Viva el pueblo brasileño, fue la última oración del discurso de Luiz Inácio Lula da Silva, al asumir su tercer mandato el primer día de enero de 2023 en el Congreso Nacional en Brasilia. Allí lo acompañaron 19 mandatarios, más los representantes de 90 gobiernos del mundo, sobre todo de América Latina. El presidente argentino, Alberto Fernández; el colombiano, Gustavo Petro; Luis Arce de Bolivia; Gabriel Boric de Chile; Guillermo Lasso de Ecuador; Mario Abdo de Paraguay; el rey Felipe VI, como los líderes: Pepe Mujica, Evo Morales y otros más.
Lula se comprometió a dar un fuerte impulso a los mecanismos regionales de integración como la UNASUR, la Celac y reflotar al MERCOSUR, prometiendo reincorporar a Venezuela.
Nuestro país será el primero que visite el flamante presidente el 23 de enero, a los efectos de completar la agenda iniciada recientemente por el embajador Daniel Scioli. Brasil es el principal socio comercial de Argentina, como también lo es China para el gigante sudamericano. De allí la necesidad de volver a profundizar y ampliar al BRICS, en un momento de cambio geopolítico, tal como lo anunció en su discurso.
Lula en su momento fue el brasileño más popular del mundo, tanto como el futbolista Pelé, cuya muerte coincidió con la transición gubernamental, la que tuvo un minuto de silencio en su memoria como también la del papa emérito, Benedicto XVI.
Lula elevó a 40 millones de brasileños a la clase “C”, de consumidores. La bolsa familia condujo a poder brindar tres comidas diarias a una población sumida en la extrema pobreza. Mejoró notablemente la educación, creando 14 universidades públicas y logrando que muchos obtuvieran su título universitario. También la vivienda y la salud fueron preocupaciones prioritarias de su gestión.
Indignado por los estragos que hizo la pandemia y cómo se la enfrentó, promete no olvidar, como tampoco aseguró no habrá amnistía ni perdón para los responsables.
Una tarea inmensa si se tiene en cuenta la composición opositora del Parlamento, aunque su muñeca política le permitió el respaldo de 331 de los 513 miembros de la Cámara de Diputados y de 63 de los 81 senadores, gracias al apoyo decisivo del Movimiento Democrático Brasileño MDB, del Partido Social Democrático PSD y de Unión Brasil, tres formaciones con importantes minorías que no apoyaron a Lula en las elecciones. Esto le garantizó dinero del presupuesto 2023 para financiar subsidios para combatir la extrema pobreza, volver a la bolsa familia, aumentar el salario mínimo, como también realizar inversiones en educación y salud, tal como lo prometió en campaña. Por eso se comenta que comenzó a gobernar antes de asumir.
Lula tuvo el 87 % de aprobación el último mes de su gestión anterior, según IBOPE y su triunfo en esta oportunidad se logró con un 50,9 % frente al 49,1 % de su oponente, Jair Bolsonaro, ahora prófugo según las denuncias que le caen, ya que ni habló con su vicepresidente el general Hamilton Mourao.
¿Cómo ocurrió esa transición en la opinión pública, donde muchos de los beneficiarios de las políticas inclusivas cambiaron de rumbo? Es largo y complejo de explicar. Primero el escándalo del “Lava Jato” destapó una trama de corrupción multimillonaria a nivel regional, llevada a cabo por el juez Sergio Moro, luego acusado de parcialidad con la condena de Lula por el Supremo Tribunal Federal en marzo de 2021, donde el ex presidente fue acusado de corrupción pasiva y lavado de dinero; acusación que lo mantuvo 580 días en prisión.[1]
A ello se suma el juicio político y la destitución de su sucesora, Dilma Rousseff, la traición de su vice, Michel Temer al quedar a cargo del gobierno y el crecimiento de la ultraderecha favorecida por las law fare y los medios de comunicación que impusieron un modo de hacer política, no sólo en la región, sino en el mundo, como sucedió en los EE. UU. con Donald Trump.
A partir de entonces, hubo un cambio brusco en el sentido común del electorado, un cultivo exacerbado del odio y la violencia que volcó multitudes enceguecidas a las calles y que la pandemia aceleró de una manera nunca vista.
Todo colaboró para que estos personajes como el ex capitán llegaran al poder. Tanta soberbia y fobia democrática lo llevó a no reconocer el triunfo de su oponente y permanecer dos días en silencio, luego de las elecciones. De allí que huir para no entregarle la banda presidencial, obedece a los mismos impulsos. Los mismos que incitaron al corte de ruta por parte de los camioneros y promover un atentado.
Sin embargo, Lula da Silva hizo caso omiso de usar chaleco antibalas en su asunción. La que comenzó en el viejo coche descapotado, el Mercedes Benz de los años cincuenta, previo a recibir los honores de las diferentes armas de las Fuerzas Armadas, aplaudido por la multitud que acompañó el trayecto hasta el Palacio Presidencial. Allí subió la rampa tomado de la mano por un niño negro, una recolectora de basura también negra, quien le colocó la faja presidencial, y el líder indígena más conocido de Brasil, Raoni, persona con dificultades físicas, intentando juntar todas las expresiones de los discriminados y excluidos de Brasil[2], además de Janja, su mujer que siempre estuvo a su lado y quien llevaba su perrita Resistencia, la que lo acompañó cuando estuvo en prisión.
Lula va a gobernar un país que en 2022, llegó a los 214 millones de brasileños; cuando en 1982, conforme prospecciones realizadas se preveían 240 millones para 2014 en “O segundo Brasil”, obra que contenía las políticas sociales para cuando se duplicara aquella proyección que debería haberse concretado hace ocho años. Celso Barroso Leite profesor de Previsión Social del II Curso de Política Fiscal de la EIAP, de la Fundación Getúlio Vargas de Río de Janeiro -donde se capacitaba administrativamente la alta burocracia del vecino país y los países de la región- (al que concurrí ese año becado por el Banco Interamericano de Desarrollo BID, junto con 21 colegas latinoamericanos, incluidos tres nativos), nos comentaba alarmado aquellos datos demográficos elaborados por expertos, junto con profesionales del Centro Latinoamericano de Demografía CELADE.
Hubo que realizar un esfuerzo extraordinario de políticas inclusivas, luego de la década perdida de los ’80, para reducir las tasas de natalidad del nordeste, la región más pobre de Brasil, de donde es oriundo el presidente, para disminuir ese 7 % y equipararlo a las del sureste, un cuarto de aquellas. Hecho poco conocido, razón por la que consideré necesario divulgarla, frente a los nuevos desafíos del tercer mandato de Lula.
Del éxito de Lula depende también la continuidad de los gobiernos progresistas de la región en esta nueva etapa comenzada en 2019 en Argentina y que continuó con Chile, Bolivia y Colombia. Sabemos que en nada se compara a lo ocurrido luego de la Cumbre de las Américas en Mar del Plata en 2005.
El mundo tampoco es el mismo, hubo una pandemia que aún no cesa de acosar con sus diversas variantes, como tampoco había una guerra como la de Ucrania que ha generado una crisis energética y alimenticia y, una inflación galopante que tiene aterrada a los países centrales.
Columnista invitado
Roberto Gregorio Utrero
Nació en Tunuyán, Mendoza, en 1947. Casado, cuatro hijos, tres nietos y un bisnieto. Técnico Mecánico; Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública; Becario de la FUGEVAR, Río de Janeiro, Brasil (Política Fiscal) y de FUNDAP, San Pablo, Brasil (Políticas de gobierno y empresas públicas); Diplomado en Economía Política, FLACSO Argentina; Magister en Historia de las Ideas Políticas Argentinas, Facultad de Filosofía y Letras, UNCuyo; Doctorando en Ciencias Sociales, UNCuyo; ex asesor consultor en materia de cooperativas de la Asociación Internacional de la Seguridad Social AISS, Oficina Regional para las Américas, Buenos Aires; docente, presidente y fundador del Instituto Cultural Argentino Brasileño (ONG); ex asesor de la Dirección Provincial de Cooperativas; ex asesor de la Federación de Cooperativas Argentinas Limitada. FeCoVitA; ex asesor de la Dirección de Escuelas de Mendoza; ex asesor del Consulado General de Brasil en Mendoza; ex docente de la Universidad de Congreso y la DGE; escritor, autor de: La dama de Sao (1996) nouvelle editada en Brasil; Ensayo sobre la torpeza, novela inédita; Joaquím Machado de Assis, uma indagacao aberta e permanente (2005); Des cuentos Desencuentros (2011), Zeta Editores; De Extremadura a Cuyo, el viaje sin retorno (2012), Zeta Editores; Ferrocarriles Argentinos, destrucción recuperación, (2012) trabajo federal coordinado por Juan Carlos Cena; Supone que estorba (2013), novela inédita; Impulso civilizador y política de Estado en Mendoza, el Ferrocarril 1884-1914, tesis de maestría, Facultad de Filosofía y Letras, UNCuyo, (2014); Justificando ausencias (2015), novela inédita; La mujer del pintor (2016), novela inédita; La colmena ferroviaria, relatos de los Talleres Diesel (2020) Lucero y Maffioli Editores; Huir al terruño, el lento derrotero familiar, novela próxima a editarse, además de haber publicado diversos artículos en Argentina y el exterior; cronista semanal de Revista Con Nuestra América, blogspot editado los sábados desde Costa Rica.
Notas
[1] Gerardo Lisardy, Por qué el mayor caso anticorrupción de América Latina enfrenta un “final funesto” en su país de origen, BBC News Mundo, 25 marzo 2021.
[2] Emir Sader, Lula de miel, Página 12, 3 de enero de 2023.