La nota que te comparto debajo merece tu lectura por completo. No solo es un relato preocupado por la situación del Parque General San martín y otros bellos espacios que conforman nuestra provincia. Con la excusa de analizar «lo que el zonda se llevó» -como decía un momento de redioteatro de la pluma del recordado Jorge Sosa- este arquitecto suma información y clasifica una parte de los desastres. Si te sentís mendocino o mendocina de ley, debés leer lo que sigue, completo. Insisto.
En nuestro diario hemos dado a conocer un sinnúmero de notas acerca de la falta de riego de este espacio y de muchos otros a lo largo y ancho de nuestra provincia. Culpar sólo al Gobierno de Mendoza no corresponde. Como bien señala este profesional, los municipios se copian de la gestión central y eso se advierte cuando recorremos nuestras calles, avenidas, plazas y parques. La tarea de Fiscalía de Estado parece quedarse siempre a medio camino y nada la saca de allí.
Pero hay muuuchos, demasiados corresponsables del estado de abandono que, a estas alturas, es un modo de abordaje de lo que es común. Parece que no sólo se tratara de negligencia y desidia. Se entrevé como una decisión tomada que ya deja entrever el deterioro de nuestra calidad de vida. Formamos parte del lugar en el que vivimos. Somos parte de su fauna y su flora. ¿Quién le pondrá el cascabel al gato? ¿La oposición legislativa está a la altura de tanta destrucción premeditada?
«Opinión
«El viento Zonda, los árboles y las miserias culturales de estos días
«Tras el efecto y las consecuencias del viento, un análisis detallado de las miserias que quedaron en evidencia desde el viernes a la fecha.
«La culpa no fue del Zonda. El viento fue muy fuerte. No sé cuánto más cruento que en otras oportunidades. Pero siempre fue así. Si corre zonda, caerán ramas y árboles. Pero no en las cantidades que estamos viendo. Porque la otra parte del problema, la que ningún funcionario va a reconocer, es que la ausencia de riego los está debilitando y secando. Los municipios se han desentendido de un tema al que consideran un trastorno. Nadie lo dice. Es políticamente incorrecto, desagradable, va en contra de tanta sustentabilidad pregonada por todas partes. Pero mientras los discursos hablan de sustentabilidad, lo que se hace en el día a día está en las antípodas. Entre una ciclovía hecha con financiamiento internacional, y la conservación de una acequia de riego, se prioriza la ciclovía y se tapa la acequia. Así se ha “resuelto” la falta de espacio en alguna calle.
«Los municipios no han reemplazado al personal encargado del riego del arbolado que se ha ido jubilando. Y casi nadie se encarga del tema. Muchos municipios no tienen tomeros. Tampoco hay placeros y por lo tanto, nadie conduce el agua. Hablan de crisis hídrica, pero no contratan especialistas que optimicen el sistema de riego. Es la versión local del terraplanismo. Se argumenta que se plantan especies de poca demanda de agua. Pese al discurso, el voluntarismo y las intenciones, se secan al poco tiempo de ser plantados. Los árboles se colocan en canteros mínimos que no son pensados de acuerdo a sus necesidades biológicas. Y no existe árbol que pueda vivir sin riego. Menos en situación de espacio pavimentado.
«El arbolado público ha dejado de ser una herramienta para el diseño ambiental. Es un estado de ánimo. Un buen tema para hacer agradables discursos que no tienen relación con la gestión y son olvidados cuando pasa la fiesta. Los hechos lo indican.
«Las reparticiones han descuidado sus viveros (o directamente no los tienen) porque no hay política de forestación. El vivero del Parque General San Martín es un basural y un depósito de chatarra. El vivero de la Dirección de Recursos Naturales Renovables está vacío. Las obras de impermeabilización de cauces del Departamento General de Irrigación no contemplan la reforestación de las márgenes. Se erradica lo existente, se hormigona y nada más.
«Ahora, después del viento y los destrozos, Defensa Civil ha emitido un informe pormenorizado de los daños. Detalla la cantidad de árboles caídos. Y si se les pregunta sobre las causas, seguramente dirán que es por el viento. Pero las causas no son esas. Deberían interiorizarse sobre los motivos por los que tantos árboles en la provincia no han resistido al viento. Que habrá sido muy fuerte, pero las consecuencias han sido desproporcionadas. Defensa Civil debió advertir que esto podía ocurrir, como también debe advertir que la extrema sequedad es causal de incendios en verano. Que, si no se riega y no se le da un tratamiento adecuado, se transforman en vulnerables y peligrosos. En lugar de eso, nos comunica las estadísticas por departamento. No se anticipa. Informa sobre lo ocurrido. No sirve de mucho. No sirve de nada. Podríamos vivir sin esa información, pero no sin árboles. Y para ver árboles caídos en el Parque General San Martín, no hay que esperar vientos. Con solo entrar en los bosques, la caída de forestales es cosa de todos los días. Y no es una expresión metafórica.
«El arbolado fue una política de estado. Los bosques que vemos en distintos puntos de la provincia, los árboles que costean canales de riego, caminos rurales y calles urbanas, fueron una política que se implementó para derrotar a las epidemias y al desierto. No es una creencia, como muchas veces he escuchado. Está documentado. En el libro Saneamiento de la Provincia de Mendoza, de Emilio Coni, fechado en 1897, puede leerse la correspondencia extensa y minuciosa entre técnicos y funcionarios. Está la legislación que surgió de esos intercambios y por dónde iban las discusiones para crear lo que nosotros hemos conocido desde siempre pero que no siempre existió.
«La ley 19, de 1896, la que dio origen al Parque General San Martín, no nació para hacer un paseo. Fue una necesidad para proteger a la ciudad de los aluviones. Pudo hacerse una forestación convencional y nada más. Porque lo que se necesitaba y la ley determinó, es la creación de un bosque en ese espacio. Ese era el piso. En lugar de eso, apuntaron mucho más alto y fueron mucho más allá del cumplimiento estricto de la letra de la ley. Hicieron un parque en un desierto y dieron otra dimensión al paisaje urbano mendocino. Un paseo que se generó plantando árbol por árbol y se regó a balde. Ingresaron al patrimonio provincial especies exóticas que hubo que adaptar a este clima. A ese parque se le fue incorporando el patrimonio estatuario y escultórico.
«A la ley 19, le siguió la ley 39 en 1897, Su finalidad fue fomentar la silvicultura y el arbolado de calles y canales. Fue una política activa durante casi todo el siglo XX. Es la legislación que dio inicio al paisaje que, todos los que estamos vivos, hemos conocido. La legislación vigente es otra. Se fue cambiando durante todo este tiempo. Pero ese fue el origen de todo lo que vino después.
«En esa Mendoza de hace 100 años, personas comunes daban forma a lo que no existía y creaban la estructura urbana y cultural que hemos conocido, que identifica a nuestra provincia y que damos por permanente.
«Ninguno de nosotros conocemos otro paisaje. Nos falta imaginación para visualizar la desolación y nos sobra optimismo para suponer que vamos a generar un escenario mejor alterando lo bueno y administrando mal.
«Cien años después, otras personas comunes no pueden administrar el patrimonio heredado, pero intervienen sobre esos bienes sin dimensionar las consecuencias que esos cambios acarrearán. Pero, invocando una autoridad moral que nadie nos otorgó ni ganamos, nos arrogamos el derecho de opinar. Y opinamos que todo fue producto de las pretensiones aristocráticas de los grupos que detentaban el poder en ese momento. Nos resulta más cómodo y menos comprometedor juzgar sucesos y disputas políticas ocurridas 130 años atrás. Distorsionamos los hechos, compaginamos dos o tres variables para que se acomoden a nuestro discurso y creencias, nos subimos a un pedestal, y juzgamos. Pero la historia no es la linealidad de la confrontación entre buenos y malos. Es mucho más contradictoria y heterogénea.
«Que hoy no se hagan reproducciones de esas especies, que se dejen esculturas libradas a su suerte, es parte de la mediocridad imperante, del nulo valor que damos a la preservación del patrimonio y los bienes culturales. El estado del vivero del Parque General San Martín, ese depósito de basura y chatarra, no es la causa. Es la consecuencia de la utilización de los puestos públicos para ubicar a gente que no está capacitada para esas funciones.
«Nadie, ninguno de tantos jueces morales del pasado, se ha manifestado sobre el descuido de las esculturas, su tratamiento inapropiado con pintura, o la mutilación para el robo de bronce. Tampoco han arriesgado opinión sobre lo ocurrido este 17 de julio, por ejemplo. Ese día, en las inmediaciones del Estadio Malvinas Argentinas, alguna gente friolenta que esperaba para comprar entradas para un partido de futbol, cortaron ramas de árboles para hacer fuego. Así lo publicó MDZ, uno de los pocos medios que consideraron a esta situación como desgraciada. Fue en esas circunstancias, cuando el director del Parque General San Martín, arquitecto Ricardo Mariotti, funcionario responsable de ese patrimonio provincial, quien cobra sueldo para darle protección y administrarlo, dijo que no puede estar cuidando lo que ocurre en el Parque. El mundo ha seguido andando y nadie se ha escandalizado.
«Hace unos días, en diversos programas de MDZ, y por motivos también distintos, surgió el tema de los atractivos turísticos, la falta de actividades culturales en la provincia, los costos de lo que se puede hacer y lo desaprovechada que están las posibilidades que tenemos.
«Se me cruzaron todas estas cosas que estoy tratando de exponer de la forma más ordenada que puedo y sin nostalgia tanguera. Porque no siempre fue así nuestro paisaje, pero necesitamos reconocer de dónde salió lo que cada uno de nosotros vemos y disfrutamos.
«Ningún tiempo pasado fue mejor o peor. Los tiempos son distintos. Lo que evaluamos como mejor o peor es la forma en que una población se planta frente a los problemas de su época y les da solución con los recursos que tiene. Cómo orienta los esfuerzos para conseguir los objetivos que se propone y deja un rastro cultural. O cómo naufraga a los manotazos y sin rumbo.
«Veamos algunos ejemplos
«El paseo de La Alameda, histórico y sanmartiniano, no tiene declaratoria por parte de la Dirección de Patrimonio de la Provincia. Cualquier funcionario bien intencionado supone que lo que cree que hay que hacer, es lo que hay que hacer, y vamos para adelante sin saber si las obras resultarán a favor o en contra. Pero nada auspicioso sale del desconocimiento. El tanteo siempre sale mal. Y carísimo. En este momento se está haciendo una nueva remodelación. Otra más de tantas, sin saber qué debe permanecer y qué se puede cambiar.
«Una cabina para cámaras de seguridad iba a instalarse en un primer plano del ingreso al Parque General San Martín. La localización no tuvo más méritos que la necesidad de mostrar que se hacen obras. Cero consideraciones a las perspectivas y al paisaje. Escándalo mediático de por medio, se reubicó en un lugar apropiado.
«El Cerro de la Gloria carece de riego desde hace más de 7 años. Agua hay. Personal encargado para esa tarea, no. Hace más de un año, Fiscalía de Estado exigió a la Secretaría de Ambiente informes periódicos que detallen los avances de las obras de riego, de las obras de contención de laderas inestables, y personal involucrado. Obras no hay. Riego tampoco. Llueve y se desmorona. Los árboles secos abundan y los informes no se han visto. Pese a los pedidos, el Fiscal de Estado tampoco reclama ni informa lo que ocurre. El expediente donde se trata no puede ser visto vía Internet. Tiene una consideración similar a la de un secreto de estado. Pero estamos hablando de Patrimonio desprotegido, vulnerable, de árboles sin riego, de espacios públicos, de un monumento nacional. No hay nada que ocultar. Pero, aparentemente, el Fiscal de Estado considera otra cosa.
«Del Ecoparque, se desconoce el estado del patrimonio biológico y arquitectónico. Pero, como dicen los abogados, a reconocimiento de parte, relevo de pruebas. En el mes de mayo, el mismo director del Ecoparque, ingeniero Juan Ignacio Haudet, ha dicho que hace años no se riega ni se hace mantenimiento.
«El parque carece de vivero, de riego, de personal. Pero se destina presupuesto a obras dedicadas al uso gastronómico, tal como ocurre con la licitación de la Calesita. O se anuncian obras sin proyecto ni reflexión, tal el caso del Teatro Pulgarcito. O se hacen obras para la gastronomía que van a imponerse a un monumento nacional, como ocurre en el Cerro de la Gloria. Antes, desde la explanada se imponía el monumento, y desde las escalinatas, dominaba el paisaje. No fue casualidad. Está planificado y detallado por el arquitecto Daniel Ramos Correas en sus informes de 1938. Imaginó el paisaje, visualizó las obras, ordenó el desarrollo de los rituales patrios. Ahora, desde todos lados, se ve un restaurante.
«Un par de meses atrás, fue retirada del Parque Aborigen la escultura Saludo al Sol, obra de Luis Perlotti. Después de una primera vandalización y durante más de un mes, la escultura fue dejada desprotegida. Hasta que fue nuevamente mutilada y, entonces, retirada. Nada se sabe sobre las cámaras de seguridad. Nada se sabe sobre el destino de la obra. De la restauración, nada. De las responsabilidades de los funcionarios a cargo de proteger ese patrimonio, menos.
«En el sector más concurrido, en las proximidades del Club de Regatas, una persona ha sido asaltada y baleada. No hay noticias sobre las cámaras de seguridad. Y no sabemos para qué están las cámaras y la cabina de vigilancia que alguna vez quisieron instalar en el primer plano del paisaje.
«Estos ejemplos son extrapolables a otros parques, plazas, calles de la provincia. La situación de los espacios públicos, del arbolado y de los bienes culturales es la misma.
«Si donde había un bosque hoy hay leña, donde había una escultura hoy queda solo el pedestal, donde la gente concurría para distraerse y practicar deportes hoy no puede hacerlo o lo hace con temor. Y al monumento que la nación erigió a la Gesta de la Independencia, le anteponemos un restaurante porque antes que nada es un atractivo turístico, algo le pasa a nuestra escala de valores culturales, a nuestro criterio estético y al compromiso con el patrimonio público. Nos avergüenza reconocerlo. Hacemos como que todo está bien, pero sabemos que nos estamos transformando en algo que no queremos. Las instituciones culturales, educacionales, profesionales, no lo dicen. Deberían comprometerse y opinar públicamente y donde corresponde, que no es haciendo catarsis de indignaciones contenidas, puertas adentro de alguna facultad o por redes sociales. Estamos convirtiendo lo valioso en algo desagradable y menor, mientras repetimos discursos de corrección política acorde a lo que la época impone, y sin conocer de dónde venimos, cómo se hizo, ni qué intención tiene lo que estamos alterando.
«»La situación de abandono, que ha tenido repercusión a nivel nacional, es inaceptable y representa una falta grave ante el patrimonio provincial». Con estas palabras, en nota fechada el 26/3/2023, la Mesa Directiva de la Academia Nacional de Bellas Artes manifestó su preocupación al director del Parque General San Martín.
«Sin objetivos ni brújula estamos transformando lo valioso. Y lo estamos haciendo menor y degradado. Si pasamos a la historia, no será por las virtudes estéticas de las obras que estamos dejando ni por la contribución cultural que estamos haciendo. Este tiempo no será recordado como el mejor momento de esta provincia.
«»Hay gente que arriesga su vida por hacer lo que debe, y hay otros que prefieren no hacer nada por mera y banal comodidad, para no complicarse la existencia. Y así, poco a poco, casi inadvertidamente, omisión tras omisión, acabas convertido en un canalla». Esto dijo la escritora Rosa Montero, hace un tiempo, tratando de graficar situaciones similares a las que nos suceden.
«El viento Zonda es una de las formas dramáticas en que se nos hace visible lo que está sostenido con piolines. Una advertencia para que nos hagamos cargo de las cosas que hacemos, de las que dejamos de hacer y de las que somos capaces de aceptar para mantener una vida sin sobresaltos.
«Arq. Roberto Dabul, DNI 14.717.933
«Mdzol.com
«Roberto Dabul
«25 de julio de 2023».
Foto: Santiago Tagua / Mdz


