Es imposible separar una obra de su autor. Ha sido dicho de mil modos diferentes, pero siempre será así. Humanos somos, la perspectiva es de cada uno, singular e intransferible. Por tanto mejor es pensar en hacer lo contrario, como un divertimento, con un juego: buscar aquellos elementos que hacen patente esa relación.
La propia niñez del artista le ha servido de argamasa para modelar al pibe que la actuó perfectamente dirigido. Por tanto, de esta historia podés desagregar algunos de los tristes momentos que forjaron al realizador mendocino, en épocas en las que los “reformatorios” eran los espacios donde mal vivían los niños solos.
En el caso de esta excelente película, que se considera el debut cinematográfico de Favio como director, cuando terminés de verla coincidirás conmigo que con ella ingresó por la puerta grande a lo mejor de la historia del cine de todos los tiempos. Sin embargo ya había dirigido El señor Fernández, 1958 (inconcluso) y El amigo, 1960.
“Se incorporó al peronismo desde muy joven, impulsado por su propia experiencia positiva de los dos primeros gobiernos del presidente Juan Domingo Perón (1946-1952; 1952-1955), durante su niñez.
“Favio ha definido su pensamiento a partir de una concepción popular de la religiosidad católica y del culto a la Virgen María, sosteniendo que para él «Dios está al centro de todo; a la izquierda suelo llevar a la gente y a la derecha la estética».
“En 1972 fue invitado por Perón a acompañarlo en el avión que lo trajo de regreso a la Argentina, luego de 18 años de exilio. Favio compartió el vuelo con otros invitados pertenecientes a las diferentes líneas internas del peronismo y figuras públicas de diferentes ámbitos.
“El 20 de junio de 1973 fue designado por los organizadores para ser el conductor del acto que iba a realizarse en los bosques de Ezeiza, con motivo del retorno definitivo de Perón a la Argentina. En la ocasión se produjo un grave enfrentamiento armado entre sectores internos del peronismo, conocido como la Masacre de Ezeiza. Debido a su función, Favio ocupó un lugar central en el palco, en el cual cumplió un ambivalente y dramático papel pues varias veces usó el micrófono para lanzar las consignas y acusaciones que le indicaban los jefes de la banda del palco. En algún momento fue al Hotel de Ezeiza donde los parapoliciales tenían retenidas personas a quienes estaban torturando y, llorando, los amenazó con hablar y contar todo si no paraban con la masacre.
“Desde los altoparlantes, Favio pedía cordura, mientras portaba una pistola y se efectuaba una suelta de palomas «como un símbolo de paz» mientras simultáneamente caían francotiradores.
“Horacio Verbitsky transcribe los pedidos de Favio desde el palco pidiendo que las personas que estaban sobre los árboles descendieran y se pregunta si sabía que una parte de ellos era personal de la custodia. El actor alternaba mensajes de paz y pedidos de cantar el Himno Nacional con manifestaciones acerca de que los enemigos ya habían sido visualizados, sin referir quiénes eran y qué se proponían. Debió buscar refugio de los disparos tendiéndose en el piso del palco. Triste e histórico episodio de la historia argentina.
“En 1967 había formado pareja con María Vaner, notable actriz de ideas de izquierda, con la que tuvo dos hijos. Aunque en 1973 se separó, un año después María Vaner fue amenazada de muerte por la organización terrorista de derecha Alianza Anticomunista Argentina. Debido a este hecho Vaner tuvo que exiliarse con los hijos de ambos en España”.
“Crónica de un niño solo”, de Leonardo Favio.
Película argentina dramática de 1965 dirigida por Leonardo Favio, en su debut cinematográfico como realizador, y protagonizada por Diego Puente. Fue escrita por Favio y su hermano Zuhair Jury. El filme es considerado como la primera parte de una trilogía sin nombre de películas dirigidas por Favio, que continúa con Este es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más… (1966) y termina con El dependiente (1969). Fue estrenada el 5 de mayo de 1965. Crónica de un niño solo recibió el Cóndor de Plata como Mejor Película en 1966. En una encuesta de críticos, historiadores e investigadores del cine realizada en el 2000 por el Museo Nacional de Cine Argentino, una mayoría (75%) la consideraba como la mejor película de la historia del cine nacional.