Susana Rinaldi, vida y obra de una artista completísima
Parte 1
Artista formidable de la cultura popular argentina, la Tana se metió en el fondo del corazón de generaciones de nuestros hermanos y hermanas. De la mano de una interpretación -en todo el sentido del término-, de tangos y canciones cuidadosamente seleccionadas, cada uno de sus espectáculos es un disfrute distinto, con condimentos similares. En todos prima la emoción, la elegancia y el pensamiento.
La he visto en varias oportunidades tanto en Mendoza como en Buenos Aires y Mar del Plata. Es imposible no engancharse con el sentido profundo de las obras que elige, a las que entrelaza con pequeñas parrafadas o poemas de grandes plumas de la literatura. Pero hay más, puesto que en todos los casos la cantante se vale de la actriz para contarnos cada una de las historias, con maestría.
He podido entrevistarla en más de una oportunidad, algo que te contaré en este ciclo que comienzo hoy a modo de homenaje, y ha sido un placer inmenso. Todas las semanas iré sembrando aquí parte de su biografía, fotos de sus discos y otras que la muestran en medio de su labor. Me pregunto cuánto le debo a esta mujer, ya que su condición de artista me cautivó hace años y así será por siempre.
“Susana Natividad Rinaldi (Ciudad de Buenos Aires, 25 de diciembre de 1935) es una actriz, cantante de tango, exdiputada y diplomática cultural argentina. Conocida por sus marcados ademanes, la calidad de su voz y su personalidad enérgica, ha sido una primera cantante desde hace más de cincuenta años y uno de los grandes hitos femeninos de la historia del tango.
“Hija de un despachante de la Aduana y una obrera textil, se graduó como profesora en el Conservatorio Nacional de Música y en la Escuela Nacional de Arte Dramático Antonio Cunil Cabanellas durante los años de 1950. Sus comienzos profesionales sucedieron como actriz en teatro, cine, radio y televisión hasta que fue descubierta por Eduardo Bergara Leumann en 1967 para cantar en La Botica del Ángel, un espacio artístico que la consagró definitivamente. Su primer disco, «Mi voz y mi ciudad», fue lanzado en 1966 bajo producción de la compañía Madrigal.
“En tiempos donde el tango veía disgregar su popularidad, integró un nuevo movimiento encabezado por Astor Piazzolla que atrajo a un público joven universitario y revalorizó el género por medio de un repertorio de autores con contenido social y romántico que incluyó a José María Contursi, Enrique Santos Discepolo, Homero Expósito, Cátulo Castillo y Eladia Blázquez.
“En 1971, inauguró junto a su marido Osvaldo Piro un café-concert en Mar del Plata, Magoya, que se volvió un punto de coincidencia para muchos artistas locales e internacionales, y tuvo un gran poder de convocatoria. Su incursión en un concierto de la Unesco invitada por el presidente de la Asociación Internacional de Música, Yehudi Menuhin, tuvo mucha repercusión a mediados de los años de 1970. Tras recibir una amenaza de la Triple A durante el gobierno de Isabel Perón en 1975, debió exiliarse inesperadamente en Francia, donde residió más de veinte años, y desarrolló una amplia trayectoria discográfica en múltiples países de Europa, convirtiéndose -junto con Libertad Lamarque- en una de las artistas argentinas con mayor proyección internacional.
“Luego del retorno de la Democracia en 1983, regresó a la Argentina con ideas que contribuyeron al desarrollo del tango escenario y se volvió una activa defensora de los derechos humanos, especialmente en televisión. En 1992, fue designada «Embajadora de buena voluntad» por la Unesco. Con el paso del tiempo, Rinaldi adoptó tics y ademanes que, según algunos críticos, resintieron su calidad interpretativa. A pesar de eso, logró desafiarse a sí misma en la madurez de su vida cuando encabezó sus espectáculos Montón de vida, Tangos de la mala vida y Sin estridencias -estrenados entre 1987 y 1997-, que fueron clave en su desarrollo profesional y le permitieron presentarse en España, Noruega y Dinamarca, como así también en el Festival de Jazz de Estocolmo y en el Tangomarkkinat de Finlandia, que congregó a 140.000 personas.
“Apodada «La Tana» por su fuerte carácter y orígenes italianos, su trayectoria fue reconocida en múltiples oportunidades. Fue designada «Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires» en 1990 y vicepresidenta de la Asociación Argentina de Intérpretes (AADI) en 2002, cargo desde donde defendió los derechos de los intérpretes musicales. Recibió la distinción Domingo Faustino Sarmiento por parte del Senado en 2013 y la Legión de Honor de la Embajada de Francia en Argentina, el reconocimiento más importante que ese país otorga a un extranjero, en 2014. En 2011, fue elegida para ocupar una banca como legisladora en la Cámara de Diputados por el Frente Progresista y Popular, y apoyó proyectos vinculados a la defensa del bien común, el patrimonio cultural y la educación pública hasta que renunció a su puesto para asumir como ministra agregada cultural en la Embajada de Argentina en Francia desde 2014 a 2016.
“Fue reconocida por rechazar el cliché machista del tango y por negarse a cumplir con las expectativas que los hombres y mujeres tenían para con ella en el escenario; incorporó una performance que mezclaba la actuación con el canto, alternada a su vez con disertaciones personales sobre la sociedad, los autores y la política. Cuando era joven se casó con el bandoneonista y director de orquesta Osvaldo Piro, pero luego de su prematuro divorcio vivió sola el resto de su vida, aunque tuvo un breve romance con el escritor Julio Cortázar hasta su muerte en 1984. Sus hijos son los cantantes Ligia y Alfredo Piro.
“Vida y carrera, 1935-1958: primeros años
“Susana Natividad Rinaldi -tal su verdadero nombre- nació en la Navidad de 1935 en una casa sobre el Pasaje Ortega 1055 en el barrio porteño de Caballito. Al poco tiempo de nacer, su familia se trasladó a otra vivienda ubicada en Colpayo 358. Su padre, Rosario Rinaldi (1888-1951), de origen amalfitano, era hijo de un ingeniero vial, inmigró a la Argentina en 1904 a raíz del fascismo italiano y se desempeñó como despachante en la Aduana de Buenos Aires, donde logró una posición social acomodada. De su primer matrimonio con Dolores Mazzaccaro, celebrado en 1918, tuvo cuatro hijos varones, pero luego de enviudar a temprana edad, contrajo matrimonio nuevamente con Ángela Leguizamón (1911-2000), una obrera textil descendiente de vascos, de cuya unión nacieron dos hijas: Susana en 1935 e Inés en 1946. Su abuela materna, que tuvo una notoria injerencia en su vida, era lavandera en casas de familias ricas.
“Aprendió a leer a la edad de cinco años y desde pequeña, influenciada por sus padrinos de bautismo, se inclinó por la lectura y las problemáticas sociales. Su padre admiraba a Robert Schumann y Johannes Brahms de la era romanticista, lo que la atrajo a la música clásica. Producto de una familia dispar -su padre provenía de una familia burguesa y su madre de la clase obrera-, vivió una infancia dislocada por sucesivas mudanzas a través de las provincias, lo que hizo que Rinaldi se volviera una niña solitaria y tímida.
“A la temprana muerte de su padre producto de una pancreatitis en 1951, cuando ella contaba con 15 años, su familia -afectada por el derrumbe económico que significó su partida- se trasladó al barrio porteño de Once, donde Rinaldi concluyó sus estudios secundarios en la Escuela Bartolomé Mitre y se vinculó con la colectividad judía. En una entrevista de 2015, confesó que fue en ese instituto donde descubrió su orientación bisexual.
“A la joven Rinaldi le gustaba recitar, asistir los domingos a las chocolatadas brindadas en la Parroquia del Buen Pastor -donde tomó su Primera Comunión-, jugar con las muñecas Marilú y ver pasar a las novias judías por las sinagogas de Balvanera.
“A partir de 1949, y hasta que se graduó como profesora ocho años después, estudió canto de cámara en el Conservatorio Nacional de Música por iniciativa de su padre, a pesar de que las constantes modificaciones en los planes de estudio producto de las intervenciones militares la desanimaban notoriamente. En 1956, por sugerencia de uno de sus compañeros, ingresó simultáneamente a la Escuela Nacional de Arte Dramático Antonio Cunil Cabanellas, emplazado en la misma cuadra, donde permaneció cuatro años y tuvo como compañera a María Cristina Laurenz”.
(continuará)
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Fuente: De la red de redes