Parece que fue hace siglos, ya que la percepción del paso del tiempo ha cambiado. Pero no, ocurrió hace algunas pocas décadas y ofició de encarnación de los años ’60 en la Argentina. Aún disfrutábamos de la revolución sexual pues no existía el HIV, aunque sí otras enfermedades de transmisión sexual que ya se encontraban controladas.
El Imperio hizo una apuesta a congeniar con nuestros pueblos a través de la propulsión de artistas argentinos y de otros países del orbe. Pero si lo vemos como un medio vaso lleno, fue una buena oportunidad para que con esos fondos que llegaron del Norte, se dieran a conocer muchos de los mejores artistas plásticos de por aquí.
La bohemia era singular, fundamentalmente… porque existía. Todo aún tenía una pátina de tipo artesanal, tanto las relaciones entre las personas como la producción artística. Luego vendrían tiempos en los que nos separarían, para que no fuéramos un peligro rebelándonos contra intereses foráneos. Queda mucho por contar.
“Tras la exposición en el MNBA, lo siguiente fue la conformación de un premio nacional y posteriormente de uno internacional. “Como parte del programa de premios otorgábamos una beca en el extranjero o lugar de preferencia; queríamos provocar a toda costa la intercomunicación con los otros centros mundiales; no queríamos una cultura aislada”, explicó Guido Di Tella en el libro El Di Tella, del inglés John King, quizá la obra más abarcativa de lo que fue la vida del instituto. El primer premio se organizó en 1960. Fueron invitados 25 artistas y Mario Pucciarelli se llevó el galardón, viajó a Roma y allí se quedó.
“En el ’61 lo ganó Clorindo Testa, quien comentó: “En ese momento era el premio más importante que había, porque los premios del Salón Nacional siempre fueron una cosa aparte, mucho más burocrática, una cosa en la cual ninguno de los pintores que estaban en el Di Tella participaba”. Un año después se fijó el modelo de los premios, invitar a artistas extranjeros a través de sus galerías y argentinos de manera individual y conformar un panel de críticos internacional, que avalara así la selección. El Nacional quedó en manos de Gyula Kosice y el Internacional fue para Louise Nevelson. En el ’63, Luis Felipe Noé (N) y Rómulo Macció (I), en el ’64 Marta Minujín (N) y Kenneth Noland (I), en el ’65 Carlos Silva (N) y James Rosenquist (I), mientras que en ’66, con el comienzo de los problemas económicos, solo hubo Nacional, que fue para Susana Salgado.
“Uno de los objetivos primigenios también fue federalizar la cultura y para eso se armó unidad audiovisual móvil que viajó por el país, como La Pampa, Córdoba, San Luis y Santa Fe, durante 1962, proyectando películas sobre arte y su propio audiovisual, Candonga. La idea era abarcar una red de 100 ciudades, pero la camioneta se estrelló durante la gira de 1963 y nunca fue reemplazada. Por otra parte, cuando el Centro se trasladó a su famosa sede en Florida y empezó a producir un impacto en la vida de la ciudad, el interés en las provincias se disipó. El Di Tella se centró en promover la Ciudad en un nivel internacional. Con esta decisión comenzaba la leyenda del ITDT”.
“Directores entre 1963-70
“Enrique Oteiza (Director Ejecutivo).
“Jorge Romero Brest2 (Centro de Artes Visuales)
“Roberto Villanueva (Centro de Experimentación Audiovisual)
“Alberto Ginastera (Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales)”.
Luis Felipe Noé
“Buenos Aires, 26 de mayo de 1933, es un artista plástico, crítico de arte y docente argentino, exponente de la Nueva Figuración. Sus padres fueron Julio Noé y Beba Ruiz y lleva el apodo Yuyo desde su infancia.
“En 1951 ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y al taller de pintura del maestro Horacio Butler, en el que se formó durante un año y medio. Más allá de esta formación inicial, continuó formándose de manera autodidacta.
“En 1955, abandonó la Facultad y comenzó a trabajar en el diario El Mundo, donde, al año siguiente, ejerció la crítica de arte. Hasta 1961, trabajó también en la sección política de los periódicos El Nacional, La Razón y La Prensa. Se casó con Nora Murphy en 1957, con quien tuvo dos hijos: Paula y Gaspar Noé.
“En 1957 expuso un cuadro en el Salón Nacional de Bellas Artes y en 1959, realizó su primera exposición individual en la Galería Witcomb. Durante la inauguración, trabó amistad con Alberto Greco, Rómulo Macció y Jorge de la Vega.
“En 1960 su padre le ofreció como taller un sector de lo que había sido la fábrica de sombreros fundada por su abuelo, ubicada en la calle Independencia entre Bolívar y Defensa. Al poco tiempo, Greco y Macció se instalaron allí, aprovechando el gran espacio disponible, y De la Vega pintó ocasionalmente algunas obras grandes en ese lugar.
“Ese año, Noé realizó dos exposiciones, una en la galería Kalá y otra en las dos primeras salas de la galería Van Riel. En 1961, el diario La Nación, en su rotograbado de los domingos, publicó una nota sobre el atelier de Independencia y sus protagonistas.
“En mayo de ese año, Noé llevó a cabo su cuarta muestra en la Galería Bonino, donde presentó la Serie Federal, sobre la historia argentina del siglo XIX, en la cual cuestiona la pintura de género argentina tradicional, proponiendo una relectura de la historia crítica de la historia oficial.
“Otra Figuración (1960−1965)
“Luis Felipe Noé con Jorge de la Vega, Luis Seoane, Hugo Parpagnoli y Ernesto Deira, en el Bar Moderno, en 1962. Noé propuso a Greco, Macció y De la Vega hacer una exposición que superase la división entre abstractos y figurativos. La intención no era formar un grupo, sino crear un movimiento. Con este propósito, Macció, De la Vega y Noé invitaron a Ernesto Deira, al fotógrafo figurativo y pintor abstracto Sameer Makarius y a la pintora Carolina Muchnik. Otros artistas fueron invitados a participar, pero algunos declinaron la propuesta por considerarse pintores abstractos, como Alberto Greco y Antonio Seguí, y otros por identificarse figurativos, como Jorge Demirjian y Miguel Dávila. Sin embargo, la muestra buscaba superar la oposición entre figuración y abstracción.
“Finalmente, la exposición Otra figuración se realizó en el Salón Peuser. Poco después, otros artistas comenzaron a hacer obras vinculadas con ese movimiento, denominado por algunos críticos neofigurativo o Nueva Figuración.
“Con una beca del gobierno francés, Noé viaja a Europa en compañía de De la Vega. Más tarde se reuniría en París con su familia, y luego se sumarían Macció y Deira. Durante ese viaje se consolida el grupo. A partir de allí comienzan a exponer en muestras compartidas identificándose colectivamente como Deira, Macció, Noé y De la Vega.
“Durante ese período Noé profundizó su concepción de cuadro dividido o visión quebrada: “Al poco tiempo nos vamos a Brujas. En ese momento no había turistas, estaba vacía, era un escenario del siglo XV. Y entramos a un museo chico pero muy hermoso, con obras magníficas. Ahí entendí. Se me vino encima una época burguesa de valores estables, centrada en el cristianismo. Yo me preguntaba lo siguiente: esta pintura tiene una relación íntima con su tiempo, yo la admiro por eso, por lo tanto no tiene ningún sentido en una época tan distinta como la actual querer pintar como esos pintores. Hay que hacer totalmente lo contrario, tensiones, rupturas. Ahí empecé a hablar de visión quebrada, de cuadro dividido, y por último de asunción del caos”.
“Esta concepción se hace presente en su obra Mambo, que actualmente forma parte de la colección del Museo de Bellas Artes de Houston.
“A su regreso a Buenos Aires, en 1962, los cuatro artistas se instalaron en un nuevo taller, en la calle Carlos Pellegrini entre Charcas (hoy, Marcelo T. de Alvear) y la Avenida Santa Fe. Poco después presentaron dos exposiciones: la muestra de dibujo Esto (referida a la situación de la Argentina posterior la caída del presidente Arturo Frondizi) en la Galería Lirolay, y una segunda muestra organizada en la Galería Bonino. Fueron convocados por Jorge Romero Brest, director del Museo Nacional de Bellas Artes, para exponer en la institución en 1963.
“Además de la muestra en el Museo, fueron invitados al Premio Torcuato Di Tella en el que Noé recibió el Premio Nacional de Pintura y Macció fue reconocido con el Premio Internacional. El Instituto Di Tella adquirió su obra Introducción a la esperanza, que más tarde será donada al Museo Nacional de Bellas Artes. La temática de esta obra, una protesta política, fue la excusa para la desestructuración formal del rectángulo pictórico, que se conserva, pero del cual emergen elementos de protesta popular, como peticiones y carteles.
“Además, el grupo expuso en la Comisión Nacional de Bellas Artes de Montevideo y en la Galería Bonino de Río de Janeiro. El crítico brasileño Frederico Morais señaló que esta exhibición “tuvo un impacto inolvidable sobre la joven generación carioca”.
“El premio Di Tella consistía en una beca que le permitió al artista trasladarse a Nueva York, ciudad en la que permaneció desde abril hasta diciembre de 1964, donde compartió taller con Liliana Porter, el uruguayo Luis Camnitzer y el venezolano Gabriel Morera. Durante esa residencia en Nueva York tuvo lugar la exposición Premio Internacional Guggenheim, a la que los cuatro artistas del grupo de la nueva figuración habían sido invitados por su curador, Lawrence Alloway. En esa ocasión, en la que fue premiado el artista suizo Alberto Giacometti, la institución adquirió la obra de Noé Carisma (1963). Las obras de Deira, Macció, Noé y De la Vega fueron expuestas en diferentes espacios, incluyendo una muestra de arte argentino en el Walker Art Center de Minneapolis. El crítico John Canaday, del New York Times destacó la presencia de los neofigurativos como un nuevo grupo sobresaliente en el panorama de la pintura argentina.
“En 1965, en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, tuvo lugar Noé + experiencias colectivas, una célebre exposición donde se exhibieron pinturas e instalaciones de Noé yuxtapuestas con obras de otros artistas, articuladas entre sí por oposición y contraste. En esa ocasión, el artista presentó su primer libro, Antiestética, un libro que es casi un manifiesto, en el cual expuso por primera vez su tesis sobre el caos como estructura y sus nociones de “ruptura de la unidad”, “asunción del caos” y “visión quebrada” .
“La última exposición del grupo se realizó en 1965, en la Galería Bonino, con el mural de Deira, Nueve variaciones para un bastidor bien tensado, instalaciones de De la Vega (Nigromante) y Noé (El ser nacional) y dos cuadros de gran formato de Macció.
“Nueva York (1965−1967)
“A fines de 1965 Noé partió con su familia hacia Nueva York con una Beca Guggenheim.
“En enero de 1966, expuso en la Galería Bonino de dicha ciudad. Entre otras piezas, la muestra incluía tres instalaciones: Introducción al desmadre de 1964, That’s life miss, y Balance 1965-4/1965, esta última una yuxtaposición de obras compuestas durante su estadía anterior en Nueva York. Estas instalaciones le parecieron más tarde aparatosas, y encontró que eran difíciles de transportar y de vender, así que cuando se planteó el regreso a Buenos Aires en 1968, optó por deshacerse de ellas arrojándolas al río Hudson.
“Luego de esta muestra, Noé decide dejar de pintar, alejándose de la pintura por nueve años. La complejidad de sus pinturas-instalaciones, que le dificultaba guardarla y moverlas, al mismo tiempo le impedía volver a la pintura plana, con la cual ya no podía reflejar su concepción del caos.
“No obstante, continuó creando y escribiendo. En mayo de 1966, escribió para la revista El Mirador de la Fundación Interamericana para las Artes, el artículo En la sociedad pop la vanguardia no está en las galerías de arte. Gana por segunda vez la Beca Guggenheim a fines de ese año.
“En 1967 comenzó a escribir El arte entre la tecnología y la rebelión, libro que finalizó tres años después, pero que decidió no publicar, aunque más adelante utilizó varios de los análisis incluidos en ese volumen. Participó como invitado de un seminario internacional de artistas, convocado por la Fairleigh Dickinson University y viajó a Venezuela para participar de un encuentro de artistas e intelectuales de Estados Unidos y Latinoamérica organizado por la Fundación Interamericana por las Artes. En mayo de 1968, expuso una ambientación con espejos planos cóncavos en el Museo de Bellas Artes de Caracas.
“Finalizada su beca, consigue el aval del New York School for Social Research para trabajar en un programa de lucha contra la pobreza como director de un Centro Cultural Hispánico ubicado en un barrio principalmente portorriqueño. Esta institución era impulsada por Movilization for Youth, donde Nora Murphy se desempeñaba como asistente social.
“Buenos Aires (1968−1976)
“En octubre de 1968 regresa a Buenos Aires. Junto con algunos amigos, decide poner en funcionamiento un bar. De la Vega le sugirió el nombre “Bárbaro”. El bar se convirtió en lugar de encuentro de figuras culturales de las décadas del ’60, ’70 y ’80.
“Realizó la muestra Saldos-Liquidación por cambio de ramo, con pinturas del período 1960-1965 en la galería Carmen Waugh, y publicó un libro de frases sobre la Argentina, Una sociedad colonial avanzada, que había comenzado en Nueva York.
“En 1971, falleció Jorge de la Vega, lo cual produjo en Noé un gran impacto.
“Durante su período sin pintar comenzó a dar clases de plástica. Entre 1971 y 1973 lo hace en la Escuela Panamericana de Arte, y entre 1973 y 1976, en su casa taller, ubicada en Pueyrredón y Corrientes.
“A partir del vínculo con sus alumnos y de una terapia iniciada en 1971, comienza a retomar la pintura. En sus sesiones de terapia dibujaba, y esos dibujos fueron cobrando forma en dos series, una llamada La naturaleza y los mitos, y otra sobre la conquista de América, Conquista y violación de la naturaleza. Es así que se produce en 1975 su retorno a la pintura con una exposición en la galería Carmen Waugh, donde mostró esas dos series. Para el catálogo, escribió un texto titulado Por qué pinté lo que pinté, no pinté lo que no pinté, y pinto ahora lo que pinto.
“París (1976−1987)
“A fines de mayo de 1976, Noé parte hacia París, luego del golpe de Estado y al año siguiente se le une su familia. Estando en la capital francesa envía obras para una nueva exposición en la galería Carmen Waugh que tuvo lugar en septiembre, con tres cuadros de gran formato como eje titulados Esto no tiene nombre, en alusión a la situación política de la Argentina.
“En París se dedica nuevamente a la enseñanza de la pintura, a la vez que realiza exposiciones individuales en París, Madrid y también Buenos Aires, ciudad a la que viaja anualmente a partir de 1978.
“En uno de sus viajes entre Latinoamérica y París, pasa tres semanas en el Amazonas invitado por el poeta brasileño Thiago de Mello. A partir de esa estadía, inició una serie de pinturas inspiradas en el paisaje amazónico, que concluyó en 1985. En esta etapa también retoma las instalaciones. La obra más característica del período fue Estructura para un paisaje, en la que fusiona instalación y paisaje, modificando la estructura física del cuadro al separar el bastidor de la tela. En 1986 ganó el premio de la Fundación Fortabat con la obra Recuerdo del diluvio.
“En un encuentro de artes visuales sobre identidad latinoamericana organizado por el Foro de Arte Contemporáneo, en México, presenta en 1985 el texto La nostalgia de historia en el proceso de imaginación plástica de América latina.
“En 1981, falleció su madre y, en 1983, su padre. Durante ese año, adquirió en Buenos Aires su casa de la calle Tacuarí, donde vive desde 1987. Mientras se encontraba en Buenos Aires, falleció en París su amigo Ernesto Deira.
“Regreso a Buenos Aires y trayectoria reciente
“En 1987 se instaló definitivamente en Buenos Aires cuando el Museo Sívori organizó un programa de su obra. Ese mismo año también expuso en Ámsterdam y realizó un cuadríptico instalado como mural para el Museo de San Ignacio Miní en Misiones. En 1988 la historiadora Mercedes Casanegra publicó un libro sobre la obra de Noé que recorre los distintos estadios de su producción entre 1959 y 1987.
“En 1991 realizó una nueva tensión entre historia, texto e imagen en la obra Tormenta en la Pampa, Homenaje a una pintura escrita por Sarmiento (1991) que forma parte de la Colección de Amalia Lacroze de Fortabat.
“Con el mismo sentido lúdico creó la serie Jeroglíficos en las cavernas de Buenos Aires que fue exhibida en la Fundación Federico Klemm en Buenos Aires. La obra Jeroglífico tucumano encontrado en Buenos Aires (1992) pasó a formar parte de la Colección del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la República Argentina.
“En la década de 1990 publicó dos libros de ilustraciones, el primero A Oriente por Occidente (1992) donde el artista desarrolló por medio de textos e imágenes una teoría acerca del descubrimiento de América basado en el diario de Cristoforo Colombo y en 1994 el libro El otro, la otra y la otredad que relata de forma gráfica la relación con la otredad, un tema que a Noé lo convoca permanentemente.
“En 1993 publicó con Jorge Glusberg el libro Lectura conceptual de una trayectoria y bajo el mismo nombre se realizó una exposición con las obras del artista en el Centro de Arte y Comunicaciones.
“Luego de 28 años sin hacerlo, volvió a producir una instalación: Instauración Institucional (1994) que se exhibió en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. La obra volvió a exponerse en 1995 en una retrospectiva que organizó el mismo museo y la exposición iteró a la ciudad de México en donde fue exhibida en el Palacio Nacional de Bellas Artes.
“En 1997, como reconocimiento a su trayectoria, recibe el Gran Premio de Honor del Fondo Nacional de las Artes y la obra Jeroglífico metafísico rioplatense (1992) pasa a formar parte del patrimonio del Museo Nacional de Bellas Artes, La obra Deconstrucción Urbana (1997) pasa a formar parte de la Colección Amalia Lacroze de Fortabat.
“A partir del inicio del nuevo milenio Noé consolida sus planteos estéticos poniendo a la línea como protagonista de sus obras, al mismo tiempo que su figura va tomando mayor relevancia y se lo reconoce como referente cultural. Por su trayectoria fue distinguido por el Premio Konex de Brillante a las Artes Visuales (2002) y la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lo declaró Ciudadano Ilustre (2006). Ha recibido el Premio Homenaje del Banco Central de la República Argentina (2009), el Premio a la Trayectoria de la Academia Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires (2015), la Mención de Honor Senador Domingo Faustino Sarmiento de la Cámara de Senadores de la Nación (2017) y el Premio a la trayectoria del Salón Nacional de Artes Visuales (2019).
“En 2006, junto a Eduardo Stupía, crearon y dirigieron el proyecto La línea Piensa dedicado al dibujo contemporáneo. Como curador Noé realizó otros proyectos expositivos de dibujo y pintura: en el 2005 Pintura sin pintura y en el 2010 Dibojos. En 2007 la editorial Adriana Hidalgo publicó su libro NoEscritos sobre eso que se llama arte, que recopila escritos, reflexiones y conferencias del artista entre 1996 y 2006.
“Durante las primeras décadas del siglo XXI su obra se expuso en numerosas muestras colectivas e individuales a nivel nacional e internacional. En el 2007 El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires organizó Noé en línea donde se exhibió nuevamente la obra Instauración institucional (1994) que luego fue donada por el artista a dicho museo.
“En el 2009, invitado por el curador Fabián Lebenglik, representó a su país en la 53° Bienal de Venecia para lo que realizó dos obras de grandes dimensiones: La estática velocidad y Nos estamos entendiendo reunidas bajo el nombre Red que marcaron un hito en su producción artística. Las obras realizadas para esta ocasión fueron exhibidas ese año en el Museo Nacional de Bellas Artes e iteraron por los principales museos del país.
“En el 2010 el Museo de Río de Janeiro le dedicó una gran exposición retrospectiva y en el año 2012 el Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (MUNTREF) realizó la exposición Noé, visiones/revisiones. En 2013 fue invitado de honor de la XX Bienal Internacional de Curitiba y en 2014 el Museo Nacional de la República de Brasilia (Brasil) organizó la exposición Noé, siglo XXI. En 2015 el Centro Cultural Haroldo Conti, en Buenos Aires, presentó la exposición Olfato en tiempo y lugar, que centró la mirada del artista en consonancia con su época.
“En 2013, Noé recibió el Premio Carreras Creativas del Centro de Economía de la Creatividad de la Universidad del CEMA. En el discurso de entrega, el economista David Galenson, director académico del Centro, señaló: “A fines de los ’50 y principios de los ’60, una nueva generación de jóvenes artistas cambió la manera de hacer arte con respecto a sus predecesores, los expresionistas abstractos y los informalistas. Sus contribuciones implicaron la incorporación de nuevas ideas, rompiendo las reglas de las formas de arte existentes. En este período, ya no es el movimiento y el estilo lo que le da unidad al arte, sino el artista individual. En este cambio deliberado, Luis Felipe Noé pasó por toda una serie de lo que se pueden considerar estilos o géneros diferentes. Esto no fue el fin del arte, como lo expresó en su momento el crítico Arthur Danto, sino el inicio de una nueva manera de hacer arte, una en la que el individuo, el innovador conceptual, es el agente de cambio, y Luis Felipe Noé es una clara demostración de cómo se produce esto”.
“En el 2017 el Museo Nacional de Bellas Artes le dedicó la exposición Noé: mirada prospectiva curada por Cecilia Ivanchevich que se centró en la forma en que el artista llevó a la práctica su teoría del caos. Para la muestra Noé realizó la instalación Entreveros que reúne en una sola obra los tres enfoques presentes en la exposición: la conciencia histórica, la línea y la fragmentación.
“En el 2019 el artista junto a su familia y un equipo de profesionales decidió crear la Fundación Luis Felipe Noé, dedicada a la difusión y preservación del legado de Noé a través de proyectos de investigación, editoriales y educativos.
“Actualmente Noé continúa con su actividad artística y como ensayista”.
(Texto de Juan Batalla; y selección de la red de redes)