Purismo y agua pura
Quienes llevamos adelante tareas periodísticas tratando de apegarnos a las más mínimas normas de producción de información, muchas veces sufrimos desencuentros inesperados. Esto ocurre porque los grandes postulados se enfrentan a las verdades parciales. Entonces uno debe propender a identificar correctamente los trazos gruesos englobantes, más que a detenerse en cómo le fue a cada quien en la feria.
El largo camino de defensa del agua pura en Mendoza requiere los más amplios consensos a favor del sostenimiento de la Ley 7722. Este es el último dique de contención que tenemos los ciudadanos, para frenar trasnacionales mineras. Vos y yo sabemos que estas empresas son poderosísimas. Vos y yo suponemos que algunos de los integrantes de los tres poderes, salvando escasas y dignas excepciones, se han dejado doblegar por intereses personales. De los medios hegemónicos- salvando escasas y dignas excepciones- mejor ni hablar, porque se les nota mucho quién les endulza el oído.
La tarea es tan desigual como titánica. Con más razón, creo que deberíamos recibir con los brazos abiertos a todas aquellas personas que postulen a favor del agua pura, más allá de cómo me fue a mí en la feria. O cómo le fue al otro. Pasar por el tamiz individual una lucha que debe ser colectiva, creo que le baja la intensidad que deberíamos propugnar. Si tal o cual hizo esto o aquello en su vida privada, si me maltrató de algún modo o tuvo para conmigo actitudes repudiables, me parece que no debo perder de vista que en este camino de la defensa de una Mendoza sustentable, estamos esa persona y yo. Todo lo demás, pasa a un segundo plano, a una anécdota.
Son abundantes y permanentes los datos que me llegan dando a entender que las asambleas por el agua pura habrían sido infectadas de servicios de inteligencia y empleados encubiertos de las megamineras, para desnaturalizar sus fines. Se llega incluso a decir que una de las más encumbradas figuras del ambientalismo de Mendoza especula con convertirse en alto funcionario universitario. A cambio de ello, debería bajar los decibeles de su militancia ambiental para alcanzar tan ansiado “logro” curricular que, sin ninguna duda, también sería una mejora económica que impactaría en su calidad de vida.
Pero yo prefiero destacarlos y agradecerles a los cientos de miles de mendocinos y mendocinas que, como una de las tantas tareas ciudadanas, conforman las Asambleas, -así con mayúsculas-. Allí se debate, se investiga, se denuncian problemáticas ambientales y desde siempre se busca informar desde una noble tarea militante. Fueron, desde siempre, grandes movilizadores de conciencias.
Se tejen mil historias afiebradas de hechos imposibles de corroborar y ni siquiera se aportan pruebas o datos fehacientes. Eso sí, el “enemigo de todos” que es ese poder corrompido que no trepida en su intento, sigue avanzando. Compra voluntades a diestra y siniestra. Todo esto en un contexto que indica que en nuestra Argentina la pobreza llegaría al 50 % de sus habitantes (nuestros hermanos, nosotros mismos) hacia fin de año. Con este dato restregan sus manos quienes sólo apuntan a hacer negocios, aunque para ello tengan que envenenar el agua de todos.
Imaginate cómo van a volver a la carga con la supuesta oferta laboral que vendría de la mano de los emprendimientos megamineros, que bien sabemos no son más que otros de los tantos engaños de que somos objeto. Si hay trabajo será para unos pocos cientos y por el breve período de saqueo de nuestras reservas naturales. Luego levantarán campamento y nos quedaremos peor que antes. Dejame que juegue discursivamente, pero ¿se podrán hacer crecer los ricos y vitales vinos mendocinos, con agua que no pueda beberse?
La condición humana -y por tanto los seres humanos- tenemos dobleces, valla novedad. Cometemos agachadas y otras formas no recomendables para relacionarnos entre nosotros. Algunas quedan expuestas y a la vista de todos. La mayoría está alojada en nuestros recuerdos privadísimos y, muchas veces, nos devuelven una mirada acerca de nosotros mismos que resulta poco estimulante. Hay un aserto bíblico que subraya esta afirmación y es por demás claro: “quien esté libre de culpa que arroje la primera piedra”.
Mientras no existan los puros, asimismo seguiremos postulando por el agua pura. Y son y serán bienvenidas todas aquellas tomas de posición a favor de la vida en Mendoza. Más allá que algunas de esas personas -y algunas de sus conductas- nos parezcan deleznables. Por delante tenemos un largo camino a recorrer. La tarea es de largo aliento, y debemos apuntar a convencer a todos los mendocinos de lo que hay detrás de las palabras bonitas y altisonantes de quienes quieren llevarse nuestros recursos, dejando aquí tan solo una propina… y el agua envenenada.
Marcelo Sapunar
16 de agosto de 2020