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        síntomas sino también las causas más profundas. Así podremos proponer una ecología que,
        entre sus distintas dimensiones, incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus
        relaciones con la realidad que lo rodea. A la luz de esa reflexión quisiera avanzar en algunas

        líneas amplias de diálogo y de acción que involucren tanto a cada uno de nosotros como a la
        política internacional. Finalmente, puesto que estoy convencido de que todo cambio necesita

        motivaciones y un camino educativo, propondré algunas líneas de maduración humana inspiradas
        en el tesoro de la experiencia espiritual cristiana.


        16. Si bien cada capítulo posee su temática propia y una metodología específica, a su vez retoma

        desde una nueva óptica cuestiones importantes abordadas en los capítulos anteriores. Esto
        ocurre especialmente con algunos ejes que atraviesan toda la encíclica. Por ejemplo: la íntima
        relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está

        conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la
        invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada
        criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave

        responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un
        nuevo estilo de vida. Estos temas no se cierran ni abandonan, sino que son constantemente

        replanteados y enriquecidos.


                                                 CAPÍTULO PRIMERO


                                  LO QUE LE ESTÁ PASANDO A NUESTRA CASA



        17. Las reflexiones teológicas o filosóficas sobre la situación de la humanidad y del mundo
        pueden sonar a mensaje repetido y abstracto si no se presentan nuevamente a partir de una

        confrontación con el contexto actual, en lo que tiene de inédito para la historia de la humanidad.
        Por eso, antes de reconocer cómo la fe aporta nuevas motivaciones y exigencias frente al mundo
        del cual formamos parte, propongo detenernos brevemente a considerar lo que le está pasando a

        nuestra casa común.


        18. A la continua aceleración de los cambios de la humanidad y del planeta se une hoy la

        intensificación de ritmos de vida y de trabajo, en eso que algunos llaman «rapidación». Si bien el
        cambio es parte de la dinámica de los sistemas complejos, la velocidad que las acciones
        humanas le imponen hoy contrasta con la natural lentitud de la evolución biológica. A esto se

        suma el problema de que los objetivos de ese cambio veloz y constante no necesariamente se
        orientan al bien común y a un desarrollo humano, sostenible e integral. El cambio es algo
        deseable, pero se vuelve preocupante cuando se convierte en deterioro del mundo y de la calidad

        de vida de gran parte de la humanidad.


        19. Después de un tiempo de confianza irracional en el progreso y en la capacidad humana, una

        parte de la sociedad está entrando en una etapa de mayor conciencia. Se advierte una creciente
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