Piazzolla quería un instrumentista que improvisara y en el tango no los había. Vibrafonista tampoco había, por eso pensó en la guitarra, averiguó y me vino a escuchar a mi al Bop Club.
La primera presentación fue en la Facultad de Derecho a fines de 1957. El grupo grabó con dificultades dos álbumes: uno de duración media, con seis canciones editado por el sello Allegro en 1956 y llamado Tango progresivo, y otro de larga duración editado por Disc Jockey en 1957 que se tituló Tango Moderno. Ambos materiales tienen muy pocas composiciones originales de Piazzolla, pero en el segundo de los dos álbumes aparece un nuevo arreglo de «Marrón y azul». En Tango progresivo había una sola pieza de Piazzolla, «Lo que vendrá», que hasta ese momento solo había sido grabada en 1954, con arreglos debussyanos explícitos en el tema inicial (arreglos que desaparecerían en versiones posteriores).103 La grabación original data de julio de 1954, un mes antes del viaje a París, y así a su vuelta de Europa volvió sobre el mismo tema. También grabó el tema con el mismo formato que había usado en París, cuerdas, piano y bandoneón concertante, que repetiría el año siguiente en Montevideo. El compositor realizó además, otros arreglos, para orquestas como la de Aníbal Troilo, que lo grabó en 1957 para el sello Odeón. Un rasgo saliente, por otra parte, es el motivo francés que, en la versión para octeto, abre la pieza con tres entradas sucesivas, a cargo de Francini, Baralis y Bragato, separadas entre sí por acordes de todo el grupo. En la grabación con orquesta de cuerdas, piano y bandoneón ese motivo es apenas una introducción somera, después de la cual entra, inmediatamente el tema «rítmico». La versión escrita para Troilo es la que más diferencias ofrece. Allí el tema lírico, tanguero que en el arreglo del Octeto era apenas el pretexto armónico para las improvisaciones de la guitarra eléctrica, ocupa el primer y no el segundo lugar, y el motivo francés aparece fugazmente como su conclusión, funcionando como puente hacia el tema rítmico. Allí, por otra parte, hay un contracanto claramente acentuado en cuatro tiempos, que disimula (o pone en un marco más digerible para el gran público) el ritmo aditivo de la voz principal.104
Se puede considerar que Piazzolla fue el primer teórico del tango, al introducir un sistema de lectura nuevo, más emparentado con su aprendizaje neoyorquino que con el propio género, desde el que selecciona algunos nombres –De Caro, Vardaro, Orlando Goñi, Maderna, Troilo, Salgán y Pugliese, en donde la música debe ser escuchada, y no bailada.105 Las notas introductorias escritas por Piazzolla, en su análisis tema por tema y como si hablara de la obra de otro o de un disco ya canonizado, imitan el estilo de los textos de programas de concierto y de los críticos de música clásica de esa época. Sobre «Haydee» anota en la contraportada del álbum.106
Compuesto en el año 1935 y llevado al disco por el Octeto de Buenos Aires en 1957. La primera parte (Romántica) comienza con acordes de cuartas yuxtapuestas (…) Después del vals a la manera de Ravel, vuelve el tema a la primera parte, finalizando el tango con un rallentando sobre el acorde Sol mayor – Re mayor (Sol-Re). el único propósito del Octeto Buenos Aires es renovar el tango popular, mantener su esencia, introducir nuevos ritmos, nuevas armonías, melodías, Timbre (acústica)timbres y formas … no pretendemos hacer música llamada «culta».
Su intención era hacer una música popular con todos los atributos de seriedad –notas de programa incluidas- de la música clásica, y en particular, con su misma funcionalidad predominante. Nunca pensó la música del Octeto para el baile. Esa oposición entre ambas funciones ya había sido planteada por el propio Piazzolla en relación con los arreglos para su orquesta de 1946, cuando hablaba de «tocar para que la gente escuchara» y de componer para ello piezas como «Villeguita» y «Se armó». Existió un cierto «endiosamiento» por parte del autor a la dificultad que se repetiría en las notas escritas para el disco del Octeto, como cuando describe el trabajo de los bandoneones y dice: «Casi siempre están realizando acordes de cuatro, cinco y hasta seis notas cada uno (“El Marne”). También variaciones sobre los temas en quintillos, seisillos y hasta sietesillos de fusas hoy en desuso por si dificultad técnica (Anone)». El otro bandoneonista del grupo, Federico, ha contado que fue precisamente esa dificultad la que hacia que los mejores músicos de tango quisieran tocar con Piazzolla, puesto que existía un cierto privilegio en pertenecer a esos grupos donde «se escribía difícil».108
Mientras Piazzolla dirigía el Octeto, trabajó con una orquesta de cuerdas en Radio El Mundo con la que consiguió parte del dinero que su grupo no le proveía. El músico cuenta que a principios de 1955 y a partir de las recomendaciones de Boulanger escribió una cantidad de tangos nuevos, que grabó junto a un piano y las cuerdas de la Ópera de París. El proyecto, propiciado por Yves Baquet, un ejecutivo de Editions Universelles al que Piazzolla fue a ver con una recomendación de Eduardo Parula —el representante de aquella firma en Buenos Aires— se plasmó en un serie de discos sencillos, de 45 y 33 RPM para los sellos Festival, Vogue y Barclay, que incluyeron un total de dieciséis temas. Luego en Buenos Aires publicó algunas grabaciones para los sellos TK, Odeón, y en Montevideo para Antar/Telefunken con temas propios (además de «Lo que vendrá», una nueva versión de «Marrón y azul») y arreglos de temas ajenos («Vanguardista» de Bragato, y «Negracha», de Pugliese, entre otros). La culminación de ese periodo son dos discos, ambos repitiendo el formato francés (cuerdas, piano y bandoneón). Uno, de duración media (era un disco de 10 pulgadas), se editó en Montevideo, según algunas fuentes se grabó en esa ciudad con las cuerdas de la Sinfónica del Sodre (Servicio Oficial de Radiodifusión del Estado uruguayo) y se tituló Lo que vendrá. Allí además de la misma orquestación de esa pieza que Piazzolla había grabado en Buenos Aires un año antes, aparecía, junto a otros tangos («Miedo», de Vardaro, Aroma y García, Jiminez, «Sensiblero», «Noche de amor», de Franco y Rubinstein, «La cachila» de Arolas, y cantados por Jorge Sobral, «La tarde del adiós», de López y Lambertucci y «Yo soy el negro» de Piazzolla y Gorostiza), la primera grabación de «Tres minutos con la realidad». El otro disco fue registrado en Buenos Aires con el nombre de Tango en HI-Fi y allí también se incluye. La rítmica es la misma de las grabaciones francesas, aunque la grabación montevideana incluye percusión, en particular un xilofón en «Tres minutos con la realidad» que acentúa aun la similitud entre el puente hacia el tema lítico con el Bartok de la Música para percusión, cuerdas y celesta.109
El bandoneonista hablaba en ese texto, también, aunque con cierto tono de queja, de lo que sin embargo, es una de las mejores virtudes de ese grupo y de los que lo sucedieron: la necesidad de contención. «Realizar el difícil equilibrio sonoro del Octeto llevó dos años y aún queda mucho por descubrir —explicaba—. En cada arreglo se aprende más sobre esta formación orquestal. Tengamos en cuenta que existe un desequilibrio tremendo por falta de cuerdas, ya que para dos bandoneones, piano, guitarra y bajo, se necesitarían por lo menos seis violines, viola y cello, pero ajustándome a los dos violines y cello, es necesario escribirle a estos en tesituras no acostumbradas». Lo que surge, no obstante, es una verdadera lección acerca de ese oficio aprendido más en la práctica y con la audición que con los maestros de la academia que, por más que Piazzolla declara lo contrario, es una de sus marcas:110
Por ejemplo, cuando incluyo efectos rítmicos y quiero lograr fuertes sonoridades, empleo los dos violines casi siempre en la tesitura grave y el cello, la mayoría de las veces, dentro de la misma tesitura que los violines, sobre todo en los unísonos («Neotango», «El Marne» y «Arrabal»). Para efectos suaves y melódicos empleo las tesituras normales («Anone»). Las dobles cuerdas son utilizadas para mayor sonoridad armónica (dos violines, cello y bajo en la segunda parte de «Marrón y azul»). También el contrapunto entre las cuerdas, da mayor belleza a los temas originales (Arrabal solo de violín). Para los efectos de percusión también intervienen las cuerdas: el primer violín imita el tambor, el segundo la lija, el cello la caja y el bajo golpeado con la palma de la mano detrás del instrumento logra el efecto del bombo (Marrón y azul).111
En «Lo que vendrá» independientemente de las notables diferencias que habría entre la versión del Octeto y las posteriores, aparecen enunciados muchos de los rasgos estilísticos que serían centrales en la producción futura de Piazzolla –ese tema incisivo, de acentuaciones asimétricas, fuertemente rítmico, que se convertiría casi en un sello de fábrica: el papel otorgado a los solistas. Un rasgo saliente, por otra parte, es el motivo francés que, en la versión para octeto, abre la pieza con tres entradas sucesivas, a cargo de Francini, Baralis y Bragato, separadas entre sí por acordes de todo el grupo. En la grabación con orquesta de cuerdas, piano y bandoneón ese motivo es apenas una introducción somera, después de la cual entra, inmediatamente el tema «rítmico». La versión escrita para Troilo es la que más diferencias ofrece. Allí el tema lírico tanguero —que en el arreglo del Octeto era apenas el pretexto armónico para las improvisaciones de la guitarra eléctrica—, ocupa el primer y no el segundo lugar, y el motivo francés aparece fugazmente como su conclusión, funcionando como puente hacia el tema rítmico. Allí, por otra parte, hay un contracanto claramente acentuado en cuatro tiempos, que disimula (o pone en un marco más digerible para el gran público) el ritmo aditivo de la voz principal.112
Bandoneón
[embedyt] https://www.youtube.com/watch?v=kfsnmfJvv4k[/embedyt]
Otoño porteño
[embedyt] https://www.youtube.com/watch?v=_WIaHQwlfsw[/embedyt]
Mumuki
[embedyt] https://www.youtube.com/watch?v=3PR1Jg6mu_g[/embedyt]


