Semana del juguete y el derecho integral de niños y niñas
Jugar nos hace sentir libres y nos lleva a vivir de otro modo la realidad, la palabra y la manera de expresarnos. Nos humaniza. Además, necesitamos el contacto con otros seres humanos para desarrollarnos.
Cuando somos niños y niñas nos nutrimos de palabras y gestos del entorno. En épocas pasadas los/a chicos/as se vinculaban a las experiencias familiares y sociales constituyendo una sociedad infantil que creaba sus propios juegos. Muchos de aquellos juguetes, preservados, se pasaban entre los hermanos, de mayor a menor.
Hoy los niños y niñas viven rodeados de juguetes sofisticados de múltiples funcionamientos, nuevos lenguajes y actividades, pero se pierde el entusiasmo de crear, se pierde la esencia del juego, al menos como lo disfrutamos otrora.
La incidencia de la industria, el mercado y la publicidad, convierten a la infancia creadora y recreadora, en otro objeto de consumo.
La globalización como fenómeno de expansión, impone costumbres foráneas en el alma infantil. El mundo adulto también cae en el consumo, la impaciencia, la intolerancia, el aburrimiento, el estrés; flagelos de esta época.
Por un lado la infancia tiene nuevos medios que le exigen destrezas a nivel intelectual, y por otro lado aparece un vacío, una insatisfacción; el niño no puede ser feliz viviendo libremente sus fantasías.
Deberemos revalorizar el tiempo de la niñez, del juego, del ocio, de la vinculación y el encuentro, del entretenimiento y la diversión.
A diario nos sorprendemos porque un niño o una niña nos dicen palabras o frases que tienen que ver con lo real o lo sencillo y no debería ser así; lo que ocurre, es que hemos caído en lo irracional, lo indolente y deshumanizante.
A partir de esto, vale destacar lo que sucedió a inicios del siglo XXI en nuestro país.
En el año 2003 se normalizó el orden institucional, asumió un gobierno de claro corte nacional y popular con un programa político y económico distributivo, en contraposición al modelo neoliberal del siglo pasado. Volvieron los postulados económicos del peronismo: industrialización del país, exportaciones con valor agregado, sustitución de importaciones, fortalecimiento del mercado interno y recuperación del trabajo. Las políticas públicas de infancia se vieron vigorizadas con el nuevo modelo político y económico.
La sanción de la Ley 26.061, del 28 de setiembre de 2005, permitió la derogación de la Ley 10.903, conocida como Ley de Patronato del Estado, donde los niños y niñas eran tenidos en cuenta, pero no gozaban de sus derechos. Con la Ley 26.061 se dio protección integral a los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Desde ahí en adelante estos tendrían que recibir asistencia médica necesaria y acceder en igualdad de oportunidades a los servicios y acciones de prevención, promoción, información, protección, diagnóstico precoz, tratamiento oportuno y recuperación de la salud.
En el año 2015 asumió un nuevo gobierno, que se definió desde el comienzo opuesto por el vértice a las políticas públicas del anterior. Si bien se anunció un programa casi de continuidad con las políticas públicas a favor del pueblo, prometiendo que el programa que venían a implementar lograría la tan ansiada «pobreza cero». Nada de eso ocurrió, fue todo una mentira. Por el contrario, hubo reducción y cierre de programas, que fueron ampliamente beneficiosos para la niñez y la juventud.
Tan solo para ilustrar, podemos hablar del Programa Conectar Igualdad, creado para reducir la brecha digital en la infancia, el Plan FinEs, para favorecer la normalización de los estudios a los mayores de 18 años. Respecto del cálculo del aumento de la Asignación Universal por Hijo, lo hicieron reducir drásticamente su poder adquisitivo.
Es necesario hacer un análisis crítico del pasado, especialmente para avizorar el futuro y convocar a quienes trabajan por la niñez, a realizar las acciones necesarias para impedir el retroceso en los derechos de la infancia y avanzar en el efectivo cumplimiento de éstos.
Columnista invitado
Hugo Bayón Cervero
Técnico Químico y en petróleos; recibido en la E.T.I.E.C. (Escuela Técnico Industrial Emilio Civit) de Maipú, promoción 1971. Trabajó en la actividad privada desde 1972 a 1980: Destilerías de Alcoholes Orandí y Massera S.A.; laboratorista en Bogedas Arizu de Godoy Cruz; control de calidad en Embotelladora Pepsi Cola; en el laboratorio de Bodegas Sáenz, Briones y Cía. Desde 1980 a 1992 se desempeñó en la Municipalidad de Maipú en Control Industrial y Comercial; y como para técnico de veterinaria estuvo en el Frigorífico Vildoza y en el frigorífico de ganado menor Naser Hnos. En 1993 comenzó a trabajar en el Departamento General de Irrigación en el Control de Efluentes industriales y Cloacales, hasta llegar a ser Jefe de División, hasta 2018 cuando se jubiló en esa repartición del Estado. Participa en radio desde 1993 en F.M. Familia con temas de comunidad y sociales. En 1997 comenzó el programa “Argentina…Tierra Nuestra” por Radio Nacional, abordando temas ecológicos y ambientales. Con esta misma temática y desde la conducción estuvo en LV10 Radio de Cuyo. Por esa tarea fue nominado tres veces al Premio Martín Fierro del interior del país (2001, 2006 y 2008). Trabajó dos temporadas en LV8 Radio Libertador y en FM Carrodilla, obteniendo el premio Gaviota Federal de A.A.D.A. (Asociación Argentina de Artistas) como el mejor programa de rubro ecológico. También fue futbolista desde 1.971 a 1.984, en la primera división del fútbol mendocino, jugando en varios clubes.


