Buenos Aires 8
Una referencia en grupos vocales
Siempre resuita positivo ampliar el rango de lo que escuchamos. No se trata de ser melómanos, necesariamente, pero si tender a ampliar los registros. Es tan extensa y diversa la producción musical que el sólo hecho de formularnos esta inquietud a la vez aparece como de improbable realización.
Culturas diversas, naciones diferentes, todos los tiempos, todos los estilos… navegan en aguas inabarcables que se asemejan a la propia historia de la humanidad. Vienen desde mucho antes de la formulación elemental de las primeras ceremonias, con ritmos simples y eficaces en la formulación de lo rituálico.
En todos los casos, el corazón pone el ritmo de base y lo demás es la experiencia humana. El paso del tiempo actúa como la argamasa que plantea novedosas y permanentes síntesis, otras alquimias, las eternas nuevas búsquedas. En ese camino es bueno pasar por la curva esencial que le otorgaron a la música los Buenos Aires 8.
“Disco La última palabra
“1976
“Después de 3 períodos de profunda inmersión en el estudio de los clásicos argentinos, en Piazzolla y en los tangos tradicionales, y siempre vocalizando las partituras originalmente escritas para instrumentos, el grupo considera que ha cumplido una etapa y debe comenzar otra que dé lugar a la palabra cantada, con su carga de poesía y de sentido.
“Corría el año 1976, y coincidentemente con la fecha del golpe militar se da el último cambio en la formación del octeto. Se va la mezzosoprano Analía Lovato y toma su lugar la mezzosoprano Laura Hatton con quien, en agosto de ese año, se comienza la grabación de La Última Palabra, que será también la última grabación de Buenos Aires 8. Los arreglos fueron esta vez de Horacio Corral (Para hacer un quipus, La diablera, Rio de Manzanares, Creciente abajo), Oscar Cardozo Ocampo (La última palabra) y el Negro Tolaba (P’al Ñato, Vidala para dormir un chango pobre, La Viña nueva, Quien te amaba ya se va y Guarden la luna).
“Este último Long Play, que intentaba conciliar lo artísticamente deseado con lo políticamente posible, lleva una huella secreta de la censura: la letra del triunfo “Guarden la luna”, de Agüero y Ventilini, fue considerada “inaceptable” por el sello grabador y se condicionó el lanzamiento del disco a la exclusión de dicho tema. La solución elegida por Buenos Aires 8 fue un mensaje sutil: “Guarden la luna”, que ya estaba grabado, se editó con todo lo que era acompañamiento vocal e instrumental, dejando un vacío en el lugar de la letra.
“Surge entonces un proyecto con uno de los más grandes poetas argentinos de aquel momento: Armando Tejada Gómez, quien compone una serie de bellos e intensos poemas reunidos en la cantata “América, la tempestad del siglo”, que dedicaba un tema a cada una de las insurrecciones populares de América, desde el ya casi mítico Tupac Amaru hasta los más emblemáticos levantamientos populares del siglo XX. Los zapatistas mexicanos, los sandinistas en Nicaragua, la Columna Prestes en Brasil, la gesta del 17 de octubre en Argentina, entre otros. En este trabajo Buenos Aires 8 también se hacía cargo por primera vez de la composición musical que convertiría a cada poema en una canción, utilizando los ritmos y formas musicales de cada región.
“Pero los tiempos habían cambiado. Se vivía un clima enrarecido y de creciente peligro, tiempo de amenazas, de desapariciones y muertes. Ya casi terminados las composiciones y los arreglos, y en pleno período de ensayos, Tejada Gómez es amenazado de muerte y se va del país, dejando definitivamente trunco el proyecto.
“Si los años 60 habían sido los de la audacia y la potencia, los 70 en cambio fueron los oscuros del terror de la dictadura. Buenos Aires 8 formó parte, entre otros muchos nombres, de una triste lista de artistas prohibidos llamada “Operativo Claridad”. En el caso de Buenos Aires 8 esta prohibición alcanzó a la difusión gráfica, radial y televisiva, esto significó que a partir del año 1977 fueron escuchados sólo por el pequeño sector social que podía acceder a un “boliche” o, en el mejor de los casos, acudir a uno de los escasos recitales, quedando vedado el conocimiento masivo que dan los medios de comunicación. Fueron los años de cantar con miedo y de subir al escenario mientras llegaban las noticias de amigos y artistas que iban desapareciendo”.
(Texto de la Biografía Oficial del grupo)