Diga la verdad… ¿No está podrido de que todo el mundo le aconseje cómo vivir en este mundo de locos? Hay tantas indicaciones, tantos “expertos” dando vueltas en todos lados que si les hiciéramos caso a todos, no tendríamos tiempo, ya no para vivir o vivir como queremos, sino ya para sobrevivir. ¿Qué no? Véalo usted conmigo, si le parece, con algunos ejemplitos…
Verbigracia, dicen que todos los días hay que comer manzana, por el hierro y una banana, por el potasio. Y también una naranja, pero ésta última para la vitamina C, que ahora se descubrió que no tiene ningún vínculo ni con el resfrío ni con nada que se le parezca. Ah, y también hay que tomar una taza de té verde sin azúcar, para prevenir la diabetes. No nos olvidemos de que todos los días hay que tomarse dos litros de agua (y eliminarlos, que lleva como el doble del tiempo que bebérselos). Las recomendaciones también exigen que todos los días hay que tomarse un Actimel o un Yakult para tener “L.Cassei Defensis”, que nadie sabe qué carajo es, pero parece que si no te mandás un millón y medio todos los días, entrás a ver a la gente como borrosa y a las mujeres con la cara de Guillermo Francos.
Cada día, también, hace falta una aspirina, para prevenir los infartos. Y un vaso de vino tinto, para lo mismo (en mi caso, estoy tomando por adelantado mi porción justa del 14 de febrero del año 2987)… Ah, no olvidemos otro vasito de vino blanco, para el sistema nervioso… y uno de cerveza, que ya no me acuerdo para qué era. Si te lo tomás todo junto, por más que te dé un derrame ahí mismo, probablemente ni te enteres, por la mamúa que vas a tener y que no podrás compartir con nadie.
Las recomendaciones también aconsejan que todos los días hay que comer fibra. Mucha, muchísima fibra, hasta que en vez de un bolo alimenticio se te forme un pullover en la barriga. Hay que hacer, además, entre cuatro y seis comidas diarias, livianas, sin olvidarte de masticar cien veces cada bocado. Haciendo el cálculo, sólo en comer se te van cinco horitas, así nomás, “de Cayetano” y como quien no quiere la cosa. ¡Ah, y lavarte los dientes después! Después de cada comida hay que lavarse los dientes, no sé si estabas enterado/a, o sea: después del Actimel, a higienizarse los dientes; después de la manzana… y así mientras tengas dientes. Y encima hay que pasarse el hilo dental, el masajeador eléctrico de encías, los buches con Plax, etc… Mejor ampliá el horizonte, porque entre el agua, la fibra y los dientes, te vas a pasar varias horas por día ahí adentro, y sin posibilidades ni de filosofar como cuando estás sentado/a sobre el trono.
Dicen que hay que dormir ocho horas y trabajar otras ocho, más las cinco que empleamos en comer, veintiuno. Te quedan tres horitas libres, siempre que no te agarre algún semáforo en contra o algún piquete… Según las estadísticas, vemos tres horas diarias de televisión. Bueno, ahora ya no podrás seguir haciéndolo… ¿Por qué razón? Porque todos los días hay que caminar por lo menos media hora (a los 15 minutos andá volviendo, si no la media hora se te hace una hora enterita, fijate que pena).
Además, hay que tener sexo todos los días, pero sin caer en la rutina: hay que ser innovador, creativo, renovar la seducción, seducir a tu pareja con lo que tengas a mano, pero que incite su curiosidad. Eso lleva su tiempo. ¡Y ni qué hablar si la cosa es con sexo tántrico! Ahí tenés que leer seis libros de Feng Shui y recitar de memoria cincuenta aforismos de Confucio y veinte de Lao Tsé… (Al respecto, te recuerdo: después de cada comida ¡hay que cepillarse los dientes!) También hay que hacerse tiempo para barrer, lavar la ropa, los platos, ¡y no te digo nada si tenés perro o mascota!
¿Y los hijos? ¿Qué hacemos? ¿Los matamos o los internamos en un hospicio?
A esta altura podés ir considerando el suicidio como opción válida. En fin: a mí la cuenta me da de unas 29 a 40 horas diarias. Puede ser que en un planeta donde la rotación de la tierra sea más larga te alcance el día para seguir todos los consejos que te dan los miles de expertos en alimentación, gimnasia reiki, doctores en nervios y estrés, señores en comunicación y salud.
La única posibilidad que se me ocurre es hacer varias de estas cosas a la vez, por ejemplo: te duchás con agua fría y con la boca abierta, así mientras tomás el agua, salís del baño con el cepillo de dientes en la boca y le vas haciendo el amor (tántrico) de parado a tu pareja, que de paso mira la TV y te cuenta las noticias, mientras barrés con una escoba metida en el tujes. De esta manera puede ser que cumplas con alguna de las múltiples tareas que te encomiendan…
Y menos mal que ya crecimos, porque si no nos tendríamos que clavar un Danonino Extra Calcio todos los días. ¡Úuuuf! Mientras disfrutás de una cucharadita de Total Magnesiano, que hace re bien, tratá de considerar todas las porquerías que estamos comiendo y que nos venden para vivir más tiempo… La excusa de los tipos es que de esta manera llegás a los 100 años, que hace un tiempo sólo se llegaba a los 80 y completamente gagás, y que con todos los sistemas defensivos a pleno, no hay ataque que se te meta en el organismo. O sea que en la vida está pasando lo mismo que en el fóbal: cuantas más defensas le ponemos al equipo, más de punta para arriba sacamos la pelota desde el área y mucho menos nos gusta jugar…
Y ahora te dejo porque entre el yogur griego, el medio pomelo, la cerveza, el primer litro de agua y la tercera comida con fibra del día, ya no sé qué me estoy haciendo pero necesito un baño urgente.
Ah, y ya que está aprovecho y me llevo el cepillo de dientes…
Columnista invitado
Jorge Andrés Barale Álvarez
(Montevideo, 7 de octubre de 1956) es un humorista, periodista, guionista y escritor uruguayo. Es hijo del dramaturgo uruguayo Washington Barale, quien por razones políticas debió emigrar con su familia desde su país natal a la Argentina en el año 1975. Comenzó su carrera de lingüista en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en 1976, egresando en 1983. Desde el año 1980 comenzó a publicar en diversos medios gráficos, entre los cuales se destaca El Porteño, con dirección de Gabriel Levinas (donde tuvo como compañeros a los periodistas Eduardo Aliverti y a Jorge Lanata, entre otros) y en 1981 publicó su primera nota en la prestigiosa revista Humor, de Ediciones de la Urraca y dirigida por Andrés Cascioli. En esta revista escribió diversos guiones ilustrados por las plumas de Alfredo Grondona White, Tabaré, Maicas, Ceo y otros artistas. En el año 1989, junto a Aquiles Fabregat (Fabre) y Julio Parissi dirigió un suplemento de humor llamado BERP! para el matutino uruguayo La República, dirigido por Federico Fassano. En 1997 se hizo cargo de la revista SexHumor, bajo su dirección editorial. También se desempeñó como libretista del programa televisivo HiperHumor junto con Andrés Redondo, Julio Parissi y Eduardo D´Angelo. Fue fundador de varios emprendimientos y publicaciones de humor como Pingüinos (2004), HumorSA (2003) y otras. También creó y dio forma a la Agencia del Humor, única agencia de noticias de contenidos humorísticos conocida. Actualmente dirige publicaciones en De pe a Pa Editora y también es docente en Lengua y Literatura, Historia y Filosofía. Barale es partidario de un nuevo concepto educativo donde propone agregar dos elementos: el uso pedagógico del humor y la utilización del celular en clase como herramienta de aprendizaje. En la actividad docente ha desarrollado varios programas informáticos con la lengua castellana que aún no han sido probados en la actividad de la enseñanza, como Lector Doctor (un lector inteligente que interpreta textos automáticamente) y Corrector Juvenil (un programa para redactar textos desde cero).


