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Latinocracia Homenaje a Atahualpa Yupanqui
Programa 3
Ciclo de trece entregas
Atahualpa nos habla desde los tiempos, porque fue sumando voces e historias por los caminos de nuestro país. Como quien cosecha folclore, transitó huellas y senderos buscando el zócalo de la argentinidad, a punto tal que solía perderse meses en los más diversos parajes cantando con los paisanos. Escuchándolos.
Su enamoramiento con todo aquello del canto del pueblo, que estaba aún mucho menos escrito que en la actualidad, lo conformó como poeta, como músico y como hombre. Saber llevarse con su caballo, fue otra manera de tomarle el pulso a una realidad que nos dio a conocer a todos.
Los colores del paisaje se adivinan en cada una de las notas que le arrancó a su instrumento y, como para que no quedaran dudas que vino a cumplir una función intransferible, empuñaba al instrumento al revés que todos los mortales. Supe verlo -tengo ese honor- haciendo su repertorio en el Teatro Mendoza, de mi Ciudad.
“El 14 de noviembre de 1921 el padre de Atahualpa Yupanqui se suicidó sin razón aparente, por lo que tuvo que trabajar para ayudar a su familia. Fue hachero, arriero, mandadero, cargador de carbón, entregador de telegramas, oficial de escribanía, corrector de pruebas y periodista, haciendo notas sociales, sobre casamientos o velorios.
“En 1923 un colega del diario “Crítica” le facilitó su primera incursión en Buenos Aires, justo cuando se hizo la transmisión radial de la pelea Firpo-Dempsey, y mientras se esperaba que llegara la información él y otros cantaban; poco tiempo después regresó a Junín. En En 1926 Atahualpa Yupanqui volvió a probar suerte en la Capital con su guitarra, una pequeña valija, algunos pesos y con los habituales sueños de esperanza. Trabajó como peón de panadería a la vez que hacía audiciones en bares, bibliotecas y escuelas, y también colaboraba con algunos reportajes en un modesto periódico. En ese año Atahualpa Yupanqui compuso “Caminito del indio”, que grabó con este nombre en 1936. La partitura se editó en 1939 como “Camino del indio”, y así lo grabó en 1941 Ignacio Corsini. Luego vino “Nostalgias tucumanas”, ambos temas motivados por su estancia en Tucumán.
“En 1931 Atahualpa Yupanqui se casó con su prima María Alicia Martínez quién tenía un hijo nacido en 1923 de una pareja anterior. No le había ido bien en Buenos Aires, así que se fueron a Entre Ríos, donde nació su primera hija, Alma Alicia. Atahualpa Yupanqui, igual que su padre, era yrigoyenista. En Junín había trabajado con Moisés Lebensohn, fundador del diario “La Verdad”, y en Buenos Aires tocaba en una peña donde se reunían radicales que conspiraban contra el gobierno de Uriburu, y luego el de Justo.
“En Entre Ríos Atahualpa Yupanqui encontró personas hospitalarias que le ayudaron en la precariedad económica; fue maestro de escuela y fundó el diario “La voz del Tala”, en Rosario del Tala. En enero de 1932 participó en la fallida intentona revolucionaria de los hermanos Kennedy, en La Paz, lo que lo obligó a refugiarse en Uruguay, algo a lo que hace alusión en su milonga Sin caballo y en Montiel (en referencia a la zona de Entre Ríos con ese nombre). Primero se radicó en Montevideo, y luego en otras localidades camino al sur de Brasil. Mientras tanto su esposa había regresado a Junín, donde el 11 de enero de 1933 nació su segundo hijo, Atahualpa Roberto”.
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Programa 3
Ciclo de trece entregas
Ilustración: Germán Alvarez / Texto encomillado: retazos biográficos de diversos autores