Cuarteto Zupay
Un desafío para la música popular argentina
Segunda entrega
Casi como si se tratara de la acertada probidad de la joyería suiza, de la que tanto hablan, este grupo vocal hacía gala de interpretaciones que, sin perder los meandros de los sentires y el despliegue de las emociones, lograba versiones brillantes. Con raíz en lo folclórico, a poco de andar hicieron sus arreglos para tangos y rock nacional.
Tomar el repertorio de María Elena Walsh fue acertado. En un punto porque fueron contemporáneos de la enooorme cantautora, pero también por la frescura de sus poemas y esa suerte de tarea de cronista de época, que convirtió a Zupay en un grupo decidor, que señalaba, que denunciaba, mientras le cantaba a su pueblo.
Golpes de Estado y salidas electorales, fraguaron en este conjunto un actor fundamental en el derrotero de significantes de una Argentina que se buscaba, más allá de las persecusiones y la muerte, en espera de un nuevo tiempo de libertad y derechos humanos. Ellos estaban allí, relatando esa experiencia de la que formaban parte.
(viene de la edición anterior)
“Folklore sin mirar atrás (1967-1969)
“El Cuarteto Zupay debutó en mayo de 1967 presentándose en La Botica del Ángel de Eduardo Bergara Leumann. Situada en Lima 670 era uno de los reductos de Buenos Aires en los que se promovía a los artistas vinculados con lo que entonces se llamaba la nueva canción argentina, que buscaba salir de los esquemas tradicionales de la dualidad tango-folklore, con cantautores inclasificables como Nacha Guevara y María Elena Walsh; esta última habría de ser la autora de mayor presencia en el repertorio histórico del cuarteto. Ese mismo año debutó también Les Luthiers, con una propuesta de humor musical sin parangón, y aparecieron Los Gatos con La Balsa, dando origen a un género que adoptó el nombre de “rock nacional”.
“Argentina estaba en ese momento gobernada por una dictadura militar liderada por Juan Carlos Onganía que poco menos de un año antes había derrocado el presidente radical Arturo Illia. A poco de debutar lanzaron un disco simple con el que llamaron la atención, realizando una audaz versión de la Marcha de San Lorenzo a capella (pocos años después, el régimen militar prohibiría otra versión, de rock psicodélico y muy humorística e informal, hecha por la banda Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll).
“En diciembre de 1967 el grupo lanzó su primer álbum con el expresivo título de Folklore sin mirar atrás, título que volvió a llevar su segundo álbum lanzado al año siguiente. Ambos álbumes, sus títulos, los textos de contratapa escritos por Miguel Smirnoff y el cancionero que los integra, constituyen un verdadero manifiesto cultural sobre lo que ellos denominaban música popular argentina (MPA), que señalaría desde un inicio una definida línea artística-ideológica que, sin abandonar las raíces indígenas, africanas e hispano-coloniales presentes en el folklore, tuviera como prioridad la libertad creativa y el desarrollo de nuevas formas musicales y contenidos poéticos. En la contratapa del segundo álbum Miguel Smirnoff, por entonces productor del ciclo Canciones para argentinos jóvenes en el Teatro Payró, realiza algunas notables precisiones sobre la música de los Zupay:
“”Evitemos, al hablar de este disco, el término “folklore”, aunque figure en el título del disco, convenientemente condimentado. Se trata aquí de música nuestra, argentina y actual; tampoco es “la música actual”, ya que los Zupay siguen evolucionando permanentemente y, aún dentro de este álbum, es fácil notar dos o tres etapas distintas del proceso que los está llevando a la creación de “eso” que, tal vez, sea expresión fiel de nuestro país en el mundo: la Música Popular Argentina, así, con mayúsculas, integrando los elementos del tango y el folklore a una base rítmica y melódica de valor universal y fácil comprensión en cualquier parte”.
“Folklore sin mirar atrás Vol 1 incluye las dos canciones del primer simple, Marcha de San Lorenzo y Añoranzas, y otras entre las que se destacan Antonino, tradicional español, Zamba del nuevo día, de Armando Tejada Gómez y Oscar Cardozo Ocampo, que se convertiría en un clásico del grupo, y Chacarera de la copla perdida de Lupe García Caffi y Juan José García Caffi. El disco también cuenta con una interpretación de Camino del indio de Atahualpa Yupanqui que motivó un ácido comentario del autor: «Los Zupay, los que me asfaltaron el camino del indio».
“En el segundo semestre de 1968 el grupo sacó su segundo álbum, Folklore sin mirar atrás Vol. 2. El disco es similar en su estructura temática al primero, pero es mucho más complejo y audaz, tanto en los arreglos vocales, como en la inclusión de disonancias, la participación en cuatro temas del conjunto instrumental de Oscar López Ruíz, y sobre todo con el uso de batería y guitarra eléctrica, una innovación radical para el folklore. Un paso similar había dado tres años antes el cantante folk estadounidense Bob Dylan, sufriendo un abucheo escandaloso en el Festival Folk de Newport.
“Temáticamente el álbum contiene temas de estilo más variado, entre ellos Los castillos, de María Elena Walsh, que se convertiría en la autora favorita del grupo; Mi pueblo chico de Pérez Pruneda y Adela Cristhensen, también lanzado como simple, otro de sus éxitos; Por un viejo muerto, del trovador Damián Sánchez y Bernardo Palombo, tema de contenido social sobre un anciano sin hogar muerto de frío en la calle; y el conocido tango Milonga triste de Sebastián Piana y Homero Manzi.
“Cambios y más cambios (1969-1975)
“En 1969 abandonó el grupo el primer tenor Juan José García Caffi, quien se encargaba de los arreglos vocales, para dedicarse plenamente a su vocación de compositor y director de orquesta sinfónica, en la que sobresaldría, radicándose desde 1975 en España. Sería reemplazado por el, entonces tenor, Eduardo Cogorno, quien se desempeñaba en el Coro Universitario de Arquitectura, aunque J. J. García Caffi volvería a encargarse de los arreglos vocales e instrumentales en los álbumes de 1972, 1973 y 1977. El grupo quedó entonces integrado con dos tenores (L. Monteiro y Cogorno), un barítono (P. P. García Caffi) y un bajo (Vittar Smith).
“Ese mismo año los Zupay comenzaron a realizar también espectáculos multimedia, combinando la música con imágenes proyectadas (inicialmente diapositivas y luego también películas), y textos dramáticos o poéticos. El primero fue Juglares, con arreglos vocales de Mónica Cosachov ―pianista y fundadora de la Camerata Bariloche― y fotografías de Juan Carlos Castagnola, acompañado por el tercer álbum del grupo, lanzado en 1970 con el mismo título. Juglares muestra una evolución notable y marcó la consolidación del estilo propio del cuarteto en el que las fronteras entre el folklore y tango aparecen desdibujadas dentro de un marco más amplio en el que predominan la libertad de formas y un sonido nuevo. Juglares se integró con temas que se volverían fundamentales en el repertorio de los Zupay, como Si Buenos Aires no fuera así de Eladia Blázquez, Chiquilín de Bachín de Horacio Ferrer y Astor Piazzolla, Jacinto Chiclana ―un poema de Jorge Luis Borges musicalizado por Astor Piazzolla―, El violín de Becho del uruguayo Alfredo Zitarrosa, Romance del enamorado y la muerte, un anónimo español del siglo xv, y dos canciones de protesta ―género que adoptaría un gran desarrollo en toda América Latina en esa época―, Margarita and the tigres, una “chacarera’s” humorística de Mónica Cosachov contra la junta militar gobernante, y Canción de cuna para gobernante, de María Elena Walsh, contra las dictaduras militares latinoamericanas, que se volvió un clásico. En el disco participan músicos de gran prestigio, como Mónica Cosachov, interpretando piano y clavecín, Cacho Tirao en guitarra, Pedro Pablo Cocchiararo en fagot y Antonio Yepes en la percusión.
“La prensa de la época destacó la convocatoria juvenil y estudiantil que tuvo el álbum, como sucedió con un recital multitudinario en el Club Atenas de Córdoba, transmitido por la radio de la universidad:
“”Más de 6.000 jóvenes escucharon en completo silencio el recital ofrecido por el Cuarteto Zupay… Las ovaciones que premiaron la finalización de los temas, emocionaron a estos estudiosos de la música y poesía argentina quienes debieron repetir su actuación”.
“En 1971 se presentaron en el Teatro Diagonal de Mar del Plata con el espectáculo multimedia ¿Queréis saber… (si un país está bien gobernado y reinan en él buenas costumbres?), sobre un libro escrito por Pedro Pablo García Caffi, que incluía textos de Confucio y autores argentinos. El Cuarteto Zupay acentuaba para entonces la crítica política y social que el grupo ya había insinuado en Juglares, que se convertiría en una característica central de su repertorio y que los llevó naturalmente a adherir al Movimiento del Nuevo Cancionero que Armando Tejada Gómez, Mercedes Sosa y Manuel Matus habían lanzado en Mendoza en 1963.
“Entre 1971 y 1972 el grupo sufre tres cambios, al retirarse Cogorno ―fue a estudiar canto en la Escuela Superior de Canto de Madrid―, López Monteiro y Vittar Smith. Los tres fueron reemplazados, respectivamente, por los tenores Gabriel Bobrow y Rubén Verna ―proveniente de Les Luthiers―, y el bajo Javier Zentner; este último, además de desempeñarse como bajo asumiría funciones de arreglador instrumental y vocal. Como barítono permaneció Pedro Pablo García Caffi, ya convertido en líder del grupo y que sería el único cantante que integraría todas las formaciones del cuarteto hasta su disolución”.
(continuará)
La baguala
Jacinto Chiclana
Cuando tu no estás
El viejo Matías
Canción de caminantes
(Texto encomillado, tomado de la red de redes)