Noticias que nos llegan desde Toronto, Canadá
Esta semana me tocó ir a mi oficina para desocuparla de forma tal, que no quedaran rastros de mi paso por allí. Al terminar la tarea pude verla desprovista de mis cosas de todos los días, como la foto de mi hija y un poema sobre el vínculo, o un afiche de alguna actividad con personas adultas mayores, un recorte del diario, la identificación como organizador de la celebración del Día Internacional de la Mujer y muchas más, que harían tedioso de por sí este arranque melancólico.
Ahora soy oficialmente un trabajador en la casa o como me gusta decir “vivo en mi trabajo”, porque es muy frágil la línea que separa lo laboral de lo privado. Los especialistas han estado alertando desde el inicio de la pandemia de los riesgos del trabajo a distancia, una idea que despierta algunas reflexiones. Como que el trabajador está a distancia de su supervisor, del patrón que lo controla, cómo es responsable de manejar sus tiempos, pero también de resolver desafíos, aunque sin poder compartir con sus colegas el cómo hacer. Algunas cosas se mitigan con espías electrónicos y otras con reuniones interminables a través de Zoom.
El aislamiento, la falta de contacto con los compañeros de trabajo, la pérdida de las rutinas asociadas con los horarios laborales y la amenaza del despido, pendiendo como una espada de Damocles sobre la cabeza de la persona que trabaja sola en su casa, son algunos de los ítems que se apuntan. A los que hay que sumar el deterioro general de las relaciones de trabajo. Es necesario que nos detengamos un minuto aquí, a propósito de la celebración del Día Internacional del Trabajo del 1 de mayo.
El trabajo y la dignidad humana
Conviene repasar al escritor uruguayo Eduardo Galeano, quien reflexionó a propósito de las relaciones en el ámbito del trabajo. Fue en la sesión magistral de clausura de la VI Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales, llevada a cabo en noviembre de 2012 en Ciudad de México:
“Se niega sin disimulo uno de los derechos humanos proclamados por las Naciones Unidas: la libertad de asociación”. Esto lo dijo Galeano por la prohibición a la sindicalización que pende sobre trabajadores de grandes tiendas y negocios de comida rápida.
“En Malasia, el gobierno declaró union free, es decir libre de sindicatos al sector electrónico. Tampoco tenían ninguna posibilidad de agremiarse las ciento noventa obreras que murieron quemadas en Tailandia en 1993, en el galpón trancado por fuera, donde fabricaban los muñecos que forman parte del merchandising” de famosas series de TV.
“En sus campañas electorales del año 2000, los candidatos Bush y Gore coincidieron en la necesidad de seguir imponiendo en el mundo el modelo norteamericano de relaciones laborales. “Nuestro estilo de trabajo”, como ambos lo llamaron, es el que está marcando el paso de la globalización que avanza con botas de siete leguas y entra hasta en los más remotos rincones del planeta”.
“La tecnología, que ha abolido las distancias, permite ahora que un obrero de una multinacional en Indonesia tenga que trabajar cien mil años para ganar lo que gana en un año un ejecutivo de esa misma empresa en los Estados Unidos. Es la continuación de la época colonial, en una escala jamás conocida. Los pobres del mundo siguen cumpliendo su función tradicional: proporcionan brazos y productos baratos, aunque ahora fabriquen zapatos deportivos, computadoras o instrumentos de alta tecnología además de producir, como antes, caucho, arroz, café, azúcar y otras cosas malditas por el mercado mundial”.
“Desde 1919, se han firmado 183 convenios internacionales que regulan las relaciones de trabajo en el mundo. Según la Organización Internacional del Trabajo, de esos 183 acuerdos, Francia ratificó 115, Noruega 106, Alemania 76 y los Estados Unidos apenas 14. El país que encabeza el proceso de globalización sólo obedece sus propias órdenes. Así garantiza suficiente impunidad a sus grandes corporaciones, lanzadas a la cacería de mano de obra barata y a la conquista de territorios que las industrias sucias pueden contaminar a su antojo.
“Paradójicamente, este país que no reconoce más ley que la ley del trabajo fuera de la ley es el que ahora dice que no habrá más remedio que incluir ‘cláusulas sociales’ y de ‘protección ambiental’ en los acuerdos de libre comercio. ¿Qué sería de la realidad sin la publicidad que la enmascara?
Esas cláusulas son meros impuestos que el vicio paga a la virtud con cargo al rubro relaciones públicas, pero la sola mención de los derechos obreros pone los pelos de punta a los más fervorosos abogados del salario de hambre, el horario de goma y el despido libre…”
“Ante las denuncias y las protestas, las empresas se lavan las manos. En la industria posmoderna, el trabajo ya no está concentrado. Así es en todas partes y no sólo en la actividad privada. Los contratistas fabrican las tres cuartas partes de los autos de Toyota. De cada cinco obreros de Volkswagen en Brasil, sólo uno es empleado de la empresa. De los 81 obreros de Petrobras muertos en accidentes de trabajo a fines del siglo XX, 66 estaban al servicio de contratistas que no cumplen con las normas de seguridad laboral”.
“A través de trescientas empresas contratistas, China produce la mitad de las muñecas Barbie del mundo. En China sí hay sindicatos, pero obedecen a un Estado que en nombre del socialismo se ocupa de la disciplina de la mano de obra: “Nosotros combatimos la agitación obrera y la inestabilidad social, para asegurar un clima favorable a los inversores”, explicó Bo Xilai, alto dirigente del Partido Comunista chino.
“El poder económico está más monopolizado que nunca, pero los países y las personas compiten en lo que pueden: a ver quién ofrece más a cambio de menos, a ver quién trabaja el doble a cambio de la mitad. A la vera del camino están quedando los restos de las conquistas arrancadas por tantos años de dolor y de lucha”.
“Las plantas maquiladoras de México, Centroamérica y el Caribe, que por algo se llaman “sweat shops”, talleres del sudor, crecen a un ritmo mucho más acelerado que la industria en su conjunto. Hoy, 8 de cada 10 nuevos empleos en la Argentina son sin contratos y sin ninguna protección legal.
9 de cada diez nuevos empleos en toda América Latina corresponden al “sector informal”, un eufemismo para decir que los trabajadores están librados a la buena de Dios. La estabilidad laboral y los demás derechos de los trabajadores, ¿serán de aquí a poco tiempo un tema para arqueólogos? No más que recuerdos de una especie extinguida”.
“En el mundo al revés, la libertad oprime: la libertad del dinero exige trabajadores presos de la cárcel del miedo, que es la más cárcel de todas las cárceles. El mercado amenaza y castiga. Bien lo sabe cualquier trabajador, en cualquier lugar. El miedo al desempleo, que sirve a los empleadores para reducir sus costos de mano de obra y multiplicar la productividad, es hoy por hoy, la fuente de angustia más universal”.
“¿Quién está a salvo del pánico de ser arrojado a las largas filas de los que buscan trabajo?… Y en tren de preguntas, la última: ante la globalización del dinero, que divide al mundo en domadores y domados, ¿se podrá internacionalizar la lucha por la dignidad del trabajo? Menudo desafío”. (1)
Trabajadores y madres
El domingo 1 de mayo, ante la avalancha de saludos y buenos deseos, los chats se transformaron en tribuna de debates: “Mientras que pensemos que el trabajo es un castigo de Dios, como el parir, la vida será sufrimiento. Mientras que el trabajo sea para felicidad de quien se queda con la plusvalía, será un sufrimiento. Mientras que el trabajo no esté de acuerdo con lo que deseamos, será un sufrimiento. ¡Vos verás! Por lo pronto, encontremos el sentido de lo que nos toca todos los días”.
Del Día del Trabajo pasamos a festejar el Día de la Madre. Cada uno de nosotros guarda momentos de regocijo, también de reproche cuando se juzga fuera de contexto. La relación con la madre es fundante de las relaciones humanas, menudo trabajo para las madres que, además, les ha tocado lidiar con los desafíos de una vida que se empieza a descubrir: todo lo toco, todo lo quiero para mí ¡y que sea ya! Junto al saludo, el reconocimiento y el abrazo, en esta edición de Línea Uno tenemos a Lida Velásquez y Sandra Farias, quienes reflexionan sobre las madres en una nota que se puede leer aquí.
Temas que nos ocupan
La pandemia sigue estando entre nosotros, por tanto, es necesario mantenernos en el detalle de su devenir y de las implicaciones en nuestra vida, como estar al día con las vacunas. De ello se ocupa Fernando Rouaux en la nota, que se puede leer aquí.
Las Viñetas de Luis Carrillos de esta semana nos muestran el valor del trabajo comunitario en la limpieza de los espacios públicos, esa labor voluntaria que en Toronto se realiza una vez al año y que tiene el valor de limpiar para todos, lo que unos pocos ensucian. La nota completa se puede leer aquí, aunque aún no sea posible sentir el aroma de las flores con el que comienza el relato.
Nombrar a Jorge Eliécer Gaitán Ayala (2) puede sonar extraño para muchos, pero seguramente para nadie que sienta la historia de Colombia. Entender los procesos políticos es mucho más difícil. Se hace necesario entonces muñirse de elementos que nos ayuden cuando leemos las noticias de ese país. Alberto Barrientos se animó a comentar sobre el proceso electoral en Colombia y los desafíos que representa. La nota se puede leer aquí.
Columnista invitado
Rodrigo Briones
Nació en Córdoba, Argentina en 1955 y empezó a rondar el periodismo a los quince años. Estudió Psicopedagogía y Psicología Social en los ’80. Hace 35 años dejó esa carrera para dedicarse de lleno a la producción de radio. Como locutor, productor y guionista recorrió diversas radios de la Argentina y Canadá. Sus producciones ganaron docenas de premios nacionales. Fue panelista en congresos y simposios de radio. A mediados de los ’90 realizó un postgrado de la Radio y Televisión de España. Ya en el 2000 enseñó radio y producción en escuelas de periodismo de América Central. Se radicó en Canadá hace veinte años. Allí fue uno de los fundadores de CHHA 1610 AM Radio Voces Latinas en el 2003, siendo su director por más de seis años. Desde hace diez años trabaja acompañando a las personas mayores a mejorar su calidad de vida. Como facilitador de talleres, locutor y animador sociocultural desarrolló un programa comunitario junto a Family Service de Toronto, para proteger del abuso y el aislamiento a personas mayores de diferentes comunidades culturales y lingüísticas. En la actualidad y en su escaso tiempo libre se dedica a escribir, oficio por el cual ha sido reconocido con la publicación de varios cuentos y decenas de columnas. Es padre de dos hijos, tiene ya varios nietos y vive con su pareja por los últimos 28 años, en compañía de tres gatos hermanos.
Fuentes:
(1) https://elpais.com/elpais/2015/04/13/contrapuntos/1428949112_142894.html
(2) https://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/gaitan.htm