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naturales regionales como en crisis sociales o incluso financieras, dado que los problemas del
mundo no pueden analizarse ni explicarse de forma aislada. Hay regiones que ya están
especialmente en riesgo y, más allá de cualquier predicción catastrófica, lo cierto es que el actual
sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista, porque hemos dejado de pensar
en los fines de la acción humana: «Si la mirada recorre las regiones de nuestro planeta,
enseguida nos damos cuenta de que la humanidad ha defraudado las expectativas divinas»[35].
CAPÍTULO SEGUNDO
EL EVANGELIO DE LA CREACIÓN
62. ¿Por qué incluir en este documento, dirigido a todas las personas de buena voluntad, un
capítulo referido a convicciones creyentes? No ignoro que, en el campo de la política y del
pensamiento, algunos rechazan con fuerza la idea de un Creador, o la consideran irrelevante,
hasta el punto de relegar al ámbito de lo irracional la riqueza que las religiones pueden ofrecer
para una ecología integral y para un desarrollo pleno de la humanidad. Otras veces se supone
que constituyen una subcultura que simplemente debe ser tolerada. Sin embargo, la ciencia y la
religión, que aportan diferentes aproximaciones a la realidad, pueden entrar en un diálogo intenso
y productivo para ambas.
I. La luz que ofrece la fe
63. Si tenemos en cuenta la complejidad de la crisis ecológica y sus múltiples causas,
deberíamos reconocer que las soluciones no pueden llegar desde un único modo de interpretar y
transformar la realidad. También es necesario acudir a las diversas riquezas culturales de los
pueblos, al arte y a la poesía, a la vida interior y a la espiritualidad. Si de verdad queremos
construir una ecología que nos permita sanar todo lo que hemos destruido, entonces ninguna
rama de las ciencias y ninguna forma de sabiduría puede ser dejada de lado, tampoco la religiosa
con su propio lenguaje. Además, la Iglesia Católica está abierta al diálogo con el pensamiento
filosófico, y eso le permite producir diversas síntesis entre la fe y la razón. En lo que respecta a
las cuestiones sociales, esto se puede constatar en el desarrollo de la doctrina social de la Iglesia,
que está llamada a enriquecerse cada vez más a partir de los nuevos desafíos.
64. Por otra parte, si bien esta encíclica se abre a un diálogo con todos, para buscar juntos
caminos de liberación, quiero mostrar desde el comienzo cómo las convicciones de la fe ofrecen a
los cristianos, y en parte también a otros creyentes, grandes motivaciones para el cuidado de la
naturaleza y de los hermanos y hermanas más frágiles. Si el solo hecho de ser humanos mueve a
las personas a cuidar el ambiente del cual forman parte, «los cristianos, en particular, descubren
que su cometido dentro de la creación, así como sus deberes con la naturaleza y el Creador,