¡Imaginate, bebé! Este fue uno de los palacetes de la Buenos Aires con guita, ¿viste?. Así parece escucharse cerquita, al sólo echarle un vistazo. Barrio Norte, Recoleta; zonas chetas de la privilegiada gran ciudad. Allí está enclavado, como si fuera en el ojál del mejor de todos los trajes posibles en el mundo entero.
Lo ves en las fotos. Tan magnífico que en algún recóndito lugar del ADN nacional, se hallan depositadas las imágenes de estas fotos. Además allí vivió un presidente que degustaba la agenda cultural más refinada de la época. Es que la esposa de Alvear, que a él me refiero, era la gran soprano Regina Pacini. Imaginate.
Este palacio es Icono de una arquitectura exquisita, sutil y refinada, hecha para los paladares culturales de una élite. Por lo menos, aquella alta sociedad tenía cultura. Después te puede pasar que no coincidís políticamente con algunos de aquellos grandes hombres y mujeres, pero el respeto intelectual está sobre la mesa.
“Adaptando magistralmente modelos de la tradición francesa del siglo XVIII, el proyectista compuso un edificio de admirables proporciones, refinada plasticidad y excelentes calidades espaciales, que demuestra como pocos la íntima relación que existió entre el art nouveau y el revival Luis XV, basada en el común empleo de la línea curva, la ornamentación vegetal y el sutil engarce de superficies y espacios. Esto se nota desde el juego cóncavo-convexo de la cour d´honneur, en el exterior, hasta el tratamiento de los logrados interiores, en especial el estupendo hall central. Alrededor de este espacio, probablemente el mejor foyer de la arquitectura argentina de la época, se organiza todo el edificio. De planta elíptica, rodeado de columnas, con una escalera de honor de impostura modernista y coronado por una original cúpula rebajada provista de luz cenital, ofrece un juego espacial y lumínico magistral que demuestra la capacidad de Le Monnier para conmocionar al espectador a través de un sabio y rejuvenecido manejo de los elementos esenciales de la buena arquitectura y del repertorio clásico.1
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“El Palacio Fernández Anchorena es un lujoso palacete de comienzos del siglo XX y una de las pocas residencias de la elite porteña que aún sobrevive en la Avenida Alvear del barrio de Recoleta. Actualmente pertenece a la Santa Sede y funciona como sede de la Nunciatura Apostólica en Buenos Aires.
“Fue encargado por el matrimonio del Dr. Juan Antonio Fernández (nieto del célebre médicoy su homónimo) y Rosa Irene de Anchorena al arquitecto francés Edouard Le Monnier en 1907. Curiosamente sus primeros dueños nunca lo habitaron pues residían en París. Una de sus hijas era Florinda Fernández Anchorena, condesa consorte de Castellane, mujer del conde Georges de Castellane (hijo de Boni de Castellane y Anna Gould, y nieto del magnate estadounidense Jay Gould).
“Fue administrado por los Fernández hasta 1922, y luego cedido como residencia presidencial a Marcelo Torcuato de Alvear y su mujer Regina Pacini.
“Más tarde, el palacete fue adquirido por Adelia Harilaos de Olmos, una de las mujeres más ricas de su época, fervorosa católica. Participó activamente en la realización del Congreso Eucarístico Internacional de 1934, recibiendo por ello la condecoración de Marquesa Pontificia por parte de la Santa Sede. Adelia decidió donar su residencia como sede de la Nunciatura Apostólica al redactar su testamento el 13 de noviembre de 1947. Falleció el 15 de septiembre de 1949, y el edificio pasó desde ese momento a su nueva función, que mantiene desde abril de 1952.
“Fue la residencia del papa Juan Pablo II durante sus dos visitas a Buenos Aires, en los años 1982 y 1987. Mediante el Decreto 1495, sancionado, en 2002, el edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional.
“El 18 de noviembre de 2010, se realizó un festejo por el centenario del Palacio Fernández Anchorena, con la presencia del Gobernador Daniel Scioli y del ex presidente Fernando de la Rúa, entre otros. Como parte de la celebración, el Correo Argentino emitió una tirada de 3000 estampillas con imágenes de la residencia.
“El Palacio Fernández Anchorena fue obra del arquitecto Le Monnier, francés de formación en la Academia de Bellas Artes de París, pero que mostró acercamiento a los nuevos estilos de comienzos del siglo XX, como el art nouveau, reflejándose en la libertad y plasticidad de muchas de sus obras, aunque siguieran los cánones academicistas. La fachada, siguiendo las normas de la composición clásica, posee basamento, desarrollo y remate con una singular cúpula que jerarquiza la entrada principal. También sigue los conceptos de simetría de la arquitectura clásica.
“El Palacio Fernández Anchorena es un lujoso palacete de comienzos del siglo XX y una de las pocas residencias de la clase alta porteña que aún sobrevive en la Avenida Alvear de la Ciudad de Buenos Aires.
“Actualmente, pertenece a la Santa Sede y funciona como sede de la Nunciatura Apostólica en Buenos Aires. El Palacio Fernández Anchorena, fue encargado por el matrimonio del Dr. Juan Antonio Fernández Torres (nieto del célebre médico salteño Juan Antonio Fernández y Hoyos) y Rosa Irene de Anchorena al arquitecto francés Edouard Le Monnier en 1907. Curiosamente, la familia Fernández Anchorena, debido a una circunstancia inesperada, nunca habitó su palacete. Durante su construcción en 1908, Juan Antonio sufrió un grave accidente en Europa que lo dejó discapacitado, y optaron por quedarse a vivir en París donde además tenían fuertes vínculos sociales (Florinda Fernández Anchorena, una de sus hijas, estaba casada con Georges Paul Ernest de Castellane Gould, Conde de Castellane).
“Paralelamente, el palacio fue administrado por los Fernández hasta 1922, cuando es cedido como Residencia Presidencial temporaria al presidente electo Marcelo Torcuato de Alvear y su esposa Regina Pacini. Más tarde, la propiedad fue adquirida por Adelia Harilaos de Olmos, una de las mujeres más ricas de la época en la región y fervorosa católica. Participó activamente en la realización del Congreso Eucarístico Internacional de 1934, recibiendo por ello la condecoración de Marquesa Pontificia del Vaticano. Adelia decidió donar su residencia como sede de la Nunciatura Apostólica al redactar su testamento el 13 de noviembre de 1947. Falleció el 15 de septiembre de 1949, y el edificio pasó desde ese momento a su nueva función, que mantiene desde abril de 1952.El palacio fue la residencia del Papa Juan Pablo II durante sus dos visitas a Buenos Aires, en los años 1982 y 1987. Mediante el Decreto 1495, sancionado, en 2002, el edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional. El 18 de noviembre de 2010, se realizó un festejo por el centenario del Palacio Fernández Anchorena. Como parte de la celebración, el Correo Argentino emitió una tirada de 3000 estampillas con imágenes de la residencia.
“El Palacio Fernández Anchorena fue obra del arquitecto Le Monnier, francés de formación en la Academia de Bellas Artes de París, pero que mostró acercamiento a los nuevos estilos de comienzos del siglo XX, como el Art Nouveau, reflejándose en la libertad y plasticidad de muchas de sus obras, aunque siguieran los cánones academicistas. La fachada, siguiendo las normas de la composición clásica, posee basamento, desarrollo y remate con una singular cúpula que jerarquiza la entrada principal. También sigue los conceptos de simetría de la arquitectura clásica”.