Si usted es aspirante a candidato a diputado, siga este consejo. Ex¬clame por todas partes: -He robado, he robado. La gente se enternece frente a tanta sinceridad. Y ahora le explicaré por qué.
Todos los sinvergüenzas que aspiran a chuparle la sangre al país y a ven¬derlo a empresas extranjeras, todos los sinvergüenzas del pasado, el pre¬sente y el futuro, tuvieron la mala costumbre de hablar a la gente de su honestidad. Ellos “eran honestos”. “Ellos aspiraban a desempeñar una administración honesta.” Hablaron tanto de honestidad, que no había pulgada cuadrada en el suelo donde se quisiera escupir, que no se escu¬piera de paso a la honestidad. Embaldosaron y empedraron a la ciudad de honestidad. La palabra honestidad ha estado y está en la boca de cual¬quier atorrante que se para en el primer guardacantón y exclama que “el país necesita gente honesta”. No hay prontuariado con antecedentes de fiscal de mesa y de subsecretario de comité que no hable de “honradez”. En definitiva, sobre el país se ha desatado tal catarata de honestidad, que ya no se encuentra un solo pillo auténtico. No hay malandrino que alar¬dee de serlo. No hay ladrón que se enorgullezca de su profesión. Y la gen¬te, el público, harto de macanas, no quiere saber nada de conferencias…
Así se expresaba Roberto Arlt tragicómicamente en una de sus Aguafuertes Porteñas publicadas en el diario LA PRENSA entre los últimos veintes y los primeros treintas del siglo XX, entre vísperas y a principio de la funesta Década Infame.
Casi una centuria después, en vísperas de una nueva elección presidencial en Argentina, el inconsciente colectivo, prolijamente orientado y manipulado durante años y años por una guerra de zapa sin cuartel librada desde otros medios de comunicación menos sutiles, menos directos, pero mucho más efectivos y penetrantes en eso de crear y recrear los escenarios turbulentos que las conveniencias de los poderosos necesitan para beneficiar cada vez más sus propias arcas, el público -pareciera que la palabra PUEBLO hubiera quedado relegada a un sentido de pertenencia obsoleto al que casi nadie quiere adherir- se debate entre la incertidumbre de los viejos nuevos cantos de sirena que desde la modernidad del poder imponen los patricios para lograr el posible acceso de pertenencia a “ser vecinos”, o la rebelión al abismo de una reacción en cadena que libremente ofrece el dislate de la casi autodestrucción del Estado y sus instituciones, o el ahora pragmatismo dubitativo y no revolucionario de los derechos conseguidos, mantenidos con pinzas desde pequeñas grandes derrotas victoriosas a lo Pirro en el campo de batalla de la impotencia ante la desobediencia de los dueños del país, que agitan sus banderas riendo silenciosos, pero riendo al fin, como el último que mejor ríe.
La confusión, las marchas y contramarchas, las esperanzas, los anhelos, los clientes del sálvese quien pueda, los que saben hacer lo que hay que hacer, los fantasmas de las verdades de chat e internet, los comandantes trolleanos, los impotentes del pasado, los penitentes del presente, las medias mentiras histórico mediáticas, o las verdades a medias imparcialmente parciales, manipulan las frágiles mentes de la otrora ciudadanía ilustrada desde todos los sectores de la política y el poder oculto pero por todos percibido, dejando el camino del sufragio enlodado, congelado, incierto, y listo para derrapar hacia un barranco a la nada.
Hacernos creer que el futuro depende de nuestra decisión soberana es la forma más obscena con que el poder real intenta convencernos una vez más que el destino está en nuestras manos, cuando en realidad, como sucede con las líneas de las manos, ya todo está escrito, gane quien gane.
Lo único que probablemente varíe según quien resulte victorioso, será el tiempo de aplicación del “Plan Maestro” y la virulencia para con las mayorías con que el dominio y el destino designado para nuestras latitudes se lleve a cabo.
Sepa el pueblo votar, más ALEA JACTA EST
21 de octubre de 2023
Columnista invitado
Juan Rozz
Historietista, guionista, cuentista, escritor. Columnista en Revista TUHUMOR, edición digital, colaborador en NAC & POP Red Nacional y Popular de Noticias. Autor del libro “Historias de Desaparecidos y Aparecidos”, Acercándonos Ediciones. Creador de “El Caburé Peña de Historietistas” y “El Caburé – Cooperativa Editorial”. Creador, productor radial y columnista de “Gorilas en La Plaza” – EfeEmeUnydos. Colaborador en “Rebrote de la Historieta Argentina”. Colaborador en “Web Guerrillero” – Periódico Digital Internacional. Colaborador en “Museo de la Palabra” – Fundación César Egidio Serrano.
Ilustración: Gerardo Canelo


