En neogolpismo latinoamericano (¿o de más al norte?)
Un día lo sacaron de su cama al presidente hondureño Zelaya -aquel del sombrero de vaquero- y se lo llevaron fuera del país, consumando un oscuro golpe palaciego. Creímos que era una rareza caribeña. Muy cerca en el tiempo echaron de la presidencia de Paraguay al ex obispo Lugo, en una maniobra parlamentaria: pensamos que era la idiosincrasia semitropical del país guaraní. Pero cuando le tocó a Dilma Rouseff sufrir un ataque de pinzas entre lo judicial, lo mediático y lo político, empezamos a ver que la envergadura de lo que ocurría tiene alcance continental: Brasil -que es la mitad de toda Sudamérica en lo económico, lo territorial y lo poblacional- también caía en la redada.
Luego siguieron con Lula, vía el insólito juicio que acabó en que, ante la evidente falta de pruebas, el entonces juez Moro decidiera la presidencia futura de su país proscribiéndolo a través de una sentencia que apelaba al recurso de encarcelarlo por tener la “íntima convicción” de su presunta culpabilidad. Lo burdo del procedimiento dejaba claro que se acabó el período democrático en el subcontinente: la potencia del Norte y sus aliados locales (el gran poder económico y financiero) decidieron retomar la iniciativa política tras los gobiernos nacional/populares de la primera década del siglo XXI. Y como no tienen suficiente legitimidad política, la idea es un golpismo disimulado, relativamente sutil, que apela al desprestigio de las grandes figuras populares por algunos medios de comunicación, a través de acusarlos ante sectores obedientes del poder judicial, e impedirles de ese modo el libre ejercicio de sus derechos como candidatos, y aún como ciudadanos. Se trata, en lo posible, de encarcelarlos: si ello no se logra, de impedirles candidatearse y -si se puede- evitar que puedan tener cualquier ejercicio de lo político.
Y ha continuado la estrategia. Se impuso el “lawfare”; es decir, el juego de pinzas entre acoso político, ataque a la honra personal en medios y redes sociales, más acusaciones judiciales de supuesta corrupción. De tal modo los gobiernos que mejor han logrado índices para sus pueblos en cuanto a ocupación, superación del hambre, atenuación de la deuda externa, aumentos salariales y redistribución de derechos sociales, han pasado a ser considerados poco menos que asociaciones ilícitas, presentados ante la sociedad como agrupaciones con intereses delictivos. De tal manera, el retorno de las derechas al servicio del stablishment queda garantizado. Golpismo de nuevo cuño, “golpe blando” como le llaman, que no ha dejado de incluir (caso Bolivia) un empujón explícito al presidente desde la decisión de las Fuerzas Armadas de ese país.
El caso ecuatoriano también debe tomarse en cuenta, con el ex presidente Correa proscripto y exilado, y el ex vicepresidente Glas preso desde hace varios años. Luego se ha impedido que Evo fuera candidato en Bolivia (aún a vicepresidente), y se intentó evitar de cualquier forma que el MAS ganara la reciente elección, ciertamente sin poder evitar un holgado triunfo de quienes fueron expulsados aviesamente del gobierno un año antes.
El país altiplánico ha sido ejemplar para ilustrar la farsa a que asistimos, la cual responde a un libreto único y repetido que obviamente viene desde Washington, e incluye el incesante acoso a Venezuela. País que tiene problemas, sin dudas, pero también los tiene Colombia -con cientos de asesinatos anuales de opositores-, y sin embargo es tratada como si fuera un país con gobierno irreprochable.
En Bolivia el régimen golpista de Añez, elegido por nadie, se autodenominó “democracia”. Y llamó “dictadura” a un gobierno elegido por tres períodos diferentes, y que fue por amplia ventaja la primer minoría en la cuarta elección presidencial consecutiva. El gobierno impuesto por la fuerza (y con varios muertos en su haber) decía representar la voluntad popular, y el que ya había ganado elecciones múltiples en base a esa voluntad popular, era insólitamente denominado “antidemocrático”.
Es un libreto que los argentinos conocemos. Entre otras cosas, porque se está aplicando contra el actual gobierno nacional, y se ensayó largamente contra Cristina Fernández y miembros de su equipo durante el período macrista. Se dice ahora que el gobierno que ganó ampliamente las elecciones y en primera vuelta “va contra la Constitución”, sin que nadie de los que lo afirma sepa decir en qué. Dicen que Bruglia y Bertuzzi son llevados de vuelta a sus puestos como si hubieran sido cesados en sus cargos, y afirman que es porque tienen causas contra Cristina Fernández (satanizada hasta el hartazgo). Se les pregunta cuáles son esas causas judiciales, no lo saben. Cómo podrían saber, si no existen.
Igual, el juego sigue. Ya la Argentina lo vivió en 1955. Lo que vino después, no fue bueno para nadie. Igual practican con fuego, pretendiendo que la posible destitución de un gobierno legítimo pueda luego quedar impune. Pero la historia argentina demuestra sobradamente lo contrario.
Columnista invitado
Roberto Follari
Doctor y Licenciado en Psicología por la Universidad Nacional de San Luis. Profesor titular jubilado de Epistemología de las Ciencias Sociales (Universidad Nacional de Cuyo, Facultad Ciencias Políticas y Sociales). Ha sido asesor de UNICEF y de la CONEAU (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria). Ganador del Premio Nacional sobre Derechos Humanos y Universidad otorgado por el Servicio Universitario Mundial. Ha recibido la distinción Juana Azurduy del Senado de la Nación (año 2017) y el Doctorado Honoris Causa del CELEI (Chile, año 2020). Ha sido director de la Maestría en Docencia Universitaria de la Universidad de la Patagonia y de la Maestría en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Cuyo; y es miembro del Comité Académico de diversos posgrados. Ha sido miembro de las comisiones evaluadoras de CONICET. Ha sido profesor invitado de posgrado en la mayoría de las universidades argentinas, además de otras de Ecuador, Chile, Uruguay, Venezuela, México y España. Autor de 15 libros publicados en diversos países, y de unos 150 artículos en revistas especializadas en Filosofía, Educación y Ciencias Sociales. Ha sido traducido al alemán, el inglés, el italiano, el idioma gallego y el portugués. Uno de sus principales libros se denomina “Teorías Débiles”, y ha sido editado por Homo Sapiens (Rosario, Argentina). En la misma editorial ha publicado posteriormente “La selva académica (los silenciados laberintos de los intelectuales en la universidad)” y “La alternativa neopopulista (el reto latinoamericano al republicanismo liberal)”.