(viene de la entrega anterior)
-Así son los hospitales de campaña en zonas de frontera. Y en China en 15 días, levantaron un hospital para los enfermos-.
Me comenta una madre sola, sostén de familia, desesperada pensando en su hija que se queda sola mientras ella trabaja.
-El Estado en conjunto con los empleadores, debería dar licencia paga a madres solas mientras dure la emergencia- le comento mientras recuerdo mi angustia cuando pasé una situación similar.
Cuando mi compu estuvo en reparación, forzándome a dejar de escribir, pude meditar acerca de tantos por qué. Resulta que me dolía la cabeza y específicamente atrás de los ojos. Y más aún en mi ojo izquierdo. Recordé entonces a los pacos chilenos apuntándoles a un ojo a los artistas y jóvenes estudiantes…
Sólo cuando me hice el baño ocular con limón recién exprimido, que me saltaron las lágrimas y poco a poco fue calmando ese dolor que me ardía mientras iba sanando.
Cuando terminé con ese proceso, llamé a mi hermana Theia por teléfono y le conté por qué supuse que tenía la temperatura tan baja y la cabeza hirviendo.
-Resulta que para fortalecer el sistema inmunológico, volví a tomar agua de mar y también comencé a dársela a Manchita, mi amada perraza dálmata, callejera y sorda o autista, cuando ya se quedaba afuera mañana, tarde y noche como esperando la muerte.
Un video de youtube con una entrevista a la doctora María Teresa Ilari lo explica claramente: Uso del agua de mar y sus beneficios.
Por el tema del dolor de cabeza, ya le había pedido a mi gran amiga Nélida, jubilada chaqueña y compañera en la biblioteca de los jubilados de Las Grutas, que viera si podía ser mal de ojo. Se lo había pedido por teléfono y luego de su curación, logré dormir.
-Sí, amiga, estás un poco ojeada-.
Se me estaba acabando el agua de mar. Decidí ir a cosecharla cuando supe que había marea extraordinaria por la luna llena en Virgo, mi signo, que es también el de la sanación natural, opuesto al sol en Piscis, regido por Neptuno, el de las epidemias, el dios del océano, como lo dice Millán, el físico y astrólogo español en YouTube: “La luna llena del 9 de marzo. La venganza de Neptuno”.
Ahora me voy a escuchar el excelente programa de Radio AM 750, que antes me iluminaba las noches y ahora solamente está los fines de semana de 4,00 a 7,00 hs, la hora de la cultura como ya lo cantaban Les Luthiers.
El otro día volví a ir con una botella a cosechar el agua a la hora de la bajamar extraordinaria… Era a las 19,45 hs. Ya estaba oscuro y la mar se veía muy lejana. Me fui acercando al agua con todos mis miedos, cantando “Alfonsina y el mar”. La luna llena, a la que después vi inmensa, anaranjada, iluminaba de plata la restinga y solamente se veía la espuma blanca. En el resto de la noche sólo quedaba horizonte y mar.
-Para que se me vayan los miedos, me dije…-.
Dejé la mochila en la playa seca junto a mi pollera y camisola y me fui metiendo en la mar. El agua estaba calentita y comencé a contar las olas, alguien me enseñó alguna vez, que así lo hacían las chamanas mayas del Yucatán.
Iba contando las siete olas, mientras sumergía la botella en un punto intermedio: ni tan abajo, donde kedan los restos de metales pesados, ni tan arriba donde queda la grela suspendida… Y con la botella llena me sumergí en las tres olas siguientes, para que Yemayá se llevara los miedos de mi coco. Y en la tercera ola el mar, se llevó la botella con mi cosecha de agua marina.
Neptuno es un dios celoso, pensé. Seguramente está en contubernio con kienes venden ya los botellones de agua de mar.
Buské la mochila, me puse la camisola y fui a comer en ese sitio tan lindo. Ya sentía frío por la camisola mojada. Pasé por la librería La Cueva para pedir los libros del doc Roberto Crotogini y llamé al taxi. Al llegar estaba helada. Me fui a dar un buen baño con agua caliente y me metí en la cama.
Esa fue la noche en que parecía tenía fiebre y llamé al 911.
-Tenías hipotermia-, me dijo después Tehia.
Si no tenía fiebre ni estaba insolada, ¿sería presión alta? Porque el dolor de cabeza seguía allí. De pronto recordé la limpieza ocular con limón. El tipo de ácido cítrico que contiene, es el único capaz de limpiar los ojos cuando éstos se queman por las ondas electromagnéticas y las radiaciones del celu y la compu.
Además de curarme los ojos con jugo de limón, decidí ir nuevamente a cosechar agua, esta vez, con la pleamar, a la hora de la siesta, en un día de sol y calma que…
-Será una excelente protección-, pensé, ya que levanta el sistema inmunológico.
Cuando llegué, había olas muy altas. Se veía un joven surfeándolas… Llené la botella y regresé para guardarla en mi mochila. Pero cuando fui otra vez para hacer la ceremonia chamánica maya, el océano me enfrentó y me arrastró volteándome tres veces.
Me pregunté por qué se habría enojado Neptuno… Es que soy virginiana y mi carta es la Reina de Espadas, que en el Tarot Mítico es la diosa Palas Atenea, quien se enfrentó con el dios marino por el nombre de la ciudad griega. Neptuno ofreció el caballo de la guerra y la diosa el olivo, símbolo de paz.
La ciudad se llamó Atenas y Neptuno, entonces, desató un maremoto en venganza. Y desde ese momento, en la democracia de Atenas, así llamada por la diosa de la justicia, las artesanías y la democracia, las mujeres, al igual que los esclavos, los pobres y extranjeros, estaban excluídas.
Nada como la energía que trasmite la mar… Entonces al regresar fui a hacer las compras. Estaba todo cerrado. Como ya se fue la temporada turística, regresamos a la modorra de la siesta, tan sanadora.
Recordé que el negocio que siempre está abierto es El león, lugar donde no voy desde que pasó lo de mi amiga, “La Chinita” Andrea Galdamez. Ella fue salvajemente violada cuando transcurría la fiesta de la primavera, en septiembre de 2011.
Había ido al asado de unos artesanos amigos. Después supe eran policías, porque hubo kiénes se enojaron porque no los habían invitado a la festichola.
Cuando yo estaba con ella ayudándola a redactar su recurso de amparo en la playa, pasaron cerca de nosotros Ale, el dueño de El León, a quien ella le llamaba Mariano, junto a otro chabón.
En ese momento, mi amiga se rayó y dijo: -¡Estos hijos de puta se hacen los otarios!…-.
Tiempo después, me enteré que quien acompañaba al dueño de El León aquella tarde, era el paseador de perros de Las Grutas, quien además, luego fue la pareja hiper-violenta de mi compañera Lucía Salvaterra en la agrupación “Juana Azurduy”.
Se trata de la misma calaña de personas. Todas las veces que me llamaron para declarar en la causa de La China, seguí afirmando que yo era testigo de que cuando pasaron por la playa el Ale con el paseador de perros, mi amiga, la víctima recontraforreada, se rayó y dijo: -¡Estos hijos de puta se hacen los otarios!…-. Y yo le contesté, -¡Pero si el Ale es kien me hizo la obra de gas y agua caliente del iglú!-.
Una vez que fui al negocio de El león y le comenté que mi amiga, salvajemente violada, lo había reconocido, me sacó con violencia.
-Usted me confunde con otra persona, señora. No venga más por akí- y agarrándome del brazo me fue llevando para afuera.
Supe después que tenía la protección de un alto jefe policial. Ignoro si será del padre, el dueño del negocio que todos sabían que distribuía drogas frente a la feria artesanal, a la vuelta de la comisaría.
Yo lo declaré en la causa de mi propio recurso de amparo por la destrucción del patrimonio cultural grutense, cuando tiraron abajo el edificio de la ex delegación municipal, profanando el mural de un artista de prestigio internacional.
(continuará)
Las Grutas, Río Negro,
marzo de 2020.
Columnista invitada
Lucía Isabel Briones Costa
“Mi pecado fue terrible: quise llenar de estrellas el corazón de los hombres” decía el poeta… Desde los lejanos años de estudiante del profesorado en Historia en la Universidad Nacional del Sur, dediqué mi vida a la educación. En los tiempos previos a la dictadura de 1976 enseñaba en una vieja aula de la Facultad de Agronomía el bachillerato de adultos, tarea compartida con los compañeros, casi todos presos políticos después en Bahía Blanca. Cuando era rector Remus Tetu se hizo una razzia contra docentes, no docentes y estudiantes, especialmente contra los alumnos de Humanidades, Sociología y Economía. Estaba terminando mi carrera, cursando las últimas materias cuando fui detenida y puesta a disposición del PEN, el Poder Ejecutivo de la Nación, durante tres años y tres meses, hasta diciembre de 1978. Estuve en las cárceles de Villa Floresta, Olmos, Devoto y los tres últimos meses en la U20, la cárcel dentro del Hospital Borda, donde un prolijo tratamiento con drogas psiquiátricas hizo borrar totalmente mi memoria. Así me dejaron en libertad, diciéndole a mi padre: “Su hija es irrecuperable, será un vegetal hasta el día de su muerte. Que Dios les de la Santa Resignación”. Gracias a haber encontrado la ayuda adecuada pude recuperar, poco a poco, la razón perdida. Y me fui a La Pampa, donde fui docente de escuelas primarias y secundarias en la pequeña localidad de 25 de Mayo y en el Terciario de Formación Docente de Catriel, Río Negro. Recién en 1997, pude terminar mi profesorado en la Universidad del Comahue, para cuando mis compañeras de promoción de la Universidad del Sur ya estaban por jubilarse. Luego comencé la maestría en Historia Latinoamericana de los siglos XIX y XX, la cual se interrumpió cuando la Universidad no podía pagar a los docentes, varios doctores en Historia. En ese tiempo de docente rural comencé a escribir narrativa, tarea que continué al jubilarme en el bello mar de Las Grutas, en Río Negro. Seguí escribiendo con la alegría de dar un legado en su educación a mis hijas: la mayor psicóloga y la menor, maestra y profesora de Historia, ambas egresadas también de la Universidad del Comahue.