El 45
Nacì en el ’45, como esa tromba justiciera y emocional que envolvió al país completo hacia y desde la Plaza de Mayo, cruzando puentes ferroviarios y el Riachuelo sucio de aceite y limpio de esperanzas.
Aire tumultuoso y rompedor que recorrió los talleres, los astilleros, los sembradíos y frigoríficos de nuestra Argentina britanizada y oligárquica, y se llevó a los obreros al encuentro con su destino.
Aire fresco de cosa nueva, de dignidades y reivindicaciones, de haber encontrar el pueblo pobre y explotado a su interpretador poderoso, inteligente y voluntarioso.
Aire de la primavera del ’45, épica floral del corazón con fragancia a aceite de motores, grasa de engranajes, bosta de vacas y caballos del campo -hasta entonces ancho y ajeno- que perfumaron las calles pitucas del centro, con sudores proletarios.
Tornado del alma que desde Barracas al sur, Avellaneda, la Boca y el corazón industrial de Buenos Aires se arremolinó instintivamente viniendo con alegría y esperanza, pero también con determinación de liberar a su reciente líder.
“Yo te daré, te daré patria hermosa,
te daré una cosa,
una cosa que empieza con P… ¡PERON!
La copla popular fue masivamente bautizada con un significado indeleble desde entonces y para siempre. Cantaban, los obreros cantaban, no insultaban ni agredían, cantaban, como años después los describiera Marziali a Los obreros de Morón.
Mi viejo, 22 años y recién casado, reciente padre, empleado común de los ferrocarriles ingleses, y mi vieja, reciente madre, recibieron el ’45 con un hijo primerizo, una cama, un par de sillas, una mesa y nada más. Es que nada tenían ni nada cabía en la piecita de 3 x 4, prestada, en casa de mis abuelos maternos en el barrio de Villa Talleres, en la Sexta Sección. La vida cotidiana circulaba en torno a las siguientes formas:
Bicicleta, tabla de lavar a puro jabón Federal, cocinita a kerosene, fiambrera de tela metálica y una radio de lámparas. Eso conformaba todo su haber… y los sueños, las ganas de progresar; pero en felicidad porque tener un trabajo en el ferrocarril en esos tiempos era toda una garantía.
Y llegó el peronismo a Argentina. Y la enorme potencialidad de los argentinos encontró quien le diera vida y expresión. Se formularon los Planes Quinquenales, nacieron como hongos después de la lluvia las fábricas, los astilleros, las fundiciones; barrios, escuelas, colegios secundarios y técnicos, universidades… Gratis: talleres, flota mercante, flota aeronàutica, hogares escuela, estatutos, leyes laborales, derechos para todos, aguinaldos, vacaciones pagas, consumo interno, sustitución de importaciones, servicios mèdicos y sociales, campeonatos Evita.
La Patria se volvió socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.
Y llegó el peronismo al mundo convaleciente de una Guerra Mundial que dejó más de 53 millones de muertos y que terminó justamente en el ’45… Nació una nueva doctrina de soberanìa mundial de los pueblos antes colonizados, frente a los dos colosos vencedores de la guerra: el capitalismo y el comunismo, la rebeliòn en paz, la doctrina de la tercera posición, el concepto tercer mundo, la novedad de los No Alineados.
Y en la Sexta Sección aquella familia del relato inicial vivió también los cambios sucesivos, como una cenicienta, porque los objetos y las personas tuvieron su carroza de princesa:
La bicicleta se volvió moto.
La moto se volvió auto viejo, éste se volvió Renault Dauphine (industria nacional) y el Dauphine al fin fue un Peugeot 404 cero kilómetro también nacional.
La tabla de lavar fue sucedida por un lavarropas eléctrico con rodillo a mano para estrujar, y después por otros más modernos… ¡automáticos!
La fiambrerita de tela se cambió por una imponente heladera eléctrica donde cabía comida para semanas, “y hacía cubitos”, y había comida ¿eh?
La cocinita Carù a kerosene se volvió una moderna Arthur Martin, con horno y gas natural, ¡gas natural! y vino con calefón instantáneo, bañera, pero, ¿por qué?:
Porque la piecita prestada se volvió casa completa en el Barrio 4 de Junio, con todo lo necesario y acorde al siglo XX que promediaba. El peronismo llegó a fundar un Banco Hipotecario que daba préstamos a obreros y empleados -a 25 años- para la casa propia.
Los paseos al parque y al zoológico como extremos geográficos de aventura, se transformaron en vacaciones a colonias sindicales en Alta Gracia, Chapadmalal, Mar del Plata, Bariloche, La Falda, Carlos Paz. Y allá iba la familia feliz y dignificada.
Y también surcaban esta nueva Argentina, en conjunto bajo mis ojos chiquitos de pibe, todos los vecinos, mis tíos, parientes. Todos en tren de progreso constante.
Les dejo el resto de la historia para que la completen, si me la convidan, agradezco. Solo fue el sentir de un pibito, un joven luego y después adulto. Un simple testigo de las cosas simples que el peronismo hizo y hace para elevar la condición del pueblo trabajador.
“Y dónde dónde… fue mi niñez… (cantaba años después Serrat). Hoy la ilusión es la misma que entonces.
¿Dónde estarían los astros, la configuración planetaria, ese inolvidable año 45?
75 años hemos cumplido juntos el peronismo y yo. Nos deseamos mutuamente … ¡Feliz cumpleaños y que sea por muchos más!
Un abrazo, amigos.
Oscar Leyes
Jubilado