El sentido del sin sentido
A modo de introducción, una disculpa por el oxímoron del título. No existe el sin sentido, su indicación tiene el sentido de negar algún otro sentido. Pero de algún modo, la frase completa grafica, describe, pinta las imágenes -que hemos podido ver por televisión- de la movilización del 17A.
Imposible abstraerse ante ese espectáculo.
Con una sensación de asombro inagotable; por un lado, impacta el infinito número de motivos diferentes por los cuales se juntaron a contagiarse del Covid19 esas personas. Una Babel que más que nada parece un fenómeno de disipación de pasiones, tensiones, intereses frustrados, desilusiones, falta de representatividad y ámbitos políticos y por qué no, de crisis existenciales derivadas de todo lo anterior.
Por otro, más simple, se puede observar a los que sí tienen intereses y motivaciones políticas y económicas inequívocamente exhibidas y que se esfuerzan por darle contenido simbólico a una movilización caótica en el plano del sentido que a ustedes les guste: político, económico, sanitario, ambiental, etc., etc. Obviamente nada de lo visto y oído tenía algo que ver con el significado histórico de la fecha, por más banderas argentinas que se enarbolaran.
Juan Domingo Perón decía que la única verdad es la realidad; humildemente me atrevo a polemizar con el líder del peronismo desde otra proposición que el escenario referido parece acuñar: “la realidad es lo que cada uno cree que la realidad es”. Claro que en los ’50 no existía la parafernalia de medios electrónicos por los que circulan todo tipo de información y desinformación, entre los que hay que hurgar para encontrar una verdad… ¿la que nos guste?
Cada uno entiende lo que entiende, máxime cuando desde la revolución tecnocomunicacional se cayeron los absolutos y se multiplicaron las bibliotecas fácilmente accesibles por internet. La Razón Instrumental de la Modernidad en todo su esplendor queda como único patrón de conducta.
El fenómeno se verifica y reproduce, fundamentalmente, en el mundo de las imágenes y los textos del comercio mediático y su impacto no es homogéneo en toda la población, pero si impacta con mayor fuerza en el imaginario de la urbanidad.
Me animaría a postular, aunque más no sea provisionalmente, que tanto en nuestro país como en el resto del mundo -el fenómeno no es sólo argento- nos encontramos ante un fallo sistémico del orden social que emerge a la luz de la pandemia.
¡Uh! Me metí en problemas: ¿orden Social? ¿cuál era? ¿cómo se constituía? ¿cómo era posible? Para salir de ahí digamos que había un conjunto de reglas, más o menos aceptadas mayoritariamente que hoy estarían en cuestión. Eran una cuestión de urbanidad y de buen gusto (J. M. Serrat) que está en discusión.
Este Sentido, del Sin Sentido, de la negación generalizada de las evidencias, las que sean, no sería otra cosa que una disconformidad con todo lo institucionalizado: la ciencia, la religión, la política, etc., etc. Esto nos pone frente a una paradoja muy compleja: más importante que fusilar al rey, es el problema de si la estructura de reemplazo está lo suficientemente preparada o incluso, si puede prepararse (N. Luhmann).
La teoría de las Transiciones Críticas, que se utiliza en los análisis medio ambientales y que también puede aplicarse al sistema mundo en su totalidad, nos dice que estamos en una situación del tipo que se ve en el gráfico:
El vuelo de una mariposa -como en la película- puede cambiar nuestro devenir hacia adelante o hacia atrás.
Norberto Rossell
Para muchos de los ’70 la política -y el amor- nos insumió más tiempo que el estudio sistemático: dos años de Agronomía, un año de Economía, un año de Sociología. Desde hace años abocado –por mi cuenta- al estudio de la Teoría de Sistemas Sociales de Niklas Luhmann. Empleado Público, colectivero, maestro rural, dirigente sindical, gerente en el área comercial en una multinacional, capacitador laboral en organización y ventas. A la fecha dirigente Cooperativo y Mutual. Desde siempre militante político del Movimiento Nacional y Popular.