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31. Una mayor escasez de agua provocará el aumento del costo de los alimentos y de distintos
productos que dependen de su uso. Algunos estudios han alertado sobre la posibilidad de sufrir
una escasez aguda de agua dentro de pocas décadas si no se actúa con urgencia. Los impactos
ambientales podrían afectar a miles de millones de personas, pero es previsible que el control del
agua por parte de grandes empresas mundiales se convierta en una de las principales fuentes de
conflictos de este siglo[23].
III. Pérdida de biodiversidad
32. Los recursos de la tierra también están siendo depredados a causa de formas inmediatistas
de entender la economía y la actividad comercial y productiva. La pérdida de selvas y bosques
implica al mismo tiempo la pérdida de especies que podrían significar en el futuro recursos
sumamente importantes, no sólo para la alimentación, sino también para la curación de
enfermedades y para múltiples servicios. Las diversas especies contienen genes que pueden ser
recursos claves para resolver en el futuro alguna necesidad humana o para regular algún
problema ambiental.
33. Pero no basta pensar en las distintas especies sólo como eventuales « recursos »
explotables, olvidando que tienen un valor en sí mismas. Cada año desaparecen miles de
especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver,
perdidas para siempre. La inmensa mayoría se extinguen por razones que tienen que ver con
alguna acción humana. Por nuestra causa, miles de especies ya no darán gloria a Dios con su
existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje. No tenemos derecho.
34. Posiblemente nos inquieta saber de la extinción de un mamífero o de un ave, por su mayor
visibilidad. Pero para el buen funcionamiento de los ecosistemas también son necesarios los
hongos, las algas, los gusanos, los insectos, los reptiles y la innumerable variedad de
microorganismos. Algunas especies poco numerosas, que suelen pasar desapercibidas, juegan
un rol crítico fundamental para estabilizar el equilibrio de un lugar. Es verdad que el ser humano
debe intervenir cuando un geosistema entra en estado crítico, pero hoy el nivel de intervención
humana en una realidad tan compleja como la naturaleza es tal, que los constantes desastres que
el ser humano ocasiona provocan una nueva intervención suya, de tal modo que la actividad
humana se hace omnipresente, con todos los riesgos que esto implica. Suele crearse un círculo
vicioso donde la intervención del ser humano para resolver una dificultad muchas veces agrava
más la situación. Por ejemplo, muchos pájaros e insectos que desaparecen a causa de los
agrotóxicos creados por la tecnología son útiles a la misma agricultura, y su desaparición deberá
ser sustituida con otra intervención tecnológica, que posiblemente traerá nuevos efectos nocivos.
Son loables y a veces admirables los esfuerzos de científicos y técnicos que tratan de aportar
soluciones a los problemas creados por el ser humano. Pero mirando el mundo advertimos que
este nivel de intervención humana, frecuentemente al servicio de las finanzas y del consumismo,
hace que la tierra en que vivimos en realidad se vuelva menos rica y bella, cada vez más limitada