Voto a Venezuela con lágrimas de cocodrilo
Están en las redes sociales los discursos de Alberto Fernández llorando cuando se acuerda de Néstor Kirchner. Lágrima fácil o memoria de corto plazo.
Se nos presenta el interrogante porque en la política exterior de Néstor un voto en contra de Venezuela como el reciente voto en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU por parte de Argentina, no estaba dentro de lo posible.
Cuando los países latinoamericanos en el año 2005 sepultaron el proyecto del ALCA acá en Argentina, en la ciudad de Mar Plata, Néstor era presidente y el actual presidente era el Jefe del Gabinete de Ministros.
En aquélla histórica Quinta Cumbre de las Américas se desplegó una estrategia continental de los líderes y los pueblos de América Latina destinada a liquidar la idea yanqui de crear una zona de libre comercio donde sus productos tuvieran libre circulación asegurándose una clientela de más de quinientos millones de personas para su economía.
No fue una decisión oportunista, coyuntural ni transitoria. Fue un proyecto estratégico regional que procuraba incrementar la solidaridad, la colaboración mutua, el fortalecimiento y defensa de las economías regionales, la protección de las empresas, industrias y mano de obra locales, juntamente con la resistencia a las ofensivas políticas imperiales. También procuraba la estabilidad y consolidación de las democracias todavía incipientes y sistemáticamente amenazadas por reciclados y continuos Golpes de Estado, propiciados, financiados y diseñados desde EEUU, exactamente igual que ahora.
La mayoría de los líderes populares continentales discutían la profundidad y alcances de los proyectos. Kirchner no era Chávez, ni Fidel, ni Daniel Ortega. Pero avanzaban genuinamente hasta donde coincidían, en el marco de políticas de respeto mutuo y no injerencia en los asuntos internos de otros estados.
No creo que Alberto Fernández haya estado ajeno a ese proceso o no haya entendido de qué se trataba.
Nada ha cambiado desde entonces que justifique un viraje tan violento. Estados Unidos es más agresivo que entonces, continúa invadiendo países, ha intensificado las sanciones a Cuba, Venezuela, Rusia, China, Siria, Nicaragua, etcétera; sigue aplicando políticas proteccionistas en su economía mientras sanciona a los países que intentan proteger su producción y sus industrias. Es decir, sanciona a los países que tratan de hacer lo mismo que ellos.
Nada justifica que Argentina haya votado por el castigo a Venezuela con este tema de presuntas violaciones de derechos humanos y otras cuestiones como el manejo de la pandemia. Si desde estas líneas no podemos asegurar que no exista violación de derechos humanos en Venezuela, tampoco Alberto Fernández, Felipe Solá, Santiago Cafiero y compañía están en condiciones de asegurar que en Venezuela sí exista violación de Derecho Humanos, como para sancionar a la hermana República y romper con el proyecto estratégico de Chávez – Néstor – Lula – Fidel. Nos quedamos con la impecable actitud de Alicia Castro. Ella fue embajadora muchos años en Venezuela y debió ser consultada en primera persona y es sin dudas, quien más sabe respecto de la situación interna del país Bolivariano, muy lejos, claro está, de Solá, Cafiero y el propio Fernández. Debieron guiarse por las opiniones de Alicia Castro y no de la alta comisionada Bachelet.
Lamento discrepar con Eduardo Aliverti que desde su editorial de Marca de Radio del 10 de octubre se preguntaba si en serio es hora de autoflagelarse con Venezuela. También deja traslucir que el voto argentino fue casi como consensuado con la propia Venezuela.
Con relación a la autoflagelación le recordamos a Eduardo Aliverti que no somos nosotros los que lloramos cuando nos acordamos de Néstor. Si busca autoflagelados que mire para otro lado. También le decimos que las críticas genuinas no lesionan gobiernos. A los gobiernos populares los corroen los alcahuetes que dicen que todo está perfecto y que los que critican no entienden las nuevas circunstancias. Los gobiernos populares se autodegradan cuando no admiten críticas, cuando convierten en culpable de contribuir al deterioro de su credibilidad, al que critica sanamente y nada tiene que perder ni ganar.
Si nuestra crítica implica jugar para la derecha, con la misma lógica, deberían comprender que el voto contra de Venezuela implica jugar para Estados Unidos.
Denostar al que critica algo desde las redes sociales, acusándolo de cargar con frustraciones y favorecer a la derecha, es un lamentable recurso que no esperaba escuchar de Eduardo Aliverti. Especular con que los que opinamos algo diferente estamos contribuyendo al deterioro de la imagen del gobierno o de favorecer a la derecha es una suerte de macartismo inverso.
Pero no se preocupen por la imagen del gobierno. Con el voto condenatorio a Venezuela los multimedios, el Grupo de Lima, Guaidó, Bolsonaro, el FMI y Trump están contribuyendo a mejorarla.
También nos dicen que este voto ha sido conversado previamente con Venezuela. ¿Y con eso qué nos quieren decir?, ¿que Venezuela estuvo de acuerdo en que Argentina votara en contra?. Puede haber existido un llamado telefónico a Venezuela y eventualmente el gobierno nacional puede haber dado sus “razones”. Venezuela no iba a presionar a Argentina ni tampoco a partir de ello la iba a considerar enemiga ni mucho menos. Pero deducir que porque pueda haber existido un llamado previo, Venezuela haya estado de acuerdo en que Argentina propicie sanciones en su contra junto con Bolsonaro, Piñera, Trump y el Grupo de LIma, es infantil, inatinente, torpe y malintencionado.
El gobierno de Alberto Fernández puede ser una alternativa popular en la que seguimos creyendo, continúa siendo una alternativa al neoliberalismo y deseamos que se profundicen las políticas democráticas y populares. De nuestra parte queremos contribuir al éxito de esta gestión con la absoluta convicción de que estas líneas nunca serán utilizadas por el neoliberalismo para desprestigiar al gobierno.
Osvaldo Vega
Abogado
MAT. Provincial Mendoza 10.620
MAT. Fral. Tº 132, Fº 438