Justicia para Sebastián Moro, para su recuerdo y a su memoria. Para Raquel, su madre; para sus hermanas Penélope y Melody; para sus demás familiares y amigos. Justicia también para todos los periodistas de bien -sus colegas-, como así para sus demás compañeros: los militantes de causas de derechos humanos y de los procesos populares del subcontinente latinoamericano.
Somos cientos de miles los que pedimos por Sebastián. No sólo quienes lo conocimos sino todos aquellos que seamos capaces de sentir el dolor del otro como propio. A nuestra sociedad debería dolerle perder a uno de sus mejores hijos. Pese a la cerrazón de la prensa hegemónica -a fuerza de falta de principios y jugosa pauta publicitaria malcrista- llegamos a múltiples rincones con solicitudes como ésta, interesando a cientos de miles de mendocinos en esta problemática.
Sobran motivos para sospechar que fue asesinado por los esbirros de la dictadura que desembarcaba en la hermana República Plurinacional de Bolivia. Si bien sus familiares han sabido interesar en la causa a Evo Morales, el querido ex presidente boliviano, también “se pide que el Estado argentino tome mayor interés en la causa y que sea investigada en Argentina, teniendo en cuenta que la democracia boliviana está heredando un sistema judicial dictatorial y que Argentina es ejemplo en investigar delitos de lesa humanidad”.
“Sebastián Moro fue el primer periodista en denunciar el golpe de Estado en Bolivia para medios como Página 12, Prensa Rural y Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia – CSUTCB. La primera víctima del terrorismo. No sólo Bolivia debe responder por él, también su país natal”.
Tenemos una gran tarea por delante, cual es que se haga justicia, que será la única manera de despejar su recuerdo de la atrocidad de que fue objeto para ponerlo en un mejor lugar. Sebastián tuvo la grandeza de los humildes. Siempre trabajó en apego a los paradigmas del mejor periodismo. Admirábamos y admiraremos que nunca dejara de lado su toma de posición política, sino todo lo contrario. Porque somos seres integrales y el la objetividad es una de las mejores trampas que sembró el sistema en el derrotero periodístico.
Sirve entonces sumar en el recuerdo, que el Seba sabía muy bien acerca de los enormes intereses que enfrentaba cada vez que encendía la grabadora, empuñaba la birome o se sentaba frente al ordenador. Señalaba las peores facetas del capitalismo. Iba al hueso. Informaba y opinaba, aunque esto le costara la propia vida.
Marcelo Sapunar
15 de noviembre de 2020
Foto de Evo Morales: Coco Yañez / elotro.com.ar