(viene de la entrega anterior)
Estoy tratando de lograr la inmutabilidad oriental. En realidad es un ejercicio interior de, pese a darme cuenta de la onda, tratar que no me llegue. Algo así como lograr elevarme espiritualmente. No engancharme en la del otro. Que pueda mantener la sonrisa interior, aunque a veces me cueste tanto…
Dice el Bagavad-Gita: “Trabajar sin esperar los frutos del amor. Sin llegar a tener tanta tristeza, tanto dolor por el desamor. Porque entonces no vivo el amor que sí tengo.
Al juli, las nenas, la naturaleza, esas largas charlas de papá sentado en el sillón hamaca.
Y ahora este trabajo de amar sin esperar, amar a los que saben, amar los niños, que ellos me enseñen.
Volver a ser como niño
Volver a sentir profundo
Como cantaba Violeta Parra.
Dios…
Concédeme la
Serenidad
Para aceptar las
Cosas que no puedo
Cambiar
Valor para
Cambiar aquellas
Que pueda y
Sabiduría
Para reconocer
La diferencia.
SOLO POR HOY
Solo por hoy tratare de pasar el día, sin esperar resolver el problema de toda mi vida en un momento.
Solo durante doce horas puedo proponerme hacer algo que me espantaría, si creyera tener que seguir haciéndolo durante toda la vida.
Solo por hoy seré feliz. Esta Verdad que dijo Abraham Lincoln: “Casi todo el mundo es tan feliz como se lo propone”, hoy la pondré en práctica.
Solo por hoy me ajustaré a lo que es, sin tratar de amoldar todo de acuerdo con mis deseos. Tomaré la “suerte” como venga y me adaptaré a ella.
Solo por hoy trataré de fortalecer mi mente. Estudiaré. Aprenderé algo útil. No seré un apático mental. Leeré algo que requiera esfuerzo, pensamiento y concentración.
Solo por hoy ejercitaré mi alma en tres formas: le haré un bien a alguien sin esperar recompensa y sin que nadie lo sepa; si alguien se entera, esto no contará. Haré por lo menos dos cosas que no quiera hacer, solo como un ejercicio.
No le demostraré a nadie que mis sentimientos han sido heridos; puedo estarlo, pero hoy no lo demostraré.
Solo por hoy tendré un programa a seguir. Quizá no lo siga con exactitud, pero lo tendré. Me salvaré de dos plagas: la prisa y la indecisión.
Solo por hoy seré agradable. Me mostraré lo mejor que pueda, vestiré apropiadamente, hablaré en voz baja, actuareé cortesmente, no haré crítica alguna, no le encontraré faltas a nada, y trataré de no superar ni dirigir a nadie más que a mí mismo.
Solo por hoy no tendré miedo. Trataré especialmente de no sentir miedo, disfrutar de lo que es bello, y creer que del mundo he de recibir de acuerdo a lo que de.
Hablo con papa por teléfono:
-¡Hija! ¿qué tal?, ¿cómo estás?-.
-Mirá papá, me siento como en el cuento sufí ese que me contaste la otra vez.
“Resulta que va un viejo caminando, y un pibe encima de un burro. Y la gente lo mira y dice:
-Que viejo zonzo. Mire que ir caminando y el pibe muy cómodo en el burro.
El viejo los escucha y se sube al burro con el pibe.
Entonces la gente que lo ve se pone a murmurar: -Si será hijo de perra, miren lo que le hacen al pobre animal. No tienen consideración con él.
El viejo los escucha y se baja y también lo hace bajar al pibe. Van los dos caminando y llevan al burro de las correas.
-¡Fíjense en esos! -comentan otros-. Si será infeliz ese viejo…-.
Entonces se sube el viejo al burro (por última vez) y oye los chismes: -Que tipo jodido. Él muy campante en el burro y el pobre pibe caminando…-.
-Hija -me contesta riéndose papá- tal vez tu aprendizaje sea no escuchar a los demás-.
-¿Sabés qué escuché esta mañana o anoche? Ni sé qué hora era-.
Un chabón hablando del mesías interno. Que cuando uno va cayendo en la depresión, cuando parece que todo está perdido tiene que conectarse con el mesías interno que él te va a ayudar-.
-Y, no es más que encontrarse con uno mismo…-.
-Pero el asunto seria encontrar la fuerza para salir a flote-.
-¿Sabés qué pasa, Negra?, que a nuestra edad, doblando los cincuenta, no nos queda más hacernos los pibes. Porque por más que quiera la cabeza ya se cayó para adelante-.
En cambio a los treinta, uno parece cada vez más alto, más hermoso buscando las nubes.
-Y, el tema es que a uno no le queda otra que buscar la sabiduría. Cuando ya perdimos la belleza de la juventud, a las minas nos queda solamente llegar a ser sabias. O si no nos quedamos en brujas. O anciana sabia o vieja bruja. No hay otra. Porque ya perdimos la belleza tan efímera de la juventud.
-En otra época yo recibía una cartita como esa, que te amo, me decía, y yo lo único que hacía era llevármela a cualquier lado, a la barda y entonces…-.
Pero ahora, no. Porque es el alma. Cuesta tanto subir un escalón hacia el espíritu que cuando, apenas nos enojamos, caemos como a un precipicio. Y es tan difícil volver a subir porque apenas subimos de a cachito. Caemos barranca abajo. Pero subir, es de a pasito.
-Como decía mi viejo. La vieja historia de Sísifo, el que tenía que subir, con un gran peso, una montaña. Y cuando parecía que llegaba, caía a pique.
-Lo que te digo, cada uno tiene que cargar la cruz-.
-Pero acordate lo que decía esa mina que era budista. Que si vos veías que tu vida era cargar una cruz. Y que la vida era otra cosa, era mirar el sol y agradecerle cada día la vida.
Lo que canta Serrat en el poema de Machado “La saeta”.
No es ese, no, mi cantar
No puedo cantar, ni quiero,
A ese Jesús del madero,
Sino al que anduvo en la mar.
Cantarle al Jesús de los gitanos, libre, feliz
Un madero para subir a la cruz.
Llegó al pueblo un parque de diversiones. Tal vez ni alcanzaba a ser “Parque”. Unos carromatos, pocos, viejos, destartalados, la pintura celeste y amarilla medio desteñida. Una especie de calesita, creo que unos sube y baja.
No lo he visto de noche, pero imagino pocas luces de colores y música estridente, eso sí.
Lo que mucha tristeza daba era el nombre: “Las vegas”.
El subdesarrollo colonial, la mente pensando en el norte.
Y así, de cuarta, diría el Juli. De última mas bien.
No sé porqué recuerdo al profesor de teatro. Hace años llegó con un contrato de Nación que lo mandaba a cualquier pueblo infame. El flaco, medio avejentado, cansado, tratando de lograr hacer teatro en lugares donde éste era entendido como una buena obra, un autor muy conocido apto para todo público.
Algo así como Casona y “Los árboles mueren de pie”.
Y llega y se encuentra en el salón, no sé si del Club Social o el del Concejo Deliberante, al grupo de maestras, porque el curso daba puntaje.
Y solo dos hombres, el Juli y el otro, marido de la maestra que en la escuela decían pobrecita ella trabajando como una bestia y el sólo haciéndole hijos y viviendo de vago mientras los hijos giraban por allí.
Y lo comentaban cuando yo estaba y sentía el comentario tangencial de Juli ese otro que Negra vos no te imaginás lo que fueron las minas duras como una estaca, los ojos fríos y duros, todas acurrucadas en un rincón y lo único que movían eran los brazos como recitando una poesía a mi patria querida. Y el flaco y yo que nos desplazábamos en todo el salón.
Danzábamos, volábamos, girábamos en un abrazo cósmico con el aire, la tierra, el fuego, el mar, y en un rincón las maestras que cada vez que nos acercábamos huían, se corrían, se amontonaban, se cerraban como una vieja cachucha oxidada.
-Por eso lo traje al profesor de teatro, Negra, aquí esta-.
Siento que estás dando ahora tu clase y aunque lejos, estoy allá.
Escucho a los Quilapayún y siento que esa revolución del amor y las estrellas que ellos plantean es la misma que soñamos nosotros.
Sé que hay muchas cosas que nos separan. Que para mí el opio del pueblo no es la religión sino el opio mismo pero que eso no es lo que importa.
Que la revolución que soñamos (y que sin haber hablado, eso se siente) es esa, la del ARTE.
Pero el arte del pueblo, por el pueblo, para el pueblo.
Por eso me emociona tanto que se vaya concretando en un pequeño pueblo que en la capital ni se conoce. Porque el pobrerío va a la escuela común, la rural, la marginal. Y solo cambiando los maestros podrán cambiar esas escuelas.
Y de los aparatos de reproducción ideológica del sistema, la que actúa con más tiempo, en lo más débil (el pibe). Es lo más importante de cambiar.
¡Que todos los artistas sensibles se vuelquen a las escuelas…!
Porque el objetivo de la escuela es el aprendizaje de la lectoescritura y los cálculos, fundamentalmente. Pero en todo va transmitiendo VALORES (ideología).
¡Que se pongan en fila!
¡Distancia!
¡Silencio!
-La disciplina cuartelaría para llegar a la escuela -picadora de carne de niños-, de “El muro” de Pink Floyd (que nunca puede ver).
Que los criterios de autoridad, el saber en el maestro, el alumno receptáculo pasivo.
Que los limites (los márgenes en los cuadernos), que subraye con rojo esto y con azul lo otro, que en la escuela no haga dibujitos…
Que hasta el juego está estudiando y codificado. Están para esto y lo otro.
Y la verdadera revolución pasa por las condiciones subjetivas…
-Negra ¿sabés qué siento? Que Dios me dice: “ya lo tenés todo, ¿qué más querés? Querías libertad, amor, paraje, familia, una casita, un auto. Te dí todo y te quejás todavía. -Y me lo dice a mí y también a vos- ¿Qué más querés?-.
Trató de explicarle el tema de las ondas pero no lo entiende. Sé que tiene razón por otro lado.
-July, si vos vieras el río. Está enojando, viene bramando, furioso. Cualquier día de estos, los diques que pusieron para pararlo, contenerlo, se van a ver imponentes frente a tanta agua. Y va a pasar como con la represa de Salto Grande en Concordia. La hicieron para prevenir las crecidas. Y transformaron el Río Uruguay que no era un río sino un cielo azul que corría bello y transparente, en un río barroso y marrón. Este año, con las grandes crecidas, tuvieron que abrir las compuertas (o se rompía el dique) y quedaron bajo las aguas los orgullosos barrios de los planes vivienda nacionales.
-El tema no es que se enojó el río sino Dios-.
No sé bien cómo surgió lo del casamiento. Hacía siete años que éramos pareja. Un poco por aquello de “lo que nos une es el amor”. O en los días de tormenta cuando llueve tanto afuera como adentro “no nos une el amor sino el espanto, será por eso que te quiero tanto” parafraseando mas a Gudiño Kieffer que a Borges.
Pero ya habíamos arreglado todos los papeles, los de las nenas, la casa. Entonces no era lo material.
-Negra, yo sé que cuando la biblia dice “no separe el hombre lo que Dios ha unido”, lo que Dios unió está en la beba. Nunca va a poder separar nuestros genes. Están unidos en Raitrai para siempre. Dios nos unió en el amor y vino Rai. Ese fue nuestro casorio ante Dios.
Pero llegó la carta con los papeles de separación.
-¿Y si nos casamos, July?-.
-¿No estamos casados ya?-.
-Y, qué se yo -le digo- Nos tomamos unos días, nos dedicamos a nosotros-.
-Ya sé. Esa camisola que te estás haciendo la usás ese día con la pollera-.
– Guby ¿querés que te haga un vestido para el casamiento?-.
– Ay, mamá. No seas ridícula. Cámo vamos a ir nosotras vestidas así, ya somos grandes. Raitrai sí quiso. Con lo que sobró del vestido de la comunión le hice una túnica.
-Negra, fui al juzgado de paz y está la suplente, pero sólo una semana más. Con ella sí, por la onda. Si no te imaginas con la otra, vestida con el traje sastre azul, firme aquí Lucia-.
-No me diría Lucia. Me diría Briones-.
-Y a mí, firme don Melo. Ya está. Se levanta, me da la mano. Con esa mina no. Pero ella me dijo que va a ser otra cosa. En la naturaleza. En el río. Otra onda-.
-¿Y si lo llamo a papá que venga?
-Tu viejo no viene. Te lo digo yo. Le cuesta ya moverse, llamo por teléfono-.
-Vení papa, con el Luisito queremos que seas testigo del casorio-.
-Hija, que tengo el balance. Que llamame, que voy a ver-.
-Ya te lo dije. No vine. Los tigres viejos somos duros de roer. Te lo digo porque a mí me decís viniste al culo del mundo porque… y yo que bueno, pero, que a lo mejor si…-.
-Juli, papá viene porque yo lo conozco. Sé que va a venir porque nosotros nos sentimos y queremos pese a las distancias. Te digo que va a venir-.
También le mandamos un telegrama al hermano de Julio. Pero por las dudas hablamos con las abuelas de acá.
Yo estaba trabajando. Justo la fiesta de colación de grados. Que iban a poner las letras, azul brillante en un telón verde medio mostaza. No se iba a ver en absoluto. Y le vamos a hacer una espiga de trigo.
Me quiero morir. Una espiga peor imposible. El estereotipo elevado a la enésima. O unas florcitas.
No, que aquí lo que va es un sol. Un sol inmenso, amarillo, anaranjado, con algo de rojo (porque avivar ese telón tan amostazado es imposible). Y nos fuimos con la única profesora que comprende la era de acuario.
Ella, tan formal, tan virginiana, pulcra y ordenada, que lee como yo absolutamente todo de todos, lo comprendió. Sintió la vibración de la nueva era.
Y lo medimos. Un sol para iluminar esto tiene que tener cuatro metros de diámetro. Un sol naciente. Porque es esta primera camada de maestros, está naciendo la educación para la libertad y el amor. No sé cómo andarán en matemáticas y lengua, pero yo siento que están en la nueva vibración. Que sintieron la paz, la solidaridad, el compartir. Es la educación que siempre soñé. La escuela pública transformada en miles de mariposas que vuelan libremente. Era miércoles. La fiesta de los egresados el domingo. El casamiento probablemente el sábado.
-Vengan a confirmar la fecha porque tengo que viajar- nos dijo la jueza de paz -Y antes quiero celebrar el casamiento. ¿En el río? ¿Con los frutos de la tierra?
-Tiene que ser adentro del tamarisco. Porque allí iba a ser nuestra casa. Tiene onda de paz. Es el lugar para meditar, habíamos quedado una vez-.
-Es que yo soy el tamarisco -dijo el July- así con los brazos abiertos. Me meto en la tierra y vuelvo a crecer cada vez copioso, más grande. Soy pariente del puente… ¿No sentiste que paz doy? Si a Raitrai, cuando beba, la apoyaba en mi hombro para acunarla y se dormía.
-Igual que vos. Yo te leo y vos acurrucado en mi hombro te dormís como un arrorró-.
Y fue un atardecer cuando el sol iluminaba de lila rosado el horizonte.
El tamarisco brillaba inmenso y feliz como exóticos pájaros tropicales.
Papá comenzó con una meditación.
-De modo todos nos tomamos las manos abrazando el tronco del árbol, que es la fuerza de la naturaleza, que es Dios para algunos creyentes.
Y todos nos dimos la mano en ronda, los chicos entre los grandes, apenitas algunos amigos.
-Y aspiramos todo el aire limpio y puro, escuchamos el canto de los pájaros que despiden este atardecer y conectándonos con la tierra, nuestra madre, porque polvo eres y en polvo te convertirás. La madre tierra. La pacha mama en el norte, la ñuque mapu de los mapuches. Aspiremos toda energía y exhalemos el aire eliminando todas las toxinas, las penas, las tristezas. Y volvamos a aspirar todo lo mejor que nos da el universo, el amor que nos da paz. Mucho amor hasta sentir la paz en todo nuestro ser. Entonces inspiremos y exhalemos en un ohm, ohm…
Vamos a sacralizar esta ceremonia sintiendo en nuestro corazón, en el centro cardíaco, en ea chacra del amor, la oración que Jesús nos enseño: “Padre nuestro que estás en los cielos…”.
Y todos sentimos al padre que está en el cielo y en este árbol y en la gata Negrasa que vino hasta aquí y está con nosotros y en los perros que escuchan y se meten en el árbol, el Nahuel que mueve la cola y quiere acercarse a los frutos de la tierra, el ananá, los tomates, los pimientos hermosos y los sahumerios que los miro y creo que no tiene mucho sentido sahumerio en plena naturaleza, que aire mas limpio el de ese cielo y este atardecer bellísimo. Sahumerio para alejar los mosquitos puede ser…
…Y hágase tu voluntad. Y recuerdo siempre a papa explicándome el Padre Nuestro, que lo más difícil es el hágase tu voluntad y no la mía. Será porque los tenemos en común este fuerte ascendente escorpio que nos hace querer cambiar el mundo y que vos y el Juli creen que primero tienen que cambiar uno y yo que los entiendo pero que tiene que ser dialectico, cambiar uno y además volcar las energías para que cambie el sistema también. Pero en este momento siento toda la emoción del casamiento más hermoso que pude haber soñado, el de la era de acuario, con vos, papa, que nos casas aquí, y yo se que el July es el que quisiste que fuera mi esposo desde siempre, porque es tu amigo y compañero de los diálogos espirituales. Y amen.
Y Raitrai que como siempre traduce “Así será” y su voz límpida se escucha y sus ojos grandotes.
Y esta la Tehia, mi hermanita del alma, junto a su esposo y sus gurisitos y la Guby, que la mira con adoración.
Y entonces el flaco toma la vela que estaba en el centro de la mesa que había hecho el Juli con las nenas, un tronco con flores de tamarisco entrelazados con la vela.
-Ahora vamos a cantar “Esta es la luz de Cristo yo la hare brillar…”
Y la vela va pasando y el July de uno a otro y esa era la ceremonia religiosa que siempre había soñado y el July con los ojos brillantes del llanto y toda emoción compartida.
Y la flaca saca el libro del casorio y lee la parte formal u me queda la hora que algún día tendría que hacer la carta natal del casorio pero que tal vez no sea lo importante sino solo llenarme del July y el amor y esta paz en este desierto y esta comunión con la naturaleza. Esto es comunión, todos en común, los presentes y los ausentes.
Y de testigos papa y en un momento pensé la Tehia pero cuando la flaca trajo de regalo la manta de telar hecha por el flaco sentí que no, que tenía que ser ella por la onda acuariana, por ese canto a la vida y la paz de todos los que soñamos un mundo diferente.
Y la duda y no será mejor la Tehia que siempre estuvo y no está. Pero ella está en la Guada, su ahijado, tan igualita en tantas cosas…
Y luego nos saludamos todos en un abrazo muy fuerte y compartimos el pan, una rodaja a cada uno y parecía eterno, tantos chicos y para todos alcanzo una y otra vez.
-Para finalizar, vamos a hacer una meditación agradeciéndole a Dios este amor. Y a la jueza de paz no era sino la madre naturaleza que nos despedía en un
-Shanti- sahaaan-tiii
Shanti, Shanti, la paz en sanscrito y el canto era gregoriano y era el sanscrito, como el amen latino, en una vibración de una octava superior que nos conecta con lo mejor de cada uno Amen.
Después creo que vinimos a compartir algo de comida, pero no era eso, ni sé que hubo. Solo recuerdo a la amiga que nos dijo:
-Cuando sea grande- nos señalo a su hija casi adolecente que compartió todo- solo quisiera que su casamiento sea así.
Y así estuvimos, en esa luna de miel aquí, solo naturaleza, desierto y paz: el día siguiente era cumpleaños de papa, y se fue con el mejor regalo.
El viento en la pampa oscurece el cielo con nubarrones grises, negruzcos. El sol apenas aclara un cachito de ese gris plomo. Y el viento no es un silbo sino el resoplido jadeante de un moribundo.
-Cuando era chica- cuenta ella- naci en el campo. Sabíamos cuando iba a comenzar el viento por la loca, una viejita italiana a la que la guerra había enloquecido. La familia la tenía atada a la cama. A lo mejor con una cadena. No sé. A la noche, antes que empezaba el viento, la loca empezaba a los alaridos. El italiano decía: “lo mataron. Ellos lo mataron”. Y no era un grito. Era un alarido. Un aullido. Era un lobo hambriento que nos destrozaba de pavor. Entonces sabíamos que iba a comenzar el viento.
Cuando te fuiste un viento terrible golpeo el eucaliptus y alguna de sus ramas se desgajaron inmensas sobre otras del tamarisco y en un luto abatieron tu jardín, allí donde estaba el fueguito aquí hacia el flaco.
En ruinas el tamarisco y el eucaliptus que vieron la danza ritual, ancestral, de hace milenios en ronda, pisando la tierra con la fuerza de las hembras que hacen su casa danzando.
Hoy si entre en tu pieza. Hoy si recorrí palmo la energía del flaco, levante sus lanitas, las mire con lágrimas en los ojos y las incorpore a mi chaleco- futuro sacón.
Una lana olvidada con verdes teñidos ¿pichana? ¿Jarilla?
Y lo imagino con su sonrisa grandota, su alegría de paz interior.
Creo que no estuviste aquí, que solo el viento te trajo con tus ojos brillantes por el llanto, el amor. Que un día, tal vez una brisa acerco en un puente, tal vez para que llegara el cóndor inmenso, altísimo, bello de luz y en silencios compartidos con Julio, tamarisco y mar, brotara la fuerza, la alegría y el amor de recuperar el arte y la artesanía (nuevamente).
Pero también es la partida, dolor por sentir tanta lejanía. ¿Qué fallo? ¿Por qué vino el huracán, el vendaval de la paranoia? Si lo entendía en cualquiera pero no en quien había dado todo.
Hasta lo que para nosotros es lo más sagrado, nuestro templo, nuestro hogar.
Fue importantísimo ese día de despedida en el rio. Fue también cantar:
Se equivocó la paloma, se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur, creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó el mar era el cielo, que la noche la mañana
Se equivocaba, se equivocaba.
Que las estrellas eran rocío, que la calor era nevada
Se equivocaba, se equivocaba.
Que tu falda era su blusa, que tu corazón su casa
Se equivocaba, se equivocaba.
Ella se durmió en la orilla, en la cumbre de una rama
Se equivocaba, se equivocaba.
Que tu falda era su blusa, que tu corazón su casa
Se equivocaba, se equivocaba.
Se equivocaba, se equivocaba.
Joan Manuel Serrat
Y tanto dolor para adentro brotó en lágrimas y arte en esos días locos del curso a los artistas.
Brotó en una guitarreada, como las de hace veinte años atrás.
En mi poema. Mi primer y único poema.
(continuará)
Columnista invitada
Lucía Isabel Briones Costa
“Mi pecado fue terrible: quise llenar de estrellas el corazón de los hombres” decía el poeta… Desde los lejanos años de estudiante del profesorado en Historia en la Universidad Nacional del Sur, dediqué mi vida a la educación. En los tiempos previos a la dictadura de 1976 enseñaba en una vieja aula de la Facultad de Agronomía el bachillerato de adultos, tarea compartida con los compañeros, casi todos presos políticos después en Bahía Blanca. Cuando era rector Remus Tetu se hizo una razzia contra docentes, no docentes y estudiantes, especialmente contra los alumnos de Humanidades, Sociología y Economía. Estaba terminando mi carrera, cursando las últimas materias cuando fui detenida y puesta a disposición del PEN, el Poder Ejecutivo de la Nación, durante tres años y tres meses, hasta diciembre de 1978. Estuve en las cárceles de Villa Floresta, Olmos, Devoto y los tres últimos meses en la U20, la cárcel dentro del Hospital Borda, donde un prolijo tratamiento con drogas psiquiátricas hizo borrar totalmente mi memoria. Así me dejaron en libertad, diciéndole a mi padre: “Su hija es irrecuperable, será un vegetal hasta el día de su muerte. Que Dios les de la Santa Resignación”. Gracias a haber encontrado la ayuda adecuada pude recuperar, poco a poco, la razón perdida. Y me fui a La Pampa, donde fui docente de escuelas primarias y secundarias en la pequeña localidad de 25 de Mayo y en el Terciario de Formación Docente de Catriel, Río Negro. Recién en 1997, pude terminar mi profesorado en la Universidad del Comahue, para cuando mis compañeras de promoción de la Universidad del Sur ya estaban por jubilarse. Luego comencé la maestría en Historia Latinoamericana de los siglos XIX y XX, la cual se interrumpió cuando la Universidad no podía pagar a los docentes, varios doctores en Historia. En ese tiempo de docente rural comencé a escribir narrativa, tarea que continué al jubilarme en el bello mar de Las Grutas, en Río Negro. Seguí escribiendo con la alegría de dar un legado en su educación a mis hijas: la mayor psicóloga y la menor, maestra y profesora de Historia, ambas egresadas también de la Universidad del Comahue.