a mi entender ha dado el país, y de Judy Garland. Mercedes era profunda y ya era moderna cantando. De la Garland creo heredar el temperamento, las vísceras».
«La aparición de Rinaldi —al igual que la de María Graña, Amelita Baltar y Eladia Blázquez— coincidió con la renovación generacional que se dio en el mundo del tango en los años de 1960 cuando el género veía disgregar su popularidad de las décadas anteriores, en un contexto de enormes resistencias y dificultades coyunturales. Salvo las orquestas de Osvaldo Pugliese y Aníbal Troilo —sobrevivientes del pasado—, el resto de los cantantes tendía a repetir estilos que ya no entusiasmaban y su consolidación independiente como intérprete popular femenina significó un punto de inflexión en el tango, sobre todo en su cliché machista, lo que le valió el desdén de los oyentes ortodoxos.
«Rinaldi fue también bien conocida por sus comentarios mordaces. Cuando Libertad Lamarque, una vieja cantante de la época dorada del tango, llegó de visita a la Argentina hacia fines de los años de 1980, criticó a Rinaldi por sus dichos de que Rosita Quiroga y ella tenían «voz de gatitas». Lamarque la había rechazado en una prueba para Hello, Dolly en 1967 y, al igual que Nelly Omar, descreía de su forma de cantar. Sin embargo, en una entrevista de 2005, Rinaldi destacó la influencia que tuvieron en su carrera Mercedes Simone, Tania y la propia Lamarque que, de acuerdo con su testimonio, «hizo por toda América, cincuenta años atrás, lo que yo hago en Europa». Ambas fueron las cantantes argentinas del siglo xx con mayor proyección internacional. Tita Merello, que la oyó en una oportunidad, le dijo «nunca en mi vida he oído cantar así». Acerca de Mercedes Simone, a quien conoció personalmente, dijo que «fue la meta que me fijé yo como cantante de tango. Tenía una voz maravillosa, sin ninguna connotación machista. Además de buen gusto y una musicalidad impresionante». Entre sus poetas masculinos favoritos, se hallaban Enrique Santos Discépolo —de quien criticaba su sentido trágico de la vida—, Homero Manzi, Cátulo Castillo, Enrique Cadícamo y José María Contursi, cuyas letras hacían hincapié en cuestiones sociales y románticas.
««La suya es una figura solitaria, que dio y ganó su batalla de elaborada artista popular, librada a sus propias fuerzas», Julio Nudler.
«En ese aspecto, Julio Nudler señaló que «con un estilo nuevo, una voz delicada y un decir por momentos sutil o rotundo, Susana prescindió de las inflexiones arrabaleras, de los temas machistas o de trazo pasional grueso, apelando a un repertorio variado pero cuidadosamente elegido, que mezclaba romanticismo y mensaje, poesía y protesta». De ese modo, atrajo a un sector juvenil universitario que, a través de ella, volvió a revalorizar el tango durante los gobierno militares de Onganía, Levingston y Lanusse. Interpretó también a creadores emergentes de la época como Eladia Blázquez —fue destacable su versión de «Sueño de barrilete»—, el tándem Osvaldo Avena-Héctor Negro («Responso para un hombre gris») y Chico Novarro («Cordón»). Las temáticas que más se reiteran en la selección de sus tangos son el rescate por la figura paterna, su devoción por la unión familiar y la seguridad brindada por el hogar, heredadas de sus orígenes italianos.
«Sus ademanes, su repertorio gestual, su personalidad enérgica y su performance en el escenario —que mezclaba su profesión de actriz con la de cantante—, al igual que sus vestidos de gala —que emulaban a las viejas cantantes de ópera—, se convirtieron en un distintivo de su estilo personal en la madurez de su carrera. Rinaldi fue, además, la primera cantante de tango que habló abiertamente sobre el escenario acerca de la poesía y los autores que escogía en su afán de «recuperar la memoria», lo que en muchas oportunidades le valió críticas y disputas con el público que iba a verla.
«Su mascota, una tortuga llamada Lily, fue la inspiración de su amiga María Elena Walsh al momento de componer «Manuelita», una de las canciones infantiles más populares y conocidas de la Argentina. La canción, a pesar de que fue compuesta en los años de 1960, tiene claras alusiones a los hechos políticos que Rinaldi viviría posteriormente.
«Julio Cortázar, reacio al tango, señaló a modo de síntesis que «es suficiente escuchar a Susana Rinaldi para descubrir que lo esencial queda intacto y que Gardel, él mismo, muerto hace más de cuarenta años, sería el primero en admirar a la más grande cantante de tangos de nuestro tiempo».»
Sin piel
Sin palabras
La última curda
Fuente: De la red de redes


