(viene de la edición anterior)
25 de Mayo (viejo), febrero de 1990
Sr Raúl D’Atri
Diario La Arena
Santa Rosa- La Pampa
Querido amigo:
Hace tiempo que no sabemos nada de tu vida. Te siento muy distante. Pero la carta que recibimos con dos meses de atraso me lleva a dos respuestas: una, que estoy terminando más formal; ésta, más particular, a vos.
En la primera hacías referencia a una colonización social. Es que aquí priva un espíritu empresario, capitalista, del asunto. Así tenés que el frigorífico (cuarenta hectáreas), al lado nuestro, tiene agua. El vecino, con unas veinte hectáreas, si no me equivoco, también. Vos sabés que estamos aquí hace casi cinco años y desde entonces reclamamos agua. Hicimos la mensura de esta hectárea y media, a un precio oro, como si fuera una estancia en la mejor zona de la Pampa Húmeda. El año pasado volvimos a reclamarla por carta. No puede ser que no podamos plantar acelga y perejil, porque el agua del bombeador es salobre y arsenicosa (si te interesa te enviamos el análisis que le mandamos a hacer).Y nada.
¿A quién le importa que tengamos que ir a trabajar con mate solo, en ayunas. Porque aquí pasamos hambre, con los salarios de miseria del docente. Viviendo hasta que cobremos del canje con los vecinos que viven igual o peor que nosotros. Y somos varios los de este Pueblo Viejo, ahora dividido y cambiado el nombre, nosotros en Villa Don Bosco, parece. Bueno, con nombre o sin él, no tenemos agua.
La provincia no nos respondió por escrito. Una vez le pregunté al ingeniero responsable y me dijo que estaban haciendo un nuevo canal que luego daría agua al Pueblo Viejo, primero al otro lado de la ruta, luego a éste. Será para el año que viene o el otro… Seguro que gerentes o empleados no pasan hambre… Si el hambre aquí no existe, es puro cuento nomás.
Solicitaba una colonización social para los que quieren laburar la tierra pero para su familia, no para que les chupen la sangre. Con tantas y tantas hectáreas de tierra, ¿costará mucho dar diez o quince hectáreas a cada familia que quiera tener su propia chacra?
Te cuento un caso concreto, los que cuidan el frigorífico, una familia entera, los Gramajo. Él, la señora, seis o siete hijos; uno de ellos, el mayor, iba a sexto grado, medio día trabajaba en la chacra por medio sueldo. La señora, después de trabajar de las cinco de la mañana hasta las dos de la madrugada, cobró en enero una miseria. Regaba cuarenta hectáreas, ordeñaba cincuenta chivas por día, más la vaca, la huerta, el tomate, etc. Y a veces tenía que ir y volver caminando al pueblo a tratar de vender un quesito de chiva para comer. No sé cuánto cobraba el marido porque no me lo dijo, sé que hizo el reclamo a Trabajo. Ahora ella renunció y fue a trabajar a la cosecha con los chicos, incluso una nena de la misma edad de Guadalupe, que pasó a segundo grado, y yo escribo a la radio (como antes al Concejo Deliberante) sobre el trabajo de los chicos en la cosecha, una realidad VISIBLE año a año, y me dicen que no, que no es tan grave. Si querés te mando copia de esas cartas. Esta familia lo único que quiere es su tierra, para trabajar, para hacerse la vivienda.
Y no es la solución para los que trabajan la tierra que le den una casa en el pueblo. Este es el único lugar donde en vez de afirmar al que trabaja la tierra (problema mundial del éxodo de la población rural a las ciudades), lo llevan al pueblo.
¿Qué se espera para levantar una vivienda rural digna? Que no se puede vivir en este rancherío, en estas taperas. Pues que tantos arquitectos que andan laburando en oficinas oficiales llenando planillas pueden diseñar, junto con los pobladores, su vivienda.
¿No se puede ir rancho por rancho preguntando cómo le gustaría su vivienda? Para no hacer como la escuela de 25 Viejo, que se entra por el baño, porque hicieron la entrada al revés. Y la cisterna de agua potable (la que toman los chicos) al lado del baño. Imaginate las bacterias esas.
Preguntan en la encuesta sobre la unión de agricultura y ganadería. Y volvemos a lo mismo. Al problema social. Todo lo podés ver desde dos ópticas. Y eso vos lo sabés muy bien. O del dueño o del laburante.
Debés haber escuchado sobre la leche y los quesos de un tambo que estaban en una chacra en el confín de esto. Que el colectivo cuando iba a buscar a los chicos (ahora no lo hace más), recorría casi una hora para llegar. Resulta que a los que estaban ahí, les habían prestado la tierra. Era un desierto. Hicieron una flor de chacra. Se compraron doscientas vacas, laburando a lo loco, de a poco trabajaron la tierra, compraron los animales, hicieron los lácteos (venden queso, manteca, dulce de leche). No pueden conseguir que les den su tierra. De esa chacra los echaron. Que la necesitaban ahora los dueños. No les da la provincia tierra, ni pueden alquilar tampoco. Se están por ir a otro lugar, con todo el tambo. Con toda la tierra que tiene la provincia, ¿no les pueden vender un campito, a pagar con tiempo, aunque sea con animales?
Entonces cuando ustedes miran las cifras, la producción, las estadísticas. ¿Cuántos son los que viven y trabajan las chacras? Porque con su familia van a una y otra chacra, y luego a la calle. Nuestros vecinos, los del frigorífico, vinieron cuando eso era un erial. En la encuesta nos preguntaban sobre la venta de la producción en la provincia.
Nuevamente están los distintos puntos de vista. ¿Sabés que los chacareros tienen que vender la producción al galpón de frigo-empaque? EL cajón lo venden a menos de la mitad de lo que aquí, en la verdulería, cuesta un kilo. Y está prohibido vender directamente de la chacra (lo repite la radio). Resulta que los colonos se endeudaron en el banco por el galpón. Un colono por diez años tienen que entregar al banco no sé cuántos kilos de fruta. Y vender a chauchita lo que le queda de la producción a ese galpón que ya no es de ellos porque fue a quiebra por mala administración de los que ahora son los beneficiarios.
Muchas veces me pregunto si las ciento setenta y cinco hectáreas de Ñacu Mapu, que iban a ser para forestar por la cooperativa no se podrán volcar a la colonización social. O como en el cuento de Rulfo sobre la reforma agraria en México, cuando se larguen a repartir la tierra, van a dar las sobras, allá, en la llanura, sobre la barda, si es posible.
Si los dueños de la tierra no son los que la trabajan, en el fondo no les conviene que sus empleados tengan su propia tierra, sino ¿quién les laburará la suya?
Podrás ver que estoy con toda la bronca encima. Nos falta aún una semana por cobrar y comprar morfi. Sé que cuando comamos, cuando yo lo vea al Julio ir a trabajar desayunado, que tenga nafta el cachivache para ir y volver del pueblo, que nos alcance para pagar el colectivo, y que pueda comprar así sea una manzana o un tomate para comer, entonces sé que estaré más calma. Pero ayer se fue a las nueve de la mañana, con mate, a dedo, y volvió caminando, teniendo que ver si le dan o no un plato de comida en el Asilo de Ancianos donde da clases.
Me pasó lo mismo en el curso de títeres. Excelente curso, pero fui en bicicleta siete kilómetros con mate amargo y con eso volví a la siesta, otro tanto pedaleando al sol.
Mi padre siempre cuenta la historia sufí del elefante y los ciegos. Uno toca la oreja, y como es ciego, al tanteo dice “es una gran tienda”. Otro toca la trompa y dice “es una inmensa manguera para agua”; otro toca las patas y dice “es un templo, aquí toco las columnas que lo sostienen”, así los demás.
Esta historia es la visión oficial, la del corresponsal, la provincia o el municipio, nunca es la de abajo. ¿O vos pensás que es cuento que aquí los funcionarios vienen en época de elecciones nomás? Y no me vengas con eso que la crítica solo favorece las dictaduras, que éste es un gobierno popular y todo eso. Gobierno popular es el que realmente representa al pueblo, a sus intereses. Y eso que aquí los que son del gobierno, son gente joven, piola, de muy buenas intenciones. Pero… ¿qué hacen las autoridades por el petróleo en el río? ¿Vos sabés lo que implica el derrame de esa masa negra, aceitosa, aquí enfrente? Todo negro y lleno de basura, cuenta el Julio que lo vio al río yendo a trabajar. Parece que son las piletas de YPF, lo cierto es que se cortó el agua de los canales.
¿Pero cuál es el control interprovincial del río? Me imagino ese petróleo que llegue recorriendo los márgenes de la provincia de Río Negro, La Pampa, hasta llegar a la provincia de Buenos Aires y a su desembocadura.
Hace una semana, más o menos, que está el petróleo. Es imprescindible un super control del río cuando hay pozos petroleros. A nivel internacional está la lucha contra la marea negra y aquí se derrama petróleo y todo sigue en silencio, como si nunca pasara nada.
¿Qué pasa con las cloacas de ambas ciudades? ¿Dónde se tira todo? Si no se realiza ahora un buen sistema vamos en camino de una contaminación del río tipo Riachuelo.
Paro con las pálidas, amigo, un gran abrazo a Tita, tu gran mujer, a quien siempre recuerdo con mucho cariño por su constancia y firmeza.
Siempre imagino tus años jóvenes con una garra bárbara. Pero a lo mejor es una enfermedad que se cura con los años, como dice mi papá.
Contestanos. Siempre estamos en el mismo lugar, con mucha bronca pero también con mucho amor, un gran saludo.
Lucía.
Es viernes. Le dijeron a Julio el otro día en el pueblo que hoy cobrábamos.
-¿Escuchaste el avión?- le pregunté cuando lo acompañaba en la ruta a tomar mate y hacer dedo. Se rió tanto con su carcajada grandota y contagiosa.
-Ya sos de aquí, como una planta de pata’e loro.
Es que aquí, lejos del pueblo, siempre se supo cuando era día de cobro por el avión. “El avión de la plata” le dicen. Única ocasión en que vuela por aquí uno de esos bicharracos, cuando trae los sueldos.
-No vamos a cobrar hoy, reflexiono en voz alta mientras le cebo unos mates.-No te vayas con mate solo, en la heladera hay un poco de trigo hervido, ¿te traigo?
-No, el otro día, cuando Pichona me dio el paquete de fideos y trigo, me dijo que hoy me iba a dar otro.
Su jefa es Pichona Mazza, la hermana de Teresa Mazza, la que fuera directora de Cultura de Catriel cuando llegara a dar talleres populares de arte el escultor Rafael Roca. Cuando se fue, dejó a su hermana a cargo de los talleres artesanales. Cobra casi lo mismo que Julio, aunque sea la coordinadora. Da clases en la secundaria y apenas le alcanzan los sueldos para mantener a los tres chiquillos que adoptó. Es una madraza, gordita, con cara de buena. Prepara un plato de comida cuando lo ve a Julio, siempre demasiado flaco.
El problema de este mes de febrero sin morfi es que debimos entregar todo el sueldo de primaria por el arreglo del auto. Y se juntó que Julio trabaja tres veces por semana.
-Aprovechá a escribir -me dice- y sacarte todo lo que tenés adentro.
-Es que me quedan cosas muy pesadas. No sé si van a salir en este libro.
-Vos tenés que escribir todo lo oculto, lo que te jode adentro. Después ves si te sirve o no. Si va en este libro o en otro.
-Es que no sé si escribir uno de aquí que gire sólo sobre el tema del hambre o sobre otra cosa.
-Tenés hambre, Negrita, si compramos morfi cuando cobremos, ya vas a escribir sobre otra cosa. Al fin y al cabo el hambre y la locura son todo uno. Uno es falta de comida y el otro es hambre de amor.
Lo único que pasó fue un tractor, medio colgado iba atrás. Conozco varios casos de quienes se cayeron de un tractor. Incluso el vecino así murió. Pero me quedo tranquila. Julio el otro día me dijo que me tenía que serenar. Por las nenas, por él, por mí.
-Cada uno de mis cabellos están contados, dice la Biblia -me había comentado el miércoles.
-No hay que preocuparse sino ocuparse.
El miércoles bajó de una camioneta, traía una bolsa con morfi que le había dado su jefa.
-Aprovechá para escribir. O ponete a pintar a vos que te gusta tanto. Aquí tenés paredes y techos
como para no aburrirte.
(continuará)
Columnista invitada
Lucía Isabel Briones Costa
“Mi pecado fue terrible: quise llenar de estrellas el corazón de los hombres” decía el poeta… Desde los lejanos años de estudiante del profesorado en Historia en la Universidad Nacional del Sur, dediqué mi vida a la educación. En los tiempos previos a la dictadura de 1976 enseñaba en una vieja aula de la Facultad de Agronomía el bachillerato de adultos, tarea compartida con los compañeros, casi todos presos políticos después en Bahía Blanca. Cuando era rector Remus Tetu se hizo una razzia contra docentes, no docentes y estudiantes, especialmente contra los alumnos de Humanidades, Sociología y Economía. Estaba terminando mi carrera, cursando las últimas materias cuando fui detenida y puesta a disposición del PEN, el Poder Ejecutivo de la Nación, durante tres años y tres meses, hasta diciembre de 1978. Estuve en las cárceles de Villa Floresta, Olmos, Devoto y los tres últimos meses en la U20, la cárcel dentro del Hospital Borda, donde un prolijo tratamiento con drogas psiquiátricas hizo borrar totalmente mi memoria. Así me dejaron en libertad, diciéndole a mi padre: “Su hija es irrecuperable, será un vegetal hasta el día de su muerte. Que Dios les de la Santa Resignación”. Gracias a haber encontrado la ayuda adecuada pude recuperar, poco a poco, la razón perdida. Y me fui a La Pampa, donde fui docente de escuelas primarias y secundarias en la pequeña localidad de 25 de Mayo y en el Terciario de Formación Docente de Catriel, Río Negro. Recién en 1997, pude terminar mi profesorado en la Universidad del Comahue, para cuando mis compañeras de promoción de la Universidad del Sur ya estaban por jubilarse. Luego comencé la maestría en Historia Latinoamericana de los siglos XIX y XX, la cual se interrumpió cuando la Universidad no podía pagar a los docentes, varios doctores en Historia. En ese tiempo de docente rural comencé a escribir narrativa, tarea que continué al jubilarme en el bello mar de Las Grutas, en Río Negro. Seguí escribiendo con la alegría de dar un legado en su educación a mis hijas: la mayor psicóloga y la menor, maestra y profesora de Historia, ambas egresadas también de la Universidad del Comahue.


