Todos comemos alimentos (¿qué otra cosa hay…?), a no ser Superman que, dicen, come ensalada de kryptonita… Pero, si bien las comemos, usted nunca se ha preguntado: ¿cuál es el origen de muchas de las delicias con las que ahora llenamos la panza (y a veces de más, es bueno confesarlo…)? Aquí hemos recopilado algunos curiosos orígenes de algunas comidas muy populares… Lean y… ¡Buen provecho…! Es decir… ¡que les aproveche!
Empecemos por la pizza, cuyo origen se pierde en el comienzo de los tiempos. Su nombre indica la acción de “pissare” o “pisar” la masa hasta aplastarla. Hasta que no se descubrió América, y con este continente se introdujo el tomate en Europa, no puede hablarse propiamente de este plato tan característico. En sus comienzos, el queso no formaba parte de la preparación de la pizza (se utilizaba sólo tomate, albahaca e hierbas). Su introducción se produjo en 1889 en la ciudad de Nápoles: la reina Margarita de Saboya residía con su real familia en Capodimonte y había oído hablar de esa “comida de plebe “, que disfrutaba de tanto prestigio en el lugar; quiso satisfacer su curiosidad y envió al panadero Rafaele Espósito, de la pizzería “Pietro, il pizzaiolo”, la real orden de prepararle una pizza. El panadero quiso engalanar esta pizza con los colores de Italia y agregó al rojo del tomate y al verde de la albahaca, el blanco del queso mozzarella. Llamó a su invento “pizza a la Margarita”, inaugurando así una nueva era, en la que sería tal vez la comida más popular de Italia y del mundo.
Ahora, sin cambiar de color, pasemos a la mayonesa. Al comienzo de la Guerra de los Siete Años (1756-1763), los franceses atacaron la fortaleza inglesa de Saint Philip, en el puerto de Mahón, que era la capital de la isla de Menorca. El ataque era una operación regular del ejército francés, que estaba bajo el mando del Duque de Richelieu, y del regimiento de infantería de la March, bajo el mando del coronel Rochambeau (luego Conde de Rochambeau). La artillería era vital para la captura del fuerte sitiado y la dirigió con tal destreza que sus hombres tomaron el fuerte de Saint Philip sin sufrir grandes bajas. Después de la victoria, Rochambeau fue ascendido a general de brigada y se le otorgó la Orden de Caballero de San Luis en 1756. Para celebrar la victoria Richelieu ofreció un banquete en su honor. En el menú se incluyó una salsa nueva que fue creada por el chef de Richelieu. Algunos dicen que estaba por hacer una salsa estándar de crema y huevo, pero que no había podido conseguir la crema. Otros, que se había propuesto inventar una salsa nueva desde el principio. Cualquiera sea la razón, el chef hizo una salsa con aceite de oliva y huevo, en lugar de crema y huevo, creando de este modo una salsa original. En honor de la victoria en el puerto de Mahón, la salsa fue llamada Mahonnaise. Tiempo después se le cambió el nombre por mayonnaise, que se castellanizó como mayonesa.
Pasemos a hora a la tortilla de papas, muy típica en España. Fue un invento del general carlista Tomás de Zumalacarregui (1788-1835). Este militar aseguró que se le ocurrió un día que mezcló en la sartén papas fritas sobrantes con unos huevos batidos. No obstante existen referencias de que en algunas tabernas madrileñas de mediados del siglo XVIII ya se servía esta clase de tortilla.
Retrocedamos ahora hasta el desayuno. La irresistible tentación de un “croissant” o corazán tiene también una historia interesante. Su forma de medialuna que origina su nombre en español, se explica precisamente cuando los turcos sitiaron Viena en el año 1683: una noche los panaderos que trabajaban a esa hora para que el pan amanezca, como debía ser, dorado con los primeros rayos del día, oyeron ruidos extraños. Los sitiadores intentaban colocar una carga explosiva, cavando una galería subterránea, lo que entonces se llamaba una “mina”. Los panaderos dieron la voz de alarma y la maniobra ofensiva de los turcos no prosperó y fueron rechazados. Cuando la derrota quedó consumada, Juan III otorgó a los panaderos el derecho de realizar una pieza de pastelería que recordara el acontecimiento y la participación de los panaderos en la alarma que despertó a la ciudad y dio cuenta de los turcos invasores. De este modo nació el “hörnchen”, que significa “pequeño cuerno” en lengua alemana y que aludía de este modo a la medialuna que luce la bandera turca. El “croissant” habría llegado a Francia con María Antonieta, cuando llega a París como esposa de Luis XVI.
Ahora, pasemos a otra comida… Posiblemente el gazpacho sea una de los alimentos más antiguos de la humanidad. El nombre viene de una voz prerromana que significa residuo, ya que el plato se preparaba con migas de pan y vegetales troceados que generalmente habían sobrado de anteriores comidas.
Otra: las palomitas de maiz se conocen en el Nuevo Mundo desde hace 6000 años. Los indígenas las preparaban de tres formas distintas: insertaban una mazorca en un palo y la tostaban al fuego, para luego recoger los granos que estallaban. Otra técnica consistía en separar los granos y arrojarlos directamente al fuego. La tercera manera de hacer palomitas era poniendo al fuego una vasija con granos gordos de arena en su interior que, al calentarse, hacían estallar el maíz.
¿Y las salchichas? Hace casi 4000 años, los babilónicos rellenaban las tripas del cerdo con carnes especiadas. Ésta es la referencia más antigua que se conoce acerca de su origen. Pasaron los siglos y en 1852 un carnicero de la ciudad germana de Frankfurt presentó una salchicha especial ahumada y embutida en una tripa delgada y casi transparente. Así nació la salchicha de Frankfurt que se exportó al mundo entero.
Otra: hay quienes aseguran que el uso del vocablo “tapa” como sinónimo de aperitivo surgió a raíz de una anécdota protagonizada por Alfonso XIII, en una de sus visitas a Cádiz (España). Se cuenta que antes de regresar a palacio, el monarca se paró en una venta y pidió una copa de vino de Jerez, pero no se percató de que un remolino de viento amenazaba con llenar de arena de la playa este vino. Sin embargo, un camarero atento se precipitó a cubrirla con una loncha de jamón. Cuando el rey fue a dar un sorbo preguntó con sorpresa: “¿Qué es esto?” y el mozo le respondió: “Perdone su majestad, le he puesto una tapa para que no entre arena en la copa”. Se dice que el rey se comió el jamón y pidió que le sirvieran otra copa, pero con una “tapa” igual.
Aquellos jóvenes que dicen que los romanos comían hamburguesas no están tan errados… Es probable que los antiguos egipcios ya comieran hamburguesas o un plato muy parecido. A principios de siglo, los arqueólogos descubrieron junto a la momia de un alto dignatario con 4000 años de antigüedad lo que podrían ser dos tortas de pan con un pastel de carne horneada. Con mayor seguridad se puede afirmar sin miedo que las hamburguesas ya figuran en la gastronomía de los tártaros. Estas tribus guerreras picaban la carne del ganado y reservaban la de más baja calidad para elaborar los famosos filetes tártaros, también llamados en la actualidad filetes “rusos”.
Y terminemos con las famosas “donas”: en el siglo XVII, los colonos ingleses introdujeron los donuts en Estados Unidos, pero entonces eran conocidos por el nombre “doughnut”, o bollo de nueces. En su elaboración había un pequeño problema y era que la masa no se freía bien en el centro, puesto que aún no tenía el agujero central. Éste se lo instaló en 1847 el marinero norteamericano Hanson Gregory, que tuvo la genial ocurrencia mientras su madre freía estos dulces.
¿Quieren más? ¡Hago la digestión y vuelvo! ¡Berp!
Columnista invitado
Jorge Andrés Barale Álvarez
(Montevideo, 7 de octubre de 1956) es un humorista, periodista, guionista y escritor uruguayo. Es hijo del dramaturgo uruguayo Washington Barale, quien por razones políticas debió emigrar con su familia desde su país natal a la Argentina en el año 1975. Comenzó su carrera de lingüista en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en 1976, egresando en 1983. Desde el año 1980 comenzó a publicar en diversos medios gráficos, entre los cuales se destaca El Porteño, con dirección de Gabriel Levinas (donde tuvo como compañeros a los periodistas Eduardo Aliverti y a Jorge Lanata, entre otros) y en 1981 publicó su primera nota en la prestigiosa revista Humor, de Ediciones de la Urraca y dirigida por Andrés Cascioli. En esta revista escribió diversos guiones ilustrados por las plumas de Alfredo Grondona White, Tabaré, Maicas, Ceo y otros artistas. En el año 1989, junto a Aquiles Fabregat (Fabre) y Julio Parissi dirigió un suplemento de humor llamado BERP! para el matutino uruguayo La República, dirigido por Federico Fassano. En 1997 se hizo cargo de la revista SexHumor, bajo su dirección editorial. También se desempeñó como libretista del programa televisivo HiperHumor junto con Andrés Redondo, Julio Parissi y Eduardo D´Angelo. Fue fundador de varios emprendimientos y publicaciones de humor como Pingüinos (2004), HumorSA (2003) y otras. También creó y dio forma a la Agencia del Humor, única agencia de noticias de contenidos humorísticos conocida. Actualmente dirige publicaciones en De pe a Pa Editora y también es docente en Lengua y Literatura, Historia y Filosofía. Barale es partidario de un nuevo concepto educativo donde propone agregar dos elementos: el uso pedagógico del humor y la utilización del celular en clase como herramienta de aprendizaje. En la actividad docente ha desarrollado varios programas informáticos con la lengua castellana que aún no han sido probados en la actividad de la enseñanza, como Lector Doctor (un lector inteligente que interpreta textos automáticamente) y Corrector Juvenil (un programa para redactar textos desde cero).