Todos somos Lucila Trujillo
En una entrevista televisada por C5N la joven periodista Lucila Trujillo fue groseramente violentada por el fiscal de Cutral-Có, Santiago Terán. La entrevista -que podés ver completa, al final de mi columna- versaba sobre las opiniones que había vertido el funcionario del Ministerio Público con relación a los casos de femicidios por violencia de género. El fiscal había opinado públicamente que las mujeres deberían estar armadas para darle un tiro en la cabeza al potencial violento.
Para empezar quisiéramos desalentar el manejo de armas por parte de cualquier persona y solicitarle a la población que de ninguna forma le dé crédito a los consejos de Santiago Terán. Por varias razones. En primer lugar el fiscal idiota que aconsejó a las mujeres usar armas para protegerse de los violentos ya pidió licencia psiquiátrica, es decir, no estaría bien de la cabeza. En segundo lugar, las estadísticas indican que las armas matan más inocentes que culpables. Si contáramos los fallecidos por disparos de armas de fuego veríamos que los accidentes terminaron lesionando o quitándole la vida al propio usuario o a terceros ajenos al pleito, más que a los supuestos victimarios. Si lo dijéramos con manzanitas sería así: morirán o resultarán heridas más personas inocentes por el uso accidental de armas de fuego, que agresores.
A eso debemos sumarle el hecho de que muchos violentos pueden terminar matando cuando probablemente no tuvieran previsto hacerlo. Como ejemplo podemos brindar el lamentable y conocido episodio del abogado mendocino Adolfo Moreno que fue asesinado en su casa por delincuentes, pero éstos gatillaron cuando el abogado sacó su propia arma para dispararle a ellos.
El problema no se resuelve con preparación. Varias mujeres policías portadoras de armas han sido asesinadas por sus parejas policías. El propio abogado Moreno era un usuario con experiencia. Esto da la pauta de la inutilidad de la propuesta del fiscal y de la inutilidad del fiscal.
En definitiva, puede que algunos violentos mueran. Pero antes de que eso suceda, deberemos lamentar primero la muerte de varias mujeres por el uso accidental de las armas.
Para cerrar esta parte diremos que la violencia de género es parte y expresión de una cultura de la violencia generalizada y que no se va a resolver hasta que no se cambien los contenidos en los medios de comunicación. Consumimos esencialmente cine yanqui donde no hay otra forma de resolución de conflictos que la muerte del malo. La televisión basura incita al odio y el resentimiento. Leuco, Morales Solá, Mirtha, Majul, Lanata, Echecopar, y en nuestro medio, personajes como Andrés Gabrielli y compañía, son profetas del individualismo, la meritocracia, el odio, todo lo cual, estimula la violencia generalizada. Más aún, propician la resolución violenta de los conflictos.
Además, la mayoría de los juegos de celulares y computadoras siguen dando puntos a los que matan mujeres, negros y ancianos. Sin una política de Estado que advierta y eduque a padres y docentes sobre los efectos de esos “juegos” en la cabeza de los niños y adolescentes, y que incluso contemple, la prohibición de los mismos, no será posible contrarrestar sus efectos perniciosos con las actuales políticas de inclusión, perspectiva de género, respeto a la diversidad, etc.
En fin, el tema era de interés público y en ese marco, la periodista Lucila Trujillo entrevistó al necio fiscal que, ante la imposibilidad de brindar fundamentos serios que legitimen su postura a favor del uso de armas, tuvo que recurrir a la bajeza de maltratar a los gritos a la avezada periodista que con gran profesionalismo y valentía dejó en ridículo al funcionario.
Con dignidad, sin prepotencia y muy lejos de contar con la impunidad y la cobertura que brindan los multimedios, o alguna mesa judicial, enfrentó desde el llano al patotero fiscal que la gritaba desquiciado y no le permitía hablar.
Hasta el momento de la redacción de estas líneas, hay un silencio que hace mucho ruido. El silencio cómplice de los miembros del Ministerio Público y el Poder Judicial. Parece que no quieren opinar sobre sus pares, aunque sean patoteros, violentos y maltratadores. Me suena a que han cerrado filas corporativamente. Nada impide opinar a un magistrado sobre la conducta de otros. Tampoco se escuchan las “doctrinarias machirulas” y los “doctrinarios machirulos” que han gastado ríos de tinta escribiendo sobre violencia de género y frente al caso concreto no dicen una letra. Evidentemente escriben nada más que para vender.
De mi parte, manifiesto mi más sincera solidaridad para la periodista Lucila Trujillo y el más enérgico de los repudios al cobarde fiscal de Cutral-Co Santiago Terán.
Osvaldo Vega
MAT. Provincial 10.620
MAT. Fral. Tº 132, Fº 438