Cuarteto Zupay
Un desafío para la música popular argentina
Primera entrega
Con el reverdecer democrático, “Los ” Zupay vinieron a cantar a Mendoza en varias oportunidades. El Cine Teatro City estaba dentro de la Galería Tonsa, aún se conserva allí la sala. En ese lugar y creo que con Markama como teloneros, pude disfrutar de su selección temática y de la calidad de sus bellísimas interpretaciones, sin igual.
Sospecho que busqué la primera fila -siempre lo hago- o terminé cerca del escenario por esa euforia que despertaban en mí, esos grandes artistas que nos convidaban sus inigualables versiones de las canciones de María Elena Walsh. La obra de esta cantautora fue uno de sus caballitos de batalla, por su calidad y originalidad.
Es imposible no hacer estas introducciones al relato de la historia de uno de los mayores grupos vocales de la historia argentina, sin deshacerse en elogios. Adjetivar va de la mano de la necesidad de rendirles un homenaje que comienzo hoy. Espero que para vos sea igual de grato disfrutar su obra, para siempre en nuestro recuerdo.
“El Cuarteto Zupay, o simplemente los Zupay, es un grupo de música popular argentina creado en Buenos Aires en 1966, que se mantuvo activo hasta 1991. Los miembros fundadores fueron los hermanos Pedro Pablo García Caffi (barítono) y Juan José García Caffi (primer tenor), Eduardo Vittar Smith (bajo) y Aníbal López Monteiro (segundo tenor).
“Con el paso de los años la composición del grupo fue cambiando, con excepción de Pedro Pablo García Caffi, titular del nombre del grupo, que permaneció hasta su disolución. Otros miembros fueron Eduardo Cogorno (tenor), Rubén Verna (tenor), Horacio Aragona (tenor), Gabriel Bobrow (tenor), Javier Zentner (bajo) y Marcelo Díaz (tenor). Desde 1981 hasta la disolución del cuarteto en 1991, la formación fue Pedro Pablo García Caffi, Eduardo Vittar Smith, Rubén Verna y Gabriel Bobrow.
“Con un estilo apoyado en el trabajo vocal, el Cuarteto Zupay buscó desde un principio superar la fractura entre folklore y tango, así como desarrollar sonoridades y temáticas nuevas capaces de atraer a los jóvenes hacia un estilo que denominaron música popular argentina (MPA). Entre los temas incorporados a su repertorio se destacan la Marcha de San Lorenzo, Zamba del nuevo día, Chiquilín de Bachín, Si Buenos Aires no fuera así, Jacinto Chiclana, Canción de cuna para un gobernante, Oración a la Justicia, Como la cigarra, Te quiero, Ojalá, etc. Su autor preferido fue María Elena Walsh, cuyas canciones integraron casi todos los álbumes que editaron y tres de ellos en exclusividad.
“Antecedentes
“En Argentina, la música de raíz folklórica venía creciendo en difusión desde los años treinta, de la mano de un proceso de industrialización que indujo una migración interna masiva del campo a la ciudad y del interior (las provincias) a Buenos Aires. Ese resurgimiento de la música folklórica estalló en los años cincuenta en lo que se llamó el «boom del folklore».
“En los años sesenta se amplificaría el boom del folklore con el lanzamiento de los grandes festivales de música folklórica como el Festival de Cosquín (1961) y el Festival de Jesús María (1966), pero sobre todo con la aparición y difusión masiva de formas musicales renovadoras, en un proceso de alcance continental que adoptó denominaciones como los de «nueva canción latinoamericana» y música popular argentina (MPA).1
“El surgimiento del Cuarteto Zupay es parte de una tendencia a crear grupos vocales que caracterizó a la música folklórica de Argentina en los años sesenta y setenta. Entre los precursores del movimiento se destacan Los Huanca Hua, aparecido en 1960 e inspirado en las ideas renovadoras del Chango Farías Gómez, aunque el «folklore coral» ya tenía antecedentes como la experiencia precursora del Cuarteto Gómez Carrillo en los años cuarenta, así como el conjunto Llajta Sumac, Los Andariegos, el Cuarteto Contemporáneo, el Conjunto Universitario “Achalay” de La Plata, y Los Trovadores del Norte, ya en los años cincuenta. Pero sería el éxito alcanzado por Los Huanca Hua lo que impulsaría la formación de grupos vocales en Argentina.
“Hasta ese momento la mayoría de los conjuntos trabajaba a dos voces, excepcionalmente a tres voces. Los grupos vocales ―íntimamente relacionados con un proceso de desarrollo de los coros menos visible pero de gran alcance―, comenzaron a introducir cuartas, quintas y sextas voces, contrapuntos, contracantos y en general a explorar las herramientas musicales de la polifonía y de antiguas formas musicales diseñadas para el canto, como el madrigal, la cantata, el motete, entre otras.
“Siguiendo las posibilidades innovadoras para la música folklórica y popular que abrían los arreglos vocales, se crearon entonces varios grupos vocales ―entre ellos el Cuarteto Zupay―, como el Grupo Vocal Argentino, Los Trovadores, Opus Cuatro, Buenos Aires 8, el Quinteto Tiempo, Markama, Contracanto, Cantoral, Anacrusa, Santaires, De los Pueblos, Intimayu, etc. La influencia se extendió a otros países de la región, como fue el destacado caso del grupo chileno Quilapayún.
“Los inicios
“El Cuarteto Zupay se formó en Buenos Aires en 1966 y debutó en mayo de 1967, a iniciativa de los hermanos Pedro Pablo García Caffi (barítono) y Juan José García Caffi (primer tenor), a quienes se sumaron Eduardo Vittar Smith (bajo) y Aníbal López Monteiro (segundo tenor).
“En los dos primeros álbumes el grupo utilizó la denominación Cuarteto Vocal Zupay, llamándose a partir del tercero simplemente Cuarteto Zupay. La palabra “Zupay” o “Supay” es un término quechua que corresponde a un dios-demonio de origen indígena, protagonista de gran cantidad de leyendas y danzas ancestrales en la región noroeste del país, ligada histórica y culturalmente a la civilización andina. El Zupay es una figura ambivalente, definida por el sincretismo, que ha sido asimilada al Diablo de la cultura cristiana, pero que también es adorado como señor de las profundidades o Salamanca. A diferencia de lo que sucede con el Diablo cristiano, “el indígena no repudiaba al Supay sino que temiéndole, lo invocaba y rendía culto para evitar que le hiciera daño”.
“Jugando con el nombre, el grupo titularía años después a su décimo álbum como La armonía del Diablo. Por otra parte, el séptimo álbum adoptó para la portada una imagen simbólica, utilizada en adelante como isotipo del grupo, que consiste en un triángulo negro invertido, con un rostro diabólico sonriente en el centro, pintado en rojo, que se corresponde con la descripción folklórica del Zupay. Finalmente, en la portada de la antología 20 grandes éxitos lanzada en 2007, se incluyó una significativa foto del cuarteto rodeando una máscara del Zupay, de las que se utilizan en las diabladas del carnaval de Oruro en el altiplano andino.
“Juan José García Caffi, músico de formación clásica y arreglador en esa primera etapa, le imprimió al grupo el estilo de un conjunto música de cámara, inspirándose en el madrigal renacentista, en tanto que Pedro Pablo García Caffi impuso una estricta disciplina de ensayos, que le ganó el mote de García Gadaffi, pero que también estableció desde un principio un criterio de excelencia y profesionalismo, inhabitual por entonces”.
(continuará)
Milonga del muerto
Vidala del nombrador, con Jaime Dávalos
Réquiem de madre
Mi pueblo chico
Serenata para la tierra de uno
(Texto encomillado, tomado de la red de redes)