El baúl de los textos desaparecidos de la Feria del Libro porteña
Segunda parte
Recordé la última vez que fui a misa… Iba a buscar las pinturas de mi hija. Estaba la iglesia iluminada y entré. Canté las canciones y de pronto, algo me hizo mirar diferente. Estaban los indudables marinos de altísima graduación, bronceados, cuerpos deportivos. Las señoras solidarias de la Cooperadora, los jefes policiales y del ejército. Todos saben cuántos HIJOS hay sin su primer Derecho: a la Identidad. Negada, robada, mentida… Tal vez, alguno de esos jóvenes de mirada luminosa, solidarios, voluntarios, ecologistas sean HIJOS de desaparecidos… Pero también allí, cuántos Ceferinos morochos, pescadores estafados una y otra vez por otros, empresarios que cambian de nombre y otra vez la misma estafa. Allí, también… Cuántos sin techo y otros con 80 DNI truchos, con las casas y jubilaciones de otros. ¿Los jefes no saben?
¿Cuántos niños de Primera Comunión serán abusados por dirigentes que allí también están?
¿Y si la Madre Teresa de Calcuta me preguntara qué hago yo, dónde está mi gota?
Solamente me volvió el sueño imparable de la tristeza infinita. Nada devuelve la niñez pérdida. Pero que no sigan como si nada. O que ya pasó, ya fue. Ahora asoma la violencia de los hospitales. ¿Y la de las escuelas? ¿Hasta cuándo Mercado Libre?
Esta historia ya la viví, me dije. Hace treinta años. En la Cooperadora Ñacu Mapu. Ya recorrí kilómetros caminando para ir al trabajo mientras pasaban raudas camionetas 4×4, jamás un colectivo en 20 años y el taxi, carísimo. Miré los palos de luz y me dije: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
Estuvimos juntos algunos voluntarios ecologistas, seguidores de nobles cruzadas. El yuppie, con su aire mix de jefe del Súper Agente 86 y tono doctoral de un científico como Paenza y algo de quien en el libro de la historia de Les Luthiers fabrica los instrumentos informales, Hugo no sé cuánto… que habría sido estudiante de Ingeniería. Entonces es absolutamente imposible que ignorase la más terrible represión, ya en el ’74-’75… contra profesores y alumnos, los fachos en sus Falcón verde ametrallando el Barrio Universitario. Como aquella vez que iba con la parejita y el bebé.
Esta historia ya la viví y sentí, cuando en el canal chileno, al mediodía del Sábado de Gloria, animosos voluntarios ayudaban a levantar las viviendas del terremoto con sus miradas luminosas, alegres, entusiastas, de ecologistas solidarios, estudiantes y catequistas católicos.
¿A quién le mandaría Boogie la calaverita mexica prolijamente tallada con la navaja de Rambo en un cachito sobrante del listón de madera? Su obscuro silencio fúnebre es que asume, como Rico y Seineldín, con orgullo, sus medallas de torturador y a quien sus hombres admiran apodándolo “El Malevo”, criollo valiente. Dejan atrás las masacres a mujeres, niños, ancianos, victimas de su delirio nazi en violencia familiar. Los hijos reconocidos y los ninguneados, victimas de cuanta tortura fuera capaz de imaginar el ex kapo del Grupo de Tareas. Fontanarrosa lo describe bien en sus historietas “Boogie, el aceitoso”.
La calavera es para Ratatouille. “El gato” le dicen porque siempre cae parado y por sus levantes de femme fatal. Un piquito, un departamento. Una noche, la estancia familiar. Intelectual prestigios@, ha borrado prolijamente todo su pasado en la dictadura, cambiando identidades, mezclando prontuarios y currículums, negando toda identidad a sus hijos. Pero han sido los mismos hijos quienes lo encontraron al estudiar el librito de la colección “La Ciencia que no muerde pero ladra” de la Universidad de Quilmes: “Sexo, drogas, rock & roll y un poco de Biología”, de genética para todos. Descubrieron sus parecidos, corroboraron parentescos por amigos estudiantes de Biología que les hicieron el estudio de ADN. Supieron quién era el padre con un 99% de veracidad según el manual.
Más difícil fue hallar la mujer del mismo ADN de su ombligo, único lazo con la madre biológica. Algunas sepultadas en geriátricos infames garpados por PAMI cual si fueran clínicas suizas.
Únicamente sensibles estudiantes de Psicología oyeron delirios de pacientes de Salud Mental. Vaya a saber quiénes decidieran corroborar o refutar la hipótesis de esa paciente internada en la Sala de Traumatología, que atada a la cama desvariaba diciendo que había sido docente y tenía su casita.
Tal vez intentaran con su pareja, sensible gay estudiante de teatro, aprender el rol para interpretar “La muerte de un viajante”, de Arthur Miller.
Otro, estudiante de periodismo, empezó a buscar en diarios viejos datos de esa historia, listas de docentes. Únicamente así, encontró a su madre. Siempre creyó que lo había abandonado, lo había regalado o vendido y por eso la rechazara profundamente. ¿Podría ser quien tenía ese diagnóstico de paranoia? Que supuestamente habría comenzado cuando muriera su bebé y ella, “desequilibrada” decía no era el que le dieran en la Maternidad.
Son los pibes que ahora luchan por el cupo trans que luego del matrimonio igualitario uniera gays, lésbicas, bi y transexuales únicamente por no compartir el cupo femenino con las esposas de Dios, Patria y Propiedad, cuyas iniciativas por las amplias libertades y derechos a la igualdad de oportunidades chocan con los mandamases machistas de aquí, el que no está de acuerdo, ya sabe, allí está la puerta. Si se queda me la… y luego a poner el… y así se deja de ideas raras medio subversivas de género trans y monsergas, anarcas y cooperativistas de “una persona es un voto”, “nadie es más que nadie”, todos en círculo.
Porque si Ud. no nos representa, ya sabe dónde puede meterse sus títulos de grado y posgrado, másters y doctorados. Y no se olvide que lo pusimos allí para que nos represente.
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Ratatouille no es grosero como Boogie, siempre explícito; ni procaz como Chofitol, sino sutil y gélido marcando límites.
Atrás quedaron las acciones de heroísmo de los ex grupo de tarea donde los uniera como vampiros ávidos de sangre fresca la guerra contra “la subversión apátrida” de violaciones a estudiantes y catequistas de ambos sexos, presos políticos.
La saña de patadas y requisas para romper todo buscando únicamente lo que tuviera valor para repartirse el botín en el derruido Albergue Warnes, que jamás sería el Hospital de Niños Modelo de Evita.
Fueron luego, Gurka Che buscando la carne fresca de jóvenes soldados que imaginaran una guerra heroica en Malvinas y jamás pudieron borrar esos abusos que únicamente pusiera fin el soldadito Carrasco, asesinado por evangélico.
El lema feminista de LO PRIVADO ES PÚBLICO, choca con quienes llevan los cirios en la procesión de la Hermandad Sevillana.
Madres de familia que miran por tele a la Su apoltronadas en sus sillones, con su maquillaje de maniquí de cera. Y lo miran porque es su propio cerebro atrapado en “SU” televisor, espejo idílico… y lo miran porque anhelan ese show de los años noventa, ominoso, cargado de clisés menemistas, luces doradas, pizza y champagne.
Esas son las madres que intentan proteger al Berlusconi pater familiae, empresario exitoso de la patria contratista y las privatizaciones de las empresas públicas por el olvidado entusiasta yuppie ex menemista que untó con dólares a levanta manos, calientasillas y lameculos para su brillante carrera política. Los turros taparon corruptelas empresarias y con más empeño aún niegan los otros hijos que quitarían primogenitura empresarial al nene.
Solamente esa foto infame de sexo gay con su propio hijo le quitaría, tal vez, la ansiada banda presidencial. Porque la foto y el ADN fueron garpados por los paparazzi de la cadena internacional italiana, divulgada, obviamente, en Semana Santa por los republicanos hinchas de Barcelona por esa ominosa derrota del gol de Cristiano Ronaldo.
En la Feria del Libro es tarea imposible intentar hallar “El Asesinato de Cristo” de Wilhelm Reich que editara Paidós en la primavera alfonsinista y por el que terminara en la cárcel-manicomio del macartismo el perseguido autor de “La función del orgasmo”, “Marxismo y Psicoanálisis”, “La lucha sexual de los jóvenes”, “Análisis de masas del fascismo”. Fue expulsado de la Asociación Psicoanalítica el ex discípulo de Freud por sus críticas… que se centraban únicamente en lo individualista, dejando de lado la problemática social cuando se gestaba ya el nazismo. Fue expulsado también del Partido Comunista por sus críticas al enfoque macro, únicamente economicista que gestaba el resentimiento. Perseguido por ser científico judío en el Holocausto del genocidio nazi pudo emigrar, iluso, a EEUU. Allí, siguió sus estudios de Bioenergética.
¿Por qué su último trabajo fue su condena? ¿Qué planteó en “El asesinato de Cristo”? Inhallable casi en las listas de libros prohibidos por el INDEX. Que cada niño gestado con amor, como Jesús, podría ser como él. ¿Eso fue lo terrible?
Imaginaba Wilhelm Reich al nuevo líder que aprendiera del asesinato de Cristo, recibido con honores y palmas de olivo el Domingo de Ramos cuando creían les daría el poder a los políticos trepadores, que hablarían de la importancia de la Salud y la Educación en medio de discursos lisonjeros altisonantes. Para luego seguir con discursos y banquetes nada más.
Fue condenado a dejarlo doping, estupidizado por drogas psi y así murió poco después.
Como en la URSS stalinista de Solzhenitsin en “El archipiélago Gulag” cuyo Premio Nobel de Literatura año 1970 levantó más polvareda que la presencia de Vargas Llosa en la inauguración de la Feria del Libro porteña. ¿Estará en algún stand el “Gulag”, como le decían en los ’70 los escasos críticos al stalinismo? Que luego de las siniestras purgas de exterminio a intelectuales y artistas por leninistas o trotskistas, utilizó las clínicas psiquiátricas para acallar toda disidencia opositora dejando reducidos a despojos como pacientes del Borda, Moyano o Alvear a brillantes científicos.
También en la muy civilizada Francia el poeta Antonín Artaud, autor del casi desconocido manifiesto “Van Gogh, el suicidado por la sociedad” antes de quedar ese despojo humano que salvaran amigos del poeta luego de las torturas con electroshock. ¿Estará su obra en los prolijos anaqueles editoriales?
Recuerdo cuando la recorrí intentando encontrar la ignota editorial “Eloísa Cartonera” donde quería publicar mis obras siempre inéditas, para donar los derechos de autoría a las Bibliotecas Populares. Era cuando creía, ilusa, que las Editoriales Populares serían excelente fuente de trabajo y educación.
Ratatouille desde su podio de intelectual prodigioso realiza prolijamente su gran misión. Se siente Torquemada, el gran Inquisidor, Catón, el Censor o Tato, como le dicen sus amigos, por el vernáculo perseguidor de libros y pelis en universidades y bibliotecas públicas sembradas de intrascendentes obras de sus adláteres, vil copia de trabajos de otros.
Únicamente pueden encontrarse los títulos perseguidos en lejanas bibliotecas del exilio. Aquí, la cantidad de libros anodinos publicados por la industria es inversamente proporcional a la cantidad de sus lectores.
¿Habrá en los libros de Ecología algo sobre el tema de la contaminación con mercurio que explicitara la doctora del Hospital Fernández en el excelente programa “Conciencia y Trabajo” por la Radio Pública, el Sábado Santo en su apasionante programa científico de las 6 hs?
¿Kién controla si hay mercurio en los peces que comemos en Semana Santa en las exquisitas empanadas de vigilia? ¿Serán como las preparaba mamá? Entonces, cuando por radio pasaban música clásica, milagro que únicamente encontré en la noche por radio A.M.
-…que tienen mercurio hasta las amalgamas odontológicas- sigue explicando en el programa.
¿Y qué pasa en regiones donde hay una empresa altamente contaminante como ALPAT que vaya a saber dónde tira diariamente sus miles y miles de litros de agua de purga con soda cáustica? ¿La tirarán al mar contaminando la pesca? ¿O en el agua potable que tantos tomamos?
Da para suscitar imágenes paranoicas a cualquiera… O proponer proyectos que irán al artículo “cesto”: léase, publíquese y guárdese en el anaquel correspondiente. A llenarse del polvo del olvido como el arpa del poema de Bécquer, “del rincón en el ángulo obscuro”.
…que la Soda Solvay, altamente contaminante, tiene la importancia económica de ser precursor químico para la fabricación de cocaína, como explicara Halperín por Radio Mitre hace tiempo ya. ¿Será verificable tal hipótesis? ¿Estarán contaminando las aguas del bello Golfo Azul? ¿Será imposible transformar dicha empresa en un laboratorio de Ciencias de la Alimentación que garantice la calidad de la producción de lo que producimos, consumimos y exportamos por el Puerto del Este? Sería una excelente fuente de trabajo para profesionales, técnicos y daría trabajo y capacitación a tantos desocupados. ¿Habrá alguna posibilidad de tener leucemia o el cromosoma de Philadelphia, eufemismo para no decir sida o HIV, por posible radiación nuclear detectada por un simple análisis de sangre? ¿Alguna posible contaminación cerca de Atucha? ¿Tendrán posibilidad de alguna alteración genética los científicos del Balseiro? ¿Y los que comen las famosas truchas del agua barilochense? ¿Dónde van las aguas de las empresas petroleras? ¿Qué sales depositan? ¿Qué consecuencias traen? Un programa científico puede desatar delirios paranoides a cualquier oyente…
Regresemos, entonces, al programa del agro, tan pragmático. ¿Se preocuparán por la posible contaminación con mercurio de la producción exportada y consumida por nos? Si en el Polo Petroquímico de Ingeniero White, Bahía Blanca, los casos de leucemia, diálisis y fallecidos por cáncer superan ampliamente los límites de mortalidad promedio. ¿Por qué sigue aquí la planta química de Soda Solvay? ¿Quién estudia la leche y los derivados lácteos, yogures y quesos que consumimos y exportamos? ¿Podría tener, tal vez la bacteria de la tuberculosis? ¿Por qué tenemos en hospitales argentinos pacientes con “TBC”, como fue bautizado por el estigma de su tabú? Si todos tenemos la vacuna BCG obligatoria. ¿Habrá, tal vez, algún negociado con vacunas truchas de alguna obra social como la Bancaria con medicamentos de HIV, cáncer y hemofilia?
Las transferencias bancarias en cajeros automáticos llena de persecuta a quién ya se imagina un chumbo y…
-¡Pasame todo a ésta cuenta! Sino…-.
S.S. Su Sekurity ya entrena en los nuevos operativos de ex grupos de tarea con un simple cambio de depósitos.
(continuará)
Columnista invitada
Lucía Isabel Briones Costa
“Mi pecado fue terrible: quise llenar de estrellas el corazón de los hombres” decía el poeta… Desde los lejanos años de estudiante del profesorado en Historia en la Universidad Nacional del Sur, dediqué mi vida a la educación. En los tiempos previos a la dictadura de 1976 enseñaba en una vieja aula de la Facultad de Agronomía el bachillerato de adultos, tarea compartida con los compañeros, casi todos presos políticos después en Bahía Blanca. Cuando era rector Remus Tetu se hizo una razzia contra docentes, no docentes y estudiantes, especialmente contra los alumnos de Humanidades, Sociología y Economía. Estaba terminando mi carrera, cursando las últimas materias cuando fui detenida y puesta a disposición del PEN, el Poder Ejecutivo de la Nación, durante tres años y tres meses, hasta diciembre de 1978. Estuve en las cárceles de Villa Floresta, Olmos, Devoto y los tres últimos meses en la U20, la cárcel dentro del Hospital Borda, donde un prolijo tratamiento con drogas psiquiátricas hizo borrar totalmente mi memoria. Así me dejaron en libertad, diciéndole a mi padre: “Su hija es irrecuperable, será un vegetal hasta el día de su muerte. Que Dios les de la Santa Resignación”. Gracias a haber encontrado la ayuda adecuada pude recuperar, poco a poco, la razón perdida. Y me fui a La Pampa, donde fui docente de escuelas primarias y secundarias en la pequeña localidad de 25 de Mayo y en el Terciario de Formación Docente de Catriel, Río Negro. Recién en 1997, pude terminar mi profesorado en la Universidad del Comahue, para cuando mis compañeras de promoción de la Universidad del Sur ya estaban por jubilarse. Luego comencé la maestría en Historia Latinoamericana de los siglos XIX y XX, la cual se interrumpió cuando la Universidad no podía pagar a los docentes, varios doctores en Historia. En ese tiempo de docente rural comencé a escribir narrativa, tarea que continué al jubilarme en el bello mar de Las Grutas, en Río Negro. Seguí escribiendo con la alegría de dar un legado en su educación a mis hijas: la mayor psicóloga y la menor, maestra y profesora de Historia, ambas egresadas también de la Universidad del Comahue.