Fui demasiado temprano, una mañana. Serían las 10,00, casi el amanecer para un bar que nació como el primer pub de la gran ciudad, según supe luego. Decidí quedarme a ver como se derretían los duende más trajinadores de la noche anterior, mientras aquellos de perfil más bajo iban acomodando las mesas y ordenando.
Se notaba el brillo que cobraban cada uno de sus rincones por las noches largas e inolvidables de amigos, a las risas, tomando y comiendo. Grupos de parejas y “sueltos” que, a tiempo, encuentran una mesa y se la apropian por una eternidad de horas de picadas con cervezas, mientras la charla fluye como un río de amistad.
Pero en otra oportunidad caí tipo 23,00 y las sensaciones fueron muy otras. Me recibieron los duendes más trajinadores, puliendo esos rincones que, con un fondo de “oscuridad” destacan por la excelente y estudiada iluminación, la sumatoria de elementos de diseño, todo aquello que conforma un mundo diferente.
“Bar notable de la ciudad de Buenos Aires, el Bar-o-Bar está Bárbaro. Un lugar de artistas, que desde 1969 apasiona a sus clientes, con una propuesta que aúna el arte con la gastronomía porteña.
“Bárbaro, al que todos le dicen Bar-O-Bar, es indudablemente un clásico entre los clásicos bares de Buenos Aires. Nació en 1969 por inspiración del artista plástico Luis Felipe Noé en la calle Reconquista 874, es decir a la vuelta de su actual ubicación desde fines de los años ’70. El pasaje Tres Sargentos, hoy peatonal, permitió que se ampliara la cantidad de mesas en la vereda, casi como si fuera una callejuela de París.
“Conocimos el Bárbaro hace muchos años, cuando aún los clientes tiraban al piso las cáscaras de maní. Era pintoresco, pero al mismo tiempo deparaba sensaciones encontradas y ni hablar de los pobres empleados que cada noche tenían que limpiar el desastre.
“En el Bárbaro se respira arte, de hecho su actual propietario, Francisco Salerno lo es. Y los orígenes del mítico bar también remiten a Noé y sus colegas y amigos Ernesto Deira, Rómulo Macció y Jorge de la Vega, entre otros. Pronto la vereda tendrá unos baldosones de cerámica con obras de diferentes artistas. Los actuales propietarios también están tratando de que la Municipalidad no haga bajar el mítico cartel que ha hecho historia con el “Bar-o-Bar”.
“La figura de Facundo Cabral, un gran amigo de Frank, el dueño de casa, adorna las paredes del local, así como obras del propio Yuyo Noé. Al mediodía hay una carta con platos más simples y también cuatro opciones a precio fijo (menús Pop, Zipi, Happening y Bárbaro), muy convenientes en relación precio calidad para los oficinistas de la zona.
“Bárbaro es lugar de culto para artistas bohemios y cada vez más para los turistas extranjeros que pululan por la zona de Retiro. Ya no están más las cáscaras de maní en el piso, pero la tradición continúa de todos modos.
“Por la noche es otra historia. El chef Cristian Pedrozo propone las picadas de siempre, que pueden pedirse en platitos o porción, para picar entre dos a catorce personas (ésta última, la Bárbaro, con quesos, fiambres, tortilla y empanadas). La picada “Menesunda”, para tres, lleva calamares a la romana, aros de cebolla, cornalitos, empanadas de atún y papas fritas). “Menesunda”, como se sabe, es una palabra del lunfardo que alude a la mezcla de cosas heterogéneas.
“Para quien lo desee, el menú ofrece preparaciones más elaboradas, tales los casos del bife de chorizo “Realismo Mágico”, con pimientos asados, papas al romero y crocante de panceta; el lomo “Nueva Figuración” (tournedós envueltos en panceta con reducción de Malbec, con gratén de queso y papa perfumado en finas hierbas), y la Trucha Pop-Art con aceite de albahaca y verduras grillé.
“Hay además pastas caseras, como los ravioles caprese, los raviolones de ternera con salsa a la crema de verdeo, y otros de salmón con crema de menta y camarones. De la cocina también salen minutas como milanesas y supremas, entraña, bife de chorizo y merluza grillé o a la romana. Otras especialidades de la casa son: panaché de verduras, acelga gratinada con jamón y queso, salpicón de pollo, sardinas con verduras frescas, tortilla de papa y cebolla, tortilla española y omelette de jamón y queso.
“Los postres son bien porteños: flan casero, queso y dulce, panqueques de dulce de leche, y ensalada de frutas. Para los más golosos, la “Técnica Mixta”, colchón de frutas con capas de helado, merengue, dulce de leche natural y helado. No perderse el “happy hour”, tanto de cerveza como de tragos 2×1. El Bar-o-Bar está Bárbaro para disfrutar de uno de los lugares más pintorescos de la ciudad, donde lo que importa es el ambiente, encontrarse con amigos luego de la oficina o directamente disfrutar de la comida porteña en un ambiente que desborda arte y gastronomía”.


