Me enorgulleció especialmente esta nota del colega Pablo Icardi. Se advierte en ella la valentía del profesional que, a sabiendas que se trata de un tema espinoso y que no está cerrado, tira datos, arremete con verdades que fueron escondidas bajo la alfombra de la historia. Sabe lo grave de lo que plantea y lo sigue escribiendo.
Es evidente que, si bien han pasado 45 años del inicio de la última dictadura, muchas de las problemáticas que castigaban a todos los argentinos no se han dilucidado. Uno piensa que ni siquiera comenzaron a ser desmenuzadas. Hay agujeros negros en el puzle de lo que fue el Terrorismo de Estado. Hace falta más luz.
Muchos trabajaron y trabajarán para que esos temas nunca se aborden. Lo más probable es que los que se niegan a debatir sean los mismos que pintaban una vida color de rosa cuando los militares eliminaban a buena parte de los mejores pibes y pibas que soñaban y militaban por un mundo mejor. O mientras nos endeudaban…
“Los ruegos que la Iglesia desoyó durante la dictadura
“Desde 1976 los familiares de desaparecidos y víctimas de la dictadura pidieron ayuda a la Iglesia. Las respuestas fueron ambiguas. Las primeras señales se dieron durante los primeros días y hasta cuando el papa Juan Pablo II vino a Argentina.
“Deseamos también que con vuestra autoridad nos brinde un lugar donde congregarnos para sentirnos apoyados por el calor de nuestra iglesia”. En el cierre de la carta a la que pertenece esa frase los familiares de desaparecidos piden, al menos, ser cobijados espiritualmente y tener un espacio seguro. Es una de las decenas de pedidos que desde 1976 llegaron a parroquias, arzobispados y a la Conferencia Episcopal Argentina de parte de familiares de desaparecidos que recurrieron a la Iglesia para pedir ayuda y recibieron, en muchos casos, respuestas tibias o ambiguas. Tanto como la relación que mantuvo la cúpula de la Iglesia con los genocidas a través de la Comisión de Enlace.
“MDZ tuvo acceso a documentos que estaban archivados en despachos de referentes eclesiásticos en los que queda claro que la Iglesia tenía registro de las denuncias, de los hechos que ocurrían en la oscuridad de la dictadura y también detalles precisos de los desaparecidos y otras violaciones a los derechos humanos.
“Esos documentos van desde 1976 hasta 1982 y un hecho clave: la visita del papa Juan Pablo II a la Argentina, que era para los católicos argentinos que sufrieron la dictadura una última esperanza de buscar respuestas. “Nuestro pedido se basa concretamente en solicitarle a ud. Monseñor, que ponga en juego toda vuestra energía y sensibilidad ante él su Santidad, para que se informe de una vez por todas sobre la suerte corrida por nuestros afectados”, dice la carta escrita de puño y letra por uno de los familiares de desaparecidos y dirigida a quien era arzobispo de San Juan, Ítalo Severino Distéfano.
“Esa carta está fechada el 7 de junio de 1982. Juan Pablo II vino a Argentina el 11 de ese mes y estuvo en Mendoza. Las delegaciones de familiares de víctimas de distintos puntos del país viajaron a la provincia.
“Un ruego
“El pedido de ayuda a la Iglesia Católica comenzó al mismo tiempo que la violencia institucional, incluso antes del golpe militar. Pero hay registros concretos de esos pedidos y reclamos.
“El 20 de diciembre de 1976, por ejemplo, y con motivo de la cercanía de la Navidad, los familiares de desaparecidos de San Juan solicitaron la intervención del obispo Sansierra para pedir información a la junta militar. “Los abajo firmantes, miembros de la familia argentina que compone el Obispado de su jurisdicción se dirigen respetuosamente a usted para hacerle llegar la expresión de su preocupación por el traumático problema que nos afecta: el no respeto por los derechos humanos que se traduce en las miles y miles de desapariciones y detenciones por razones políticas”, dice la misiva.
“Ese mensaje se repitió en todas las diócesis del país. Y pedían 5 puntos concretos para que soliciten a la “Junta Militar del Gobierno de las Fuerzas Armadas”:
“La búsqueda de los ciudadanos desaparecidos,
“La aparición de los ciudadanos ilegalmente detenidos,
“La liberación de los detenidos sin causa,
“El juzgamiento de acuerdo a la Constitución Nacional y las leyes,
“Y que se ponga fin en el país a los procedimientos que originan esta grave lesión de los Derechos Humanos.
“Como en todos los órdenes institucionales y sociales, durante la dictadura cívico militar hubo actitudes diversas. Desde curas colaboracionistas y con actitudes perversas, como el capellán de la policía de Buenos Aires Christian Von Wernich, hasta religiosos que participaron activamente en los reclamos por la violación de los derechos humanos, como Jaime De Nevares en la Patagonia. La Iglesia emitió documentos con algunas críticas a la violencia y los métodos usados por la dictadura. Y el proceso de búsqueda de justicia no cesa. En Mendoza, por ejemplo, se emitió un pedido de captura para detener y extraditar al sacerdote Franco Reverberi Boschi, que fue nombrado por víctimas de la dictadura en San Rafael. El sacerdote vive en Italia.
“Pero institucionalmente la Iglesia tuvo un rol vidrioso. Incluso en esa época mantuvo la organicidad interna que le permitía tener algún margen de acción. Todas las instituciones argentinas fueron copadas por la dictadura y repartidas “en tres”: una para cada arma. Desde todas las oficinas públicas, hasta los canales de televisión. Pero la Iglesia permaneció con su propia orgánica, estructura y forma interna de gobierno. Sí tenía “referentes” en muchos sectores del poder militar.
“Los contactos entre la cúpula militar y la de la Iglesia existían y se institucionalizaron a través de una Comisión de Enlace. Muchos de los reclamos de las bases católicas, llegaron a la cúpula de la Iglesia. Entre la documentación que habitualmente se enviaba estaban las listas de detenidos y desaparecidos. “Adjunta fotocopias de nota y lista de desaparecidos y detenidos de esta arquidiócesis, firmada por familiares de los mismos, a fin de que , como miembro de la Comisión de Enlace con las FFAA, pueda darle alguna orientación sobre este problema”.
“De esa manera se dirigía quien era Pro Vicario General del Arzobispado de San Juan, José Martínez Seara, al Secretario General de la Conferencia Episcopal, Carlos Galán y quien tenía el rol de reunirse con los jefes militares. La lista de desaparecidos que se adjuntaba era una copia de la realizada de puño y letra por los familiares. Hoy, la mayoría de ellos figura como desaparecidos.
“La junta militar y particularmente Jorge Rafael Videla tenía en su “vida cristiana” un escudo, una camuflaje moral que usaba frecuentemente y era habitual visitante de las Iglesias, las mismas que recibían reclamos de parte de las víctimas.
“Mdzol.com
“Pablo Icardi
“24 de marzo de 2021”.


