En la cronología de hechos políticos de los años ’70-’75 esbozada en esta biografía cuasi autorizada faltaron cosas, aunque tuvimos oportunidad de ver cómo un militante vivió ese período, incluyendo la asunción de Cámpora y el conflicto entre la Patria Peronista y la Patria Socialista, entre los viejos burócratas sindicales apoyados por los militares y el propio Perón, y una juventud que pensaba que la verdadera izquierda iba a ser nacional o no sería nunca.
Quienes no vivieron aquella época quizás no crean lo que aquí pasó. Otros -incluyendo peronistas- que la vivieron del lado equivocado ven con naturalidad que el desenlace haya sido el 24 de marzo de 1976.
Para entender el fenómeno detengámonos en unos pocos hechos en cuatro provincias (excepto) en las que el camporismo llegó a ocupar la gobernación, pero con vicegobernadores que pateaban en contra. El agua y el aceite en aras de la unidad nacional, cosa en la que nunca nadie creyó, ni siquiera Perón.
Hablamos de provincias claves, donde la aristocracia fue y sigue siendo rancia:
- Buenos Aires: Oscar Bidegain (1905-1994) asumió como gobernador el 25 de mayo de 1973. El 26 de enero del año siguiente (Perón ya era presidente) se vio obligado a renunciar a la gobernación, debido al acoso de sectores de la derecha del propio peronismo. Concretamente el vicegobernador Victorio Calabró, de la UOM, quien siguió en su cargo hasta dos días después del golpe del ’76. Clarísimo, ¿no?
- Córdoba. Cuna de la insurrección contra el primer gobierno patrio en 1810, pero también de la Reforma Universitaria de 1918 y del Cordobazo de 1969, pero lugar donde creció la figura siniestra de Luciano Benjamín Menéndez; en esa provincia se había gestado la Revolución Fusiladora de 1955. Sin embargo, Ricardo Obregón Cano (1917-2016) asumió en la misma fecha como gobernador junto a Hipólito Atilio López (1929-1974) así llamado porque su familia era radical. Ambos fueron DERROCADOS por un golpe policial a fines de febrero de 1974. Perón también era presidente. En septiembre de 1974 López fue asesinado en Buenos Aires por la Triple A, luego de salir de la cancha de Racing a donde había ido a ver al equipo de sus amores. Perón ya había muerto.
- Miguel Ragone (nacido el 25 de enero de 1921 en Tucumán) fue destituido por Isabel en noviembre de 1974. No era salteño y era odiado por la repugnante aristocracia salteña, la misma que encarceló a Milagro Sala, los mismos apellidos, incluyendo los Uriburu que habían derrocado a Yrigoyen y dieron comienzo a la Década Infame. Desapareció 15 días antes del golpe del ’76 y nunca más se supo de él. Por eso no escribimos la fecha de “muerte”; está desaparecido, no fallecido.
- Alberto Martínez Baca (1908-1984) tampoco era mendocino, sino bonaerense. Bioquímico y farmacéutico radicado en General Alvear y luego en San Rafael. Llegó a la gobernación de nuestra provincia en segunda vuelta, con el 71% de los votos. Nunca después de eso el peronismo alcanzaría esa performance. Luego de un cuestionable juicio político por un tema relacionado con las Bodegas GIOL, fue suspendido tres semanas antes de la muerte de Perón y su vicegobernador, peronista de derecha, Carlos Mendoza, promovió la intervención federal a la provincia, título que recayó en Antonio Cafiero hasta mediados de 1975. Martínez Baca fue detenido y torturado junto a militantes mendocinos. Murió de un aneurisma a escasos 7 meses de la llegada de la democracia.
Son demasiadas “coincidencias” (en cronología y en metodología) en provincias de extrema importancia estratégica (Buenos Aires, Mendoza, Salta, Córdoba) como para no sospechar que esto estaba pensado desde antes de que Perón regresara al país: gobiernos de la izquierda peronista volteados con la complicidad del peronismo de derechas… durante un gobierno peronista, incluyendo un gobernador desaparecido.
La guerra entre Patria Peronista y Patria Socialista se llevó puesta a una generación de dirigentes de primer nivel moral e intelectual, pero también a militantes del llano.
Patria Socialista versus Patria Peronista. No es lo mismo la tercera posición de Franco-Hitler-Mussolini que la tercera posición de Mao-Guevara-Tito. No es lo mismo Argentina Potencia que Argentina integrada al Tercer Mundo, lejos de toda potencia. No es lo mismo aspirar a ser “grande” que unir fuerzas con los pequeños por un mundo mejor. Perón había elegido exiliarse en la España de Franco, no en la Cuba de Fidel.
Veamos qué nos dice Héctor Rosendo Chaves de ese tiempo. Algo adelantamos la vez anterior. Héctor cuenta cómo la izquierda peronista fue creciendo pero que no tenía claro el por qué de las desviaciones foquistas de Montoneros. En su relato está muy clara la buena fe y la ingenuidad de grandes masas de población y de dirigentes que creían honestamente en la unidad y en el regreso de Perón como solución a la crisis del capitalismo en Argentina. De allí que Chaves se quiebra cuando califica de “infame” al discurso de Perón posterior a la masacre de Ezeiza, el cual reprodujimos y que anunció lo que vendría después.
“El asesinato de Rucci fue algo sorpresivo. Nosotros preguntamos por qué había ocurrido eso”. Por ello cuando se enteraron, quienes estaban con Chaves y él mismo, que Rucci había sido asesinado por Montoneros, “nos dijeron que hay cosas que se van a entender después. Así estamos, todavía no se ha podido entender”. A Chaves no se le va aún el estupor por ese error de los Montoneros.
La periodista repregunta y recuerda que Cámpora había renunciado antes de la muerte de Rucci, y desde ahí la derecha peronista empezaba a ganar espacios, y que eso había repercutido en Mendoza… “hubo relativamente poca repercusión en Mendoza. Las zonas calientes de la Argentina no incluían a Mendoza; sí lo eran La Plata, Rosario, Córdoba, Tucumán, Bahía Blanca. Mendoza era algo así como lo que es ahora” (año 2008).
“Pero estaba Martinez Baca”, dice la periodista. “A Martínez Baca no lo tienen que derrocar como a Bidegain o a Obregón Cano, o a Ragone; a Martínez Baca lo voltean con un golpe palaciego en la Legislatura, comprando votos”.
“¿Qué cambió en Mendoza luego de la caída de Martínez Baca?” insiste la entrevistadora, y Chaves responde: “Quedó Mendoza (Carlos), como Calabró en Buenos Aires; los dos eran de la UOM”. Luego ella vuelve a Rucci, porque quiere saber más en un tema que Chaves parece no querer recordar… “O sea que vos estabas en un acto de repudio al asesinato de Ruccí y allí te enteraste que los asesinos eran tus propios compañeros montoneros. ¿Cómo eran entonces las relaciones jerárquicas dentro de esa organización?” Pero en esto es más locuaz: “En Mendoza funcionaba la Regional Cuyo. Yo no participaba de las reuniones; después participé, pero no tengo presente cuánto tiempo después; en Mendoza existían Monteneros y FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias) y había diferencias notables, como pasa ahora con los pequeños grupúsculos de izquierda; FAR era más grande que Montoneros. Yo estaba en Montoneros. La unidad vino después. Luego lo de las regionales pasó a la historia, porque los acontecimientos se vinieron todos juntos, muy violentamente. El gobierno de Martínez Baca había sido vapuleado desde el vamos, desde la renuncia de Cámpora. Yo no era funcionario; me habían ofrecido ser ministro, pero cuando vi cómo venía la cosa, me di cuenta de que acá no había posibilidad de hacer nada; no quise aceptar ningún cargo; tenía serias dudas sobre el resultado que iba a tener el gobierno, no sólo por lo que pasó en Ezeiza. Nosotros no ganamos en primera vuelta sino en segunda: el propio horizonte interno estaba allí y empezaron los problemas; a mi me desencantaron las rivalidades y las discusiones burocráticas; y los criterios de Don Alberto eran los de todo peronista: tratar de agradar a todos, que era una forma de no agradar a ninguno; yo conservé mi amistad con él, porque no fui parte del rosquismo”.
Caído Martínez Baca, su sostén político, entonces es momento de hablar cómo continuaba la militancia: “Yo seguí como si nada. Yo no he dejado nunca de estar en los gremios, hasta que vino la intervención; tuvieron que intervenir la CGT de General Alvear; había dos concejales que eran dirigentes de esa CGT. Éramos muy representativos y entonces vino Cassia y la intervino; fuimos desalojados sin violencia, seguimos la militancia social y dejamos la actividad en el partido, que pasó a ser de la derecha peronista. La destitución de Martínez Baca fue por un juicio político que fue un escándalo nacional; la solidez de la disputa política e ideológica es como ahora la de las señoras paquetas que piden que se vaya Cristina”.
(Antonio Cassia, es bueno saberlo porque en este presente ese apellido sigue vigente, fanático defensor de la propiedad privada y crítico del kirchnerismo. Cassia había ingresado a YPF en 1960 y desde allí su carrera gremial como petrolero no se detendría. En 1971 había sido elegido delegado gremial en el SUPeH Mendoza. En 1973 fue electo Secretario General del mismo gremio. Y tal como nos informa Chaves, fue el interventor de la CGT díscola de General Alvear. Durante el menemismo fue una pieza clave en el andamiaje privatizador. Ese apellido viene asociado a recientes candidaturas donde la única consigna es “más seguridad”, y sabemos lo que eso significa, ¿no?. Seguridad para los patrones e inseguridad para los laburantes).
La periodista insiste en hurgar en las relaciones entre Perón y los Montoneros, un tema para nada menor; casi diríamos que lo central del extenso reportaje. Pero confieso que, por la fecha, me resulta difícil poder escribir sobre el tema, sobre todo recordando la imagen de Mario Firmenich caminando junto al comisario Villar, su archienemigo, a despedir al líder muerto aquel 1º de julio de 1974. Como bien le dijeron a Chaves aquella vez, “hay cosas que se entienden con el tiempo”, y aún no es mi tiempo ni el de muchos otros argentinos.
Columnista invitado
Carlos Benedetto
Museólogo, docente jubilado y presidente de la Federación Argentina de Espeleología. Escritor y periodista. Miembro de la Comisión de Ambiente del Instituto Patria. Director del quincenario Sin Pelos en la Lengua. Agrupación Luis Barahona, Biblioteca de la Memoria Jaime De Nevares, Malargüe.